miércoles, 16 de marzo de 2016

BIEN HECHO, JOVENCITO

«No tengas miedo ni te desanimes porque yo, tu Señor y Dios, estaré contigo dondequiera que vayas». Josué 1: 9

¿Alguna vez has sentido miedo de hacer algo que nunca habías hecho? Sé que sí, pues a mí también me ha pasado.
Un día, un gigante estaba molestando a los soldados del pueblo de Dios. David decidió que pelearía contra él. Con mucho valor pidió a Dios que lo ayudara. Tomó una piedra, la puso en su honda y con esa piedrecita venció al gigante. Todos necesitamos valor para hacer algo nuevo. Puede ser que tú necesites valor para quedarte solo en tu habitación con las luces apagadas. O quizás para lanzarte en una piscina. Tal vez les tienes miedo a los truenos o a los fuegos artificiales que hacen tanto ruido. No importa lo que sea, Jesús siempre estará contigo para ayudarte a no tener miedo y darte valor como lo hizo con David.
Ahora toma un momento para hablar con tu familia de cómo Jesús te ha dado valor para hacer algo que antes te daba miedo. Si aún no sabes hablar, tus papás te pueden contar su propia experiencia. Será muy divertido compartir eso juntos.

Oración: Jesús, de verdad quiero ser valiente. Ayúdame a no tener miedo. Amén.

Tomado de devocionales para preescolares 2016
Pasito a pasito, Crezco y aprendo
¡Vive y crece sanamente!
Por: Kathy Hernández de Polanco
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NO SOLAMENTE CON SEMILLAS

Tu Oración: Querido Dios, gracias por los tubérculos que puedo comer.

Versículo para hoy: “¡Dénos usted semilla, para que podamos vivir y la tierra no quede desolada!” Génesis 47:19.

Las semillas son de gran utilidad porque ayudan a que crezcan las plantas. ¿Pero sabías que también se puede sembrar con una patata (papa)?
¡Sí! Es porque la patata es un tubérculo, como también las zanahorias, las batatas, la yuca, la remolacha, los rábanos y el nabo. Cuando los tubérculos están maduros, se los arranca de la tierra y de ellos pueden nacer otros. Inclusive hay flores que se siembran con su bulbo, como el jacinto, el tulipán y el lirio.
¿Ves que Dios tiene muchas formas de hacer crecer las plantas? Tú puedes hacer tu propia parcela en casa. Con un poco de tierra y amor podrás tener vegetales frescos para comer.

Un poquito de ciencia
Con ayuda de mamá consigue tierra y una maceta, si no tienen en tu casa. También necesitas una patata (papa). Déjala sola durante algún tiempo hasta que broten pequeñas raíces en su cáscara. Entonces, haz un agujero en la tierra, coloca ahí la patata y riégala durante varios días. Tendrás entonces más patatas. Si quieres, puedes hacer lo mismo con batatas o nabos.
Dibuja en tu libreta de observaciones cómo sembraste tus tubérculos. Observa cómo aparecen las primeras hojas. Después dibuja lo que obtuviste en la cosecha.

Devoción matutina para niños pequeños 2016
Pequeños científicos de Dios
Por: Cesia Alvarado Zemleduch
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LECCIONES PARA LOS QUEJOSOS

Abrió la peña, y fluyeron aguas; corrieron por los sequedales como un río. Salmo 105:41.

Tantas cosas les habían sucedido a los israelitas que apenas parecía posible que hubiera transcurrido solo un mes. Cruzaron el mar Rojo; caminaron por el desierto de Shur; tragaron (y escupieron) las aguas amargas de Mara; descansaron en el hermoso oasis de Elim con su variedad de árboles, pasto alto y doce manantiales; volvieron a salir al desierto de Sin; y comenzaron a comer maná como su alimento principal.
Ahora estaban caminando arduamente a través del extremo del desolado desierto de Sin, acercándose a Refidim. No había pasto verde ni árboles de sombra que dieran alivio del sol abrasador. Era la primavera tardía y debían haber arroyos fluyendo por los valles. Pero, cuando los israelitas fueron al lugar de acampada en Refidim, no había una gota de agua en el lecho del río.
“¡Agua! ¡Danos agua!”, le gritaron a Moisés. Cuanto más gritaban, tanto más tristes e impacientes se volvían, hasta que finalmente recogieron piedras y estuvieron por matar a Moisés. En angustia, Moisés lloró al Señor:
“¿Qué haré?”
Dios le dijo que tomara a los ancianos de Israel consigo, delante del pueblo, y golpeara una roca con su vara de pastor. Cuando Moisés lo hizo, ocurrió un milagro. El agua brotó de la roca, dando lugar a un arroyo con suficiente provisión para todo el campamento.
El pueblo se había comportado de una manera tan terrible que Moisés llamó al lugar Masah, que significa “tentación”, y Meriba, que significa “murmuración”.
Por haber murmurado contra él, Dios permitió que la belicosa tribu de los amaleci- tas atacara a los rezagados. También tenía otras lecciones para que su pueblo aprendiera.
Al día siguiente, Moisés seleccionó a algunos de los hombres más valientes para que persiguieran a los amalecitas, mientras él subía a una colina alta con su vara de pastor en la mano a fin de orar para que tuvieran éxito. Mientras estaba parado allí con sus manos levantadas, Aarón y Hur, quienes habían subido a la cima de la colina con Moisés, notaron que cada vez que Moisés se cansaba y bajaba sus manos los israelitas comenzaban a perder la batalla. Así que, Aarón y Hur sostuvieron sus manos arriba hasta que el sol bajó y los amalecitas huyeron.
Dios estaba tratando de enseñar a su pueblo que podían confiar en él para que peleara sus batallas por ellos. También intentaba enseñarles que, en lugar de quejarse a los gritos ante Moisés, debían estar ayudándolo.

Tomado de devoción matutina para menores 2016
¡GENIAL! Dios tiene un plan para ti
Por: Jan S. Doward
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NO MÁS SUERTE

Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes, afirma el Señor, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza (Jeremías 29: 11, NVI).

El comportamiento de Cintia durante los últimos días estaba preocupando a su madre. Parecía nerviosa y asustadiza, algo inusual para la chica despreocupada que amaba reír y sentía curiosidad por todo. La mamá llegó al fondo de la cuestión cuando descubrió a Cintia hurgando frenéticamente debajo de la cama.
-He perdido mi llavero de la suerte, el del trébol de cuatro hojas -gimió Cintia-. Mañana es el día de San Patricio; se supone que debo dar mi discurso frente a toda la clase, y ¡no puedo hacerlo sin mi llavero!
La madre acercó a su hija a ella.
-Cariño, tú realmente no crees en eso, ¿verdad?
Cintia revoleó sus ojos.
-Mamá, ¿cómo puedes explicar por qué siempre tengo mejor suerte cuando tengo mi llavero conmigo? Es obvio, ¿no?
-Eso es una superstición -explicó la madre-. Algunas personas creen que el universo está hecho de buena suerte o de mala suerte, pero nosotros sabemos que no es cierto, porque conocemos a Jesús. La Biblia nos dice que él tiene control sobre todo, y que sabe todo acerca de nosotros. No necesitamos escuchar a los supersticiosos porque podemos confiar en que Jesús siempre hará lo mejor para nosotros. Y estoy segura de que, si estás bien preparada para tu discurso y elevas una plegaria antes de presentarlo, podrás vencer cualquier viejo llavero cualquier día.
-Bueno, entonces, oremos ahora mismo -pidió Cintia.

¿Y AHORA?
¿Tienes alguna cosa que creas que te trae suerte? ¿Puede algo dar más suerte que tener a Jesús a tu lado?

SPLASH:
Muchos atletas profesionales son tan supersticiosos que, a veces, pasan días o semanas, o incluso meses, sin lavar un artículo de ropa determinado (como, por ejemplo, los calcetines). No querrías estar cerca de alguien que lleve algo tan maloliente, ¿no?

Tomado de Matinal para Adolescentes 2016
“Intensamente, Ejercita tu Cerebro”
Compilado por Penny Estes Wheeler
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“YO SOY” CAMBIA LO QUE YO SOY – 3a PARTE

Estate quieta, y reconoce que yo soy Dios. Dios

“Yo soy el camino, la verdad y la vida. Solamente por mi se puede llegar al Padre” (Juan 14:6).

“YO SOY la resurrección y la vida” (Juan 11:25), te dice Jesús, quien sabe que la muerte es la realidad más inevitable y abrumadora que te aguarda. Tus días en esta tierra están contados, aunque te parezca impensable durante la juventud o en los años de plenitud que tal vez aún disfrutas. Pero ten ánimo, porque ahí no se acaba todo. Jesús disipa toda incertidumbre respecto a la muerte cuando afirma: “El que cree en mí, aunque muera, vivirá” (Juan 11:25). ¡Qué maravillosa esperanza!
La muerte no es el capítulo final, así como no fue el acto final de la vida de Jesús. Cuando afrontas la enfermedad y la muerte con una fe inquebrantable en la resurrección estás dando un poderoso testimonio a un mundo desesperanzado. Gracias al “Yo soy”, tu perspectiva de la muerte cambia tu perspectiva de la vida.
“Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Juan 14:6). ¡Jesús no se andaba con rodeos! Todas sus declaraciones se resumen en esta: “Yo soy el único camino, la única verdad, la única fuente de verdadera vida”. Jesús te plantea una relación de exclusividad, porque solamente a través de él se puede llegar al Padre.
Cuando “Yo soy” se cruza en tu camino, lo que tú eres cambia para siempre. Pasas de tener miedo a la muerte a vivir sin miedo en la vida y con esperanza en un futuro eterno más allá de este mundo. Cuando “Yo soy” se cruza en tu camino comienzas una relación exclusiva con Dios que dará plenitud a tu vida.
Son firmes los pilares en los que se asienta la fe cristiana. Esos pilares son en realidad uno solo: Cristo. Cristo es el pan de vida que sacia tu hambre espiritual; la luz del mundo que pone fin a tu confusión y a las tinieblas que te rodean; la puerta que te conduce a una vida plena; el buen pastor que te guía a pastos verdes y aguas frescas; la resurrección que te promete vida más allá de la muerte; el camino recto; la verdad que disipa todo engaño y la vida eterna.
El gran “Yo soy” quiere vivir en ti, para que tu “yo soy” sea completamente transformado y te parezcas cada vez más a él. Simplemente haz silencio, quédate quieta, escucha y comienza tu día de hoy.

Tomado de Lecturas Devocionales para Damas 2016
ANTE TODO, CRISTIANA
Por: Mónica Díaz
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EL ROSTRO DE DIOS

“La gloria de los jóvenes radica en su fuerza” (Proverbios 20:29, NVI).

Albert Schweitzer dijo en cierta ocasión: “Con veinte años todos tienen el rostro que Dios les ha dado; con cuarenta, el rostro que les ha dado la vida; y con sesenta, el que merecen”. Supongo que tú debes de estar en el primer grupo; yo voy con pasos firmes hacia el segundo. Y ambos estamos preparando el rostro que tendremos cuando lleguemos a los sesenta.
Quizás te estés preguntando: ¿Qué significan las palabras que dan inicio a nuestra reflexión? El Dr. Schweitzer quiso decir algo como esto: “Muchacho, ahora que eres joven, tienes en tus manos un envidiable potencial físico, mental y espiritual. Eres dueño del vigor necesario para alcanzar los más encumbrados logros. Vives la etapa en la que puedes hacer ‘todo lo que te venga a mano’ (Eclesiastés 9:10, RV95), porque los jóvenes ‘son fuertes’ (1 Juan 2:14), porque como dijo Salomón: ‘la gloria de los jóvenes radica en su fuerza’ (Proverbios 20:29, NVI). En esta etapa de tu vida eres capaz de llevar a cabo todo lo que te propongas”.
El poeta nicaragüense Rubén Darío inició su Canción de otoño en primavera con esta frase: “Juventud, divino tesoro”. ¿En qué estás gastando ese tesoro que el Creador ha puesto en tus manos? ¿En qué estás invírtiendo tu tiempo? ¿En qué utilizas tus energías? ¿Qué estás haciendo con el “rostro que Dios te ha dado”? Aunque a tu edad, el paso del tiempo no parece ser un tema relevante, no olvides que lo que hagas ahora determinará dónde estarás mañana. Es decir, hoy, en este momento, estás gestando tu futuro.
Joven, este es el tiempo en que debes esforzarte al máximo. Aprovecha cada oportunidad para llegar a ser una persona culta, refinada, sabia, diferente del montón. Un ejercicio que te ayudará a sacarle mayor provecho a este tiempo en el que disfrutas del privilegio de tener “el rostro que Dios te ha dado” consiste en leer constantemente el libro de Proverbios. ¿Por qué ese libro? Porque el objetivo de ese genial libro es muy concreto: dar “a los jóvenes inteligencia y cordura” (Proverbios 1:4, RV95). Con esas dos compañeras, extenderás el rostro de Dios a las siguientes etapas de tu vida.

Lecturas devocionales para Jóvenes 2016
“VISITA MI MURO, 366 MENSAJES QUE INSPIRAN”
Por: J. Vladimir Polanco
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EL REGALO QUE SE RENUEVA CONTINUAMENTE

“Por eso os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá, porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá”. Lucas 11:9, 10

¿Has tenido alguna vez la impresión de que Dios quiere que pidas? Entonces, ¿por qué no lo hacemos más a menudo?
Hubo una vez un hombre a quien se le presentó a medianoche un amigo que vivía fuera de la ciudad. Una vez concluidos la bulliciosa bienvenida y todos los abrazos, el anfitrión se dio cuenta súbitamente de que no tenía nada que poner de comer a su hambriento amigo (la compra de comestibles no tocaba hasta el viernes). ¡Suerte que uno cuenta con vecinos! Pero cuando pulsó insistentemente el timbre de la casa de al lado, parecía que no podía despertar a la familia. Por fin se abrió con un chirrido una ventana del primer piso. Tras las necesarias disculpas y la explicación del vecino, el hombre de arriba refunfuñó que era demasiado tarde para buscar comida en su despensa, que los niños estaban dormidos y que podría despertarlos. Sin embargo, el anfitrión necesitado rehusó moverse. “Me tienes que dar algo de pan para mi huésped, ¡por favor!” Cuánto se prolongó la situación, nadie lo sabe. La parábola de Jesús sí deja claro que el hombre de arriba por fin cedió ante su persistente vecino y le dio todos los alimentos que necesitaba. Fin.
¿La idea clave de la parábola? Pedir. ¿Pedir qué? Jesús está preparado con la respuesta: “Si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Luc. 11:13). ¡Pedir el Espíritu Santo!
Pedir el Espíritu Santo sería como pedir a tus padres que te dieran una tarjeta de crédito de reconocida solvencia, emitida a tu nombre, con privilegios de compra ilimitados. (Por supuesto, ¡ningún padre prudente con dos dedos de frente va a dar una tarjeta de crédito ilimitado a sus hijos!). Sin embargo, pide el Espíritu Santo a tu Padre celestial y es aún mejor que una tarjeta con crédito ilimitado. Porque Dios añadirá todos los demás dones que hayas necesitado alguna vez (o que quisieras en lo más hondo). “Cuando recibamos ese don [el Espíritu Santo], todos los demás serán nuestros” (Mi vida hoy, p. 61; la cursiva es nuestra).
¿Qué tipo de padre haría eso? Nuestro Padre celestial, dice Jesús. Según parece, el don del Espíritu es tan significativo a ojos del cielo que, cuando lo tenemos, ¡tenemos al único Ser del universo que puede acceder por nosotros a la tesorería misma del reino de Dios!

Tomado de Lecturas devocionales para Adultos 2016
EL SUEÑO DE DIOS PARA TI
Por: Dwight K. Nelson
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