sábado, 27 de febrero de 2016

CONFIAR

Materiales: Una venda.

«Es mejor confiar en el Señor». Salmo 118: 9

¿Sabes qué significa la palabra confiar? Es cuando creemos en una persona. Y creemos que esa persona hará lo mejor para nosotros.
La historia bíblica que hoy quiero compartir contigo trata de la confianza. Josué era el líder del pueblo de Israel y se encontraban en la tierra que Dios les había prometido. Pero para tomar posesión de esa tierra debían conquistar la ciudad de Jericó. Pero esa ciudad estaba rodeada de enormes murallas. No podían pasar. Josué le pidió ayuda a Dios.
Dios le dijo a Josué que debían rodear la ciudad y caminar en círculos alrededor de la muralla una vez por día durante siete días. El último día debían marchar siete veces y tocar las trompetas.
Esto parecía muy extraño, pero el pueblo confío en Dios y cumplió sus órdenes. Al hacerlo, las murallas cayeron y los israelitas lograron pasar. Todo por obedecer a Dios y confiar en él.
Siempre puedes confiar en Jesús, pues él en todo momento hará lo mejor para ti.
Vamos a jugar a un juego llamado «confía en mí». Mami o papi te va a vendar los ojos y caminará por la casa o el patio. Te guiará sin que choques con las paredes. Luego harás lo mismo con él o ella. ¡Qué divertido es confiar!

Oremos: Jesús, ayúdame a confiar en ti.

Pasito a pasito, Crezco y aprendo
¡Vive y crece sanamente!
Por: Kathy Hernández de Polanco
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FLORES ETERNAS

Tu Oración: Gracias, Dios, por la técnica que aprendí para conservar las flores.

Versículo para hoy: “Porque ‘todo mortal es como la hierba, y toda su gloria como la flor del campo; la hierba se seca y la flor se cae’”. 1 Pedro 1:24.

Cuando Dios creó las flores, las hizo para que vivieran por siempre y no se marchitaran. Pero cuando Adán y Eva desobedecieron a Dios y tuvieron que salir del Edén, las flores se empezaron a marchitar y caerse de los tallos.

Un poquito de ciencia
Puedes aprender una técnica para que conserves flores durante varios años. Necesitas una taza de algún producto con bórax para lavar la ropa, dos tazas con harina de maíz, una caja de zapatos vacía y flores recién cortadas.
Pide a tu mamá que mezcle el polvo de bórax con la harina de maíz. Sin hacer desorden, cubre el fondo de la caja de zapatos con una capa un poco gruesa de la mezcla de bórax y harina. Corta los tallos de las flores y luego colócalas boca abajo, aplanadas sobre la mezcla. Vierte el resto de la mezcla sobre las flores hasta cubrirlas por completo. Tapa la caja y déjala en un lugar seco a temperatura ambiente durante un mes.
Cuando saques las flores de la caja de zapatos podrás decorar un florero para alegrar a tu mamá

Devoción matutina para niños pequeños 2016
Pequeños científicos de Dios
Por: Cesia Alvarado Zemleduch
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UNA VOZ DESDE EL FUEGO

Dios temible en la gran congregación de los santos, y formidable sobre todos cuantos están alrededor de él. Salmo 89:7.

Un día Moisés estaba arreando su rebaño en el lado oeste del desierto, hacia el monte Horeb, que es también conocido como monte Sinaí. De pronto, algo a la distancia llamó su atención. De una zarza surgía fuego, que hacía arder el tronco, subía por todas las ramas y lamía las hojas. Mientras Moisés se paró ahí mirando y preguntándose cómo habría comenzado el fuego, se le ocurrió que pasaba algo realmente raro. Tan seca como todo lo que estaba allí en el desierto, la zarza debería haberse quemado por completo en unos pocos minutos. En lugar de ello, se mantenía ardiendo y ardiendo.
“Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema” (Exodo 3:3).
Mientras caminaba hacia el fuego, una voz lo llamó de en medio de la zarza que ardía: “¡Moisés! ¡Moisés!”
“Heme aquí”, respondió Moisés, no muy seguro de lo que estaba pasando.
“No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es” (vers. 5).
Moisés se quitó las sandalias. Si se preguntaba quién estaba hablando, su duda pronto sería respondida. De nuevo, la voz vino desde la zarza que ardía: “Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob” (vers. 6).
Cuando oyó esto, Moisés cubrió su rostro, porque tenía temor de mirar a Dios. La sola presencia del Señor había hecho santo el suelo que Moisés pisaba, y conociendo la pureza de Dios y su grandeza, Moisés tuvo miedo de mirar la zarza ardiente que Dios usó para manifestarse.
Cualquiera que vea la majestad del Creador del universo es siempre humilde y cuidadoso en su presencia.
Una persona que es reverente no viene a la iglesia y actúa como si estuviera en un partido de fútbol o yendo a una fiesta, “En el nombre de Jesús podemos acercarnos a él con confianza, pero no debemos hacerlo con la osadía de la presunción, como si el Señor estuviese al mismo nivel que nosotros… A Dios lo debe reverenciar grandemente; todo el que verdaderamente reconozca su presencia se inclinará humildemente ante él” (Patriarcas y profetas, p. 256).

Tomado de devoción matutina para menores 2016
¡GENIAL! Dios tiene un plan para ti
Por: Jan S. Doward
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HABLANDO DE RETENEDORES

Mi boca hablará sabiduría, y el pensamiento de mi corazón inteligencia (Salmo 49:3).

Cami se reclinó hacia atrás en el asiento del pasajero y bajó el parasol del auto, sonriéndose a sí misma en el espejo. Fue un día muy bueno. Los últimos dos años le habían parecido interminables, pero hoy le habían quitado sus aparatos de ortodoncia. Cami sonrió para sí, y luego le sonrió a su mamá.
-Recuerda, Cami -le había dicho su ortodontista-: para mantener tus dientes derechos debes llevar los retenedores; te los estoy recetando para todo un año. Debes usarlos todo el tiempo, excepto durante las comidas.
-¡Ah!, y una cosa más -le había dicho el dentista-. No te sorprendas si te lleva alrededor de una semana el acostumbrarte a volver a hablar otra vez.
Pasando la lengua por los dientes, Cami asintió, saboreando la sensación suave y recta.
En el camino a casa, se detuvieron en la biblioteca. Apurándose, Cami rápidamente encontró el libro que necesitaba.
-Necesito ezte libdo pada la ezcuela -Cami dijo a la bibliotecaria, sorprendida de lo extraño que sonaba con el retenedor en su boca.
Sus palabras se arrastraban un poco y no eran muy claras.
La bibliotecaria asintió cortésmente, pero al instante Cami se dio cuenta de que la mujer la estaba tratando como si tuviera una discapacidad mental. No me pasa nada, quería explicar Cami, pero se mantuvo en silencio.
Ahora, Cami había comprendido una cosa: trataría a las demás personas normalmente, aun cuando creyera que tenían algún problema. Ser tratado como “especial” o diferente no era muy placentero.

¿Y AHORA?
¿Puedes recordar un momento en que alguien te malinterpretó? ¿Qué te habría gustado que hicieran de otra manera? ¿Cómo tratas tú a los demás?

SPLASH:
Hay evidencia de que alrededor del año 1000 a.C. las A personas ya intentaban enderezar sus dientes. Y en la década de 1850, si a alguien no le gustaban sus dientes sobresalidos se los extraían.

Tomado de: Matinal para Adolescentes 2016
“Intensamente, Ejercita tu Cerebro”
Compilado por Penny Estes Wheeler
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“ACUDAN A MÍ, Y VIVIRÁN”

Somos invitados a venir, a pedir, a buscar, a llamar; y se nos asegura que no acudiremos en vano. Elena de White

Sucedió en un barrio muy pobre de la ciudad de Jerusalén. De pronto, en medio de un inclemente y crudo invierno, la mikve (estanque para los baños rituales) se congeló, y los habitantes de la zona, que eran muy pobres, no disponían de medios para repararla. El rabino convocó a todo el mundo en la sinagoga para tratar esta situación aparentemente insalvable. Todos sabían que había un judío rico en la ciudad que podría ayudar, pero era famoso por su mezquindad así que nadie quería recurrir a él. El rabino decidió visitar personalmente al poderoso señor, y apelar a su compasión.
Tras oír que llamaban a su puerta, el hombre rico la abrió de par en par y vio al rabino. Lo hizo pasar. “Rabino, sé que usted es un sabio. ¿Por qué ha venido aquí si sabe que yo nunca doy?”, preguntó. “Porque cuando fuera usted interrogado en el tribunal celestial sobre por qué no ayudó a sus hermanos, diría seguramente: ‘Porque nunca me lo pidieron’. He venido a quitarle esa excusa por medio de una petición directa”.*
Sabio el rabino, conocedor de la naturaleza humana. Esa naturaleza engañosa que nos ha convencido de que no debemos pedir, porque es deshonroso, señal de falta de orgullo o dignidad. O de que Dios es un tirano distante, que no responde a nuestras necesidades. Pero este concepto va directamente en contra del principio divino: “Pidan, y Dios les dará […]. Porque el que pide, recibe” (Luc. 11:9, 10).
Hemos de hacer exactamente igual que el rabino: reconocer nuestra necesidad, dejar todo orgullo a un lado y pedir ayuda al único que tiene la solución a nuestro problema: Dios. De hecho, “nuestra gran necesidad es en sí misma un argumento, y habla elocuentemente en nuestro favor. Pero se necesita buscar al Señor para que haga estas cosas por nosotros” (El camino a Cristo, cap. 11, p. 141). ¿Lo buscarás?
También somos a veces demasiado orgullosas para pedir ayuda a nuestros familiares, amigos y hermanos de iglesia. Sin embargo, no tiene nada de malo hacerlo. A través de ellos podemos recibir enormes bendiciones y pueden convertirse en el instrumento de Dios para responder a una necesidad nuestra. ¡No les quitemos ese privilegio cristiano!

“Pidan, y Dios les dará […). Porque el que pide, recibe” (Luc. 11:9, 10).
* Rabí Emanuel Marcus Z’L, reproducida en Boletín Judaica Site, 2 de enero de 2001.

Tomado de Lecturas Devocionales para Damas 2016
ANTE TODO, CRISTIANA
Por: Mónica Díaz
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TODAS LAS COSAS

“Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor” (Filipenses 3:8, RV95).

Hoy quiero llamar tu atención a uno de los pasajes más extraordinarios de la Biblia: “Si Dios no nos negó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos también, junto con su Hijo, todas las cosas?” (Romanos 8:32). Maravillosa promesa, ¿no te parece? Charles R. Swindoll ilustra lo dicho por el apóstol con la siguiente anécdota.
Imagina que el administrador de una prestigiosa joyería te llama para decirte que eres el ganador de un costoso collar de diamantes. Mientras no terminas de salir del asombro, el gerente agrega: “Lo único que tienes que hacer es venir mañana a la tienda y recoger tu premio”. Al día siguiente la joyería ha organizado una pequeña ceremonia de entrega. Hay invitados, fotógrafos, comida, y… por supuesto, algún que otro curioso que desearía robarse el premio. Al finalizar la ceremonia, como no quieres andar exhibiendo el collar, le pides al gerente que te obsequie un pequeño estuche para guardarlo.
¿Crees que la joyería, después de haberte dado un regalo de varios miles de dólares, dirá: “Si usted quiere el estuche, tiene que comprarlo”? Lo dudo, puesto que el valor “del estuche es nada comparado con el collar” (Romanos: Comentario del Nuevo Testamento, p. 165).
Algo similar sucede con Dios. Un día él te llamó y te dijo: “He dado el mayor de mis tesoros por ti, he entregado a mi Hijo para que tú puedas obtener la vida eterna. Lo único que te pido es que vengas y aceptes ese regalo”. Tú decides aceptar el obsequio, y luego le dices al Padre: “Señor, como todavía me queda un tiempo de espera en esta tierra, me gustaría estudiar, comprar un vehículo, casarme, tener hijos, establecer un negocio. Quiero llegar lejos, ayudar a los demás, conseguir un mejor trabajo. ..” ¿Crees que Dios se negará a concederte tales peticiones?
La respuesta es obvia. Todo esto es nada en comparación con Cristo. Entonces, ¿qué es lo que más te conviene? Aceptar el regalo que Dios te ha dado en Jesús, y por medio de él, pedirle que también te entregue todo lo demás.

Lecturas devocionales para Jóvenes 2016
“VISITA MI MURO, 366 MENSAJES QUE INSPIRAN”
Por: J. Vladimir Polanco
#VisitaMiMuro #MeditacionesMatutinas #DevociónMatutinaParaJovenes #vigorespiritual #plenitudespiritual #FliaHernándezQuitian «LaGraciadeDios #TodaslasCosas

LA OBRA MAESTRA RESTAURADA

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; todas son hechas nuevas”. 2 Corintios 5:17

Con tantas buenas noticias sobre el hecho de que Dios acepte a los elegidos tal como son (incluso lo cantamos: “Tal como soy”), nos rodee con su gracia, nos emancipe, nos absuelva y nos perdone, y de que nos introduzca en su árbol genealógico, ¿concluiremos que, cuando nos llama a acudir tal como somos, permanecemos tal como somos?
Alister McGrath, científico inglés luego teólogo, cuenta que, durante sus dos años de estudio en la Universidad de Cambridge solía caminar hasta la cercana capilla del King’s College. Allí, en la silenciosa magnificencia del santuario, descansaba su mente y refrescaba su alma. Había en la capilla un viejo cuadro colgado, obra de un maestro, que McGrath se detenía a menudo a contemplar. Un día un manifestante, deseando transmitir cierto posicionamiento político, se acercó a aquel cuadro, sacó una navaja y rajó el lienzo. Varios días después, cuando Alister volvió a la capilla, descubrió que habían puesto una nota junto al cuadro echado a perder: “Se cree que esta obra maestra puede ser restaurada” (Justification by Faith, p. 18).
Hubo una vez, hace mucho tiempo, en que toda la raza humana se perdió, rajada por un ángel caído enloquecido y demente. Pero unos días después, fuera del huerto del Edén, vedado y cercado, Alguien puso una nota: “Se cree que esta obra maestra puede ser restaurada”.
Es la verdad del evangelio eterno. Porque cuando Dios elige a un hombre o a una mujer, o incluso a una comunidad, y los llama a él y a su salvación, no es solo en aras de la redención, sino también en aras de la restauración.
“Si alguno está en Cristo, nueva criatura es” promete nuestro texto de hoy. Sí, la absolución y la emancipación divinas son instantáneas, pero la obra divina de restaurar la creación y obra maestra humana original es, verdaderamente, la obra de toda una vida, día tras día, noche tras noche.
Sí, acudimos tal como somos. Pero, no, no permanecemos tal como somos. Porque en Cristo hay en marcha una nueva creación. Y por eso tenemos esta esperanza: “estando persuadido [s] de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Fil. 1:6).

Tomado de Lecturas devocionales para Adultos 2016
EL SUEÑO DE DIOS PARA TI
Por: Dwight K. Nelson
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