martes, 23 de febrero de 2016

DESPUÉS DE COMER

Materiales: Cuchara, tazón, cuchillo, tenedor, vaso y plato.

«Si el vaso o el plato se limpian por dentro, todo estará limpio de verdad». Mateo 23: 26, TLA

¿Qué haces cuando terminas de comer? Tal vez te vas a jugar o a descansar, pero mami no, ella tiene que limpiar los utensilios de la mesa, ¿los recuerdas? La cuchara y el tazón para los alimentos líquidos, el cuchillo que corta la comida y el tenedor para los alimentos sólidos [muestre a su niño todos estos utensilios para que aprenda bien a distinguirlos].
Además de lo que ya conoces, mami también tiene que lavar los vasos y los platos. Los vasos los usas para tomar agua, jugo o la leche que tanto te gusta [méstrele un vaso]. Y los platos se usan para servir la comida en ellos [muéstrele un plato]. Para que todo quede limpio, mami debe asearlos por dentro y por fuera.
Jesús dijo que tú y yo somos como vasos y platos, necesitamos que él nos limpie, pero no solo por fuera, sino también por dentro. Si dejas que Jesús te limpie por completo entonces estarás verdaderamente limpio y reluciente como los platos después que mami los lava.
Cuando veas a mami lavar los platos, puedes ayudarla. Ella estará feliz si lo haces yjesús también.

Oremos: Querido Jesús, hoy quiero pedirte que me limpies por dentro y por fuera. Amen

Pasito a pasito, Crezco y aprendo
¡Vive y crece sanamente!
Por: Kathy Hernández de Polanco
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EN BUSCA DE LA LUZ

Tu Oración: Te doy Gracias, Dios, porque diste a las plantas su propia manera de alimentarse.

Versículo para hoy:  “Son como plantas frondosas expuestas al sol, que extienden sus ramas por todo el jardín”. Job 8:16.

Las plantas hacen su propio alimento, se llama clorofila. Las ayuda a vivir, y a nosotros también cuando comemos lechuga, apio, espinacas y los demás vegetales. Pero para que las plantas puedan tener su alimento necesitan luz de sol y agua. Cuando una planta no recibe suficiente luz, hasta se puede morir aunque tenga agua.

Un poquito de ciencia
Con un experimento puedes investigar de cerca cómo las plantas necesitan la luz para vivir. Necesitarás cinta adhesiva, tijeras de punta redonda, una caja de zapatos, tierra, una maceta, semillas de plantas trepadoras o una planta pequeña de las que se enredan o trepan (romeos y julietas), pintura color negro mate, un pincel y un pliego de cartulina negra.
Planta tus semillas en la maceta con ayuda de mamá. Ella o tu papá pueden hacer un agujero en uno de los extremos de la caja de zapatos. Sin hacer desastre, pinta el interior de la caja con la pintura negra. Recorta dos trozos de cartulina negra tan altos como la caja que vayas a usar, pégalos como te indica el dibujo, coloca la maceta y tapa la caja. Cada día dibuja en tu libreta de observaciones los cambios que ocurren con la planta y cómo la planta buscará la luz del sol; empezará a crecer hasta que salga por el agujero que le hiciste a la caja.

Devoción matutina para niños pequeños 2016
Pequeños científicos de Dios
Por: Cesia Alvarado Zemleduch
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UNA ELECCIÓN TERMINANTE

Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado. Hebreos 71:24,25.

Satanás había planeado deshacerse de cualquier posible líder del pueblo de Dios destruyendo a todos los bebés hebreos varones, pero Dios desbarató su malvado plan. Ahora, a pesar de los planes del diablo, Moisés estaba en el palacio, yendo a la escuela para recibir la preparación gubernamental y militar más alta posible.
El diablo se vio derrotado en un aspecto, pero estaba decidido a intentar más fuerte. Como Moisés estaba en la línea del trono para convertirse en rey algún día, Satanás formuló un nuevo plan. Las leyes egipcias dejaban en claro que quienquiera que ocupara el trono debía ser introducido en los misterios de la religión nacional. Los sacerdotes se encargarían de la enseñanza. Pero, Jocabed se les había adelantado. Moisés fue un estudiante excepcional. Estudiaba y respondía todas las preguntas, y nunca parecía cansarse, pero simplemente no se inclinaría ni adoraría a esos ídolos sin sentido. Aprobaría todos sus exámenes, pero no pasaría sus requerimientos de adoración. “¡Nunca serás rey, entonces!”, gritaban los sacerdotes.
Sin conmoverse por las amenazas, Moisés razonaba con sus maestros. Les mostraba cuán inútiles eran sus dioses y les señalaba al gran Dios creador del cielo.
Moisés se estaba convirtiendo rápidamente en un líder prometedor para los egipcios. Se vestía como ellos, hablaba su idioma fluidamente, entendía todas sus costumbres, su religión y su gobierno. Lideraba sus ejércitos. En inteligencia, ninguno se acercaba a Moisés. Era el mejor filósofo, poeta, historiador, líder gubernamental y general del ejército que el mundo haya visto alguna vez.
Sin embargo, Moisés tenía que hacer una elección. Por un lado, frente a él estaban las halagadoras promesas de gobernar a una nación poderosa; por el otro, podía responder al llamado de Dios para liderar a una masa de esclavos, desde sus chozas de barro, a través de adversidades y pruebas, a un país que nunca había visto antes. Después de pensarlo cuidadosamente, decidió quedarse con el pueblo de Dios. ¿Por qué? Moisés sabía qué iba a hacer finalmente el Rey del universo con el pecado. Moisés veía más allá de los placeres transitorios, al momento cuando Dios traería a su pueblo a las glorias de una Nueva Tierra.

Tomado de devoción matutina para menores 2016
¡GENIAL! Dios tiene un plan para ti
Por: Jan S. Doward
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DE MAL HUMOR

Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad (1 Juan 1:9).

Laura llegó a su nueva escuela enojada, y se molestó rápidamente cuando vio que sus compañeros de clase la contrariaban. Andrés era el que más la molestaba. Al principio, no lo hacía intencionalmente, pero al poco tiempo comenzó a entretenerse provocando a Laura.
¡Pfuuu! Sentado en la parte trasera de la sala de clase, Andrés lanzó un poco de saliva en el cuello de Laura.
-¡He! -gritó ella-. No hagas eso.
Laura estaba de muy mal humor, y Andrés no la dejaba en paz. La siguiente vez que él la molestó, ella le gritó en clase, diciéndole cosas crueles acerca de su familia.
-No sabes lo que estás diciendo -le gritó él, en respuesta.
El maestro hizo que los dos dejaran de discutir, pero la pelea no había terminado. Durante el recreo tuvieron que quedarse con su maestro, mientras que sus amigos disfrutaban de su descanso.
Durante quince minutos ambos estuvieron sentados, enojados y en silencio. Finalmente, Laura comenzó a llorar.
-Lo siento, realmente fui muy cruel. ¿Me perdonas? Prometo que no voy a actuar así otra vez -dijo.
Andrés, sorprendido, se disculpó sinceramente con Laura.
Andrés y Laura cumplieron su promesa: dejaron de discutir. Cuando Laura se quedaba sin papel, Andrés rápidamente le daba algunas hojas de las suyas. Si el lápiz de Andrés se rompía, Laura estaba pronta a prestarle uno de los suyos. La vida se volvió mucho más feliz.

¿Y AHORA?
¿Qué es lo que tú puedes hacer hoy para mostrar anistad cristiana a alguien de cuya compañía no disfrutas?

SPLASH:
En un estudio, unas ratas que mantuvieron en la luz y en la oscuridad por períodos de doce horas durante un lapso prolongado, mostraron signos de depresión y ansiedad. Con solo recibir dos horas de luz, las actitudes de las ratas mejoraron dramáticamente.

Tomado de Matinal para Adolescentes 2016
“Intensamente, Ejercita tu Cerebro”
Compilado por Penny Estes Wheeler
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UNO PARA TODOS Y TODOS PARA UNO

El ingrediente que falta para cambiar el mundo es el trabajo en equipo. Max Lucado

¿Recuerdas el famoso lema de los tres mosqueteros? “Uno para todos y todos para uno” logró captar la esencia del siempre necesario llamado a la unidad. Hoy en día aquellas palabras nos suenan como pasadas de moda, como un concepto romántico, una utopía… El individualismo moderno nos invita a vivir bajo un lema diferente, que parece haberse convertido en el Leitmotiv de nuestras sociedades: “Tú me dejas en paz y yo te dejo en paz”. Vivimos nuestra vida interviniendo lo menos posible en la de los demás y, por supuesto, sin permitir que los demás intervengan en la nuestra. Esta mentalidad individualista ha arraigado en nuestras iglesias, pero es contraria al espíritu cristiano.
Las célebres palabras de Alexandre Dumas, “uno para todos y todos para uno”, calzan perfectamente con las del apóstol Pablo, cuando explica la razón de ser del cuerpo de Cristo, que es la iglesia: “El ojo no puede decirle a la mano: ‘No te necesito’; ni la cabeza puede decirles a los pies: ‘No los necesito’ ” (1 Cor. 12:21). Porque la tarea que se nos ha llamado a realizar, no se puede completar con dos manos sino con la unión de muchos pares de manos en todas partes del mundo. Esas manos, somos su iglesia.
A nadie le gusta ver un mendigo en la calle, ni pararse en el semáforo y que un pequeño harapiento se le acerque pidiéndole dinero; nadie soporta la cercanía de un drogadicto o un borracho, ni buscaría la amistad de una prostituta o de un enfermo de sida; cambiamos de canal cuando salen niños comidos por las moscas… Torcemos la mirada, damos la espalda a las realidades de nuestro mundo cuando, en realidad, esas personas necesitan más que nadie el esfuerzo de una iglesia unida que les lleve libertad, fe, esperanza y salvación.
Está bien dedicarse a la lectura y a la oración, pero hay todo un mundo que agoniza esperando el esfuerzo unido del cuerpo de Cristo. Somos “un solo rebaño, con un solo pastor” (Juan 10:16); y recordemos que nuestro Pastor, “al ver a la gente, sintió compasión de ellos, porque estaban cansados y abatidos” (Mat. 9:36). Él fue uno para todos para que todos nosotros seamos uno para él. Salgamos de la comodidad de nuestras casas y unamos nuestros esfuerzos a los de otros miembros del cuerpo de Cristo para llevar salvación.

“El ojo no puede decirle a la mano: ‘No te necesito’; ni la cabeza puede decirles a los pies: ‘No los necesito'” (1 Cor. 12:21).

Tomado de Lecturas Devocionales para Damas 2016
ANTE TODO, CRISTIANA
Por: Mónica Díaz
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¡ERES UN HIJO DE DIOS!

 “¡Qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios!” (1 Juan 3:1, NVI).

Ben nunca conoció a su padre. Como “hijo bastardo” fue discriminado y maltratado. En la escuela nadie se sentaba a su lado y durante el recreo tenía que comer solo. La gente se burlaba de él y le vociferaba: “Miren, ahí va el que no tiene padre”.
Cuando Ben tenía doce años llegó un nuevo pastor a su comunidad. En poco tiempo el ministro se ganó el cariño de todos. Los miembros de la iglesia decían que sus mensajes infundían esperanza hasta al más desdichado. Al oír esto Ben, que no frecuentaba la iglesia, decidió ir y comprobar por sí mismo si era cierto lo que se decía. Ese día llegó de último y salió de primero. El sermón refrescó espiritualmente su alma sedienta. Comenzó a asistir todas las semanas: llegaba de último y salía de primero. ¿Por qué hacía eso? Para evitar que se burlaran de él. En cierta ocasión, el sermón lo cautivó tanto que se le olvidó salir de primero. Mientras trataba de escabullirse en medio de la multitud, el pastor le puso la mano en el hombro, y le lanzó la temida pregunta: “¿De quién eres hijo?”
En ese instante Ben deseó morir. Hubo un silencio solemne. Todos esperaban ansiosos la respuesta del muchacho. Entonces, el pastor sonrió y le dijo: “¡Oh! ¡Yo sé de quién eres hijo! Porque los rasgos familiares son inconfundibles. Tú eres un hijo de Dios. […] Es una tremenda herencia la que has recibido, muchacho. Ahora, anda y vive de acuerdo a ella” (Zig Ziglar, Más allá de la cumbre, pp. 57, 58).
Ben no tenía un padre terrenal, pero era hijo del Dios del cielo. Estas palabras produjeron un impacto permanente en él, le hicieron sentirse importante y lo ayudaron a superar todos sus miedos. Como hijo de Dios, Benjamín Hooper se propuso alcanzar grandes metas, y llegó a ser gobernador del estado de Tennessee.
Tú también eres un hijo o una hija de Dios. Cuando sientas que la sociedad te mira con rechazo, Dios estará a tu lado para decirte: “Te amo y eres ante mis ojos precioso y digno de honra. No temas, porque yo estoy contigo” (Isaías 43:4, 5, NVI).

Lecturas devocionales para Jóvenes 2016
“VISITA MI MURO, 366 MENSAJES QUE INSPIRAN”
Por: J. Vladimir Polanco
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¿SEREMOS TODOS SALVOS?

“Esto es bueno y agradable delante de Dios, nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad”. 1 Timoteo 2:3, 4

¿Significa “todos […] son justificados” lo mismo que “todos son salvos”? Ojalá.
Hay una enseñanza denominada “universalismo” que declara que, al final, Dios salvará a cada ser humano que haya vivido alguna vez, incluyendo a Adolf Hitler, Stalin, Idi Amin, Bokassa, Osama bin Laden, y a ti y a mí. Al final, todo el mundo se salva.
Y, en el fondo de mi corazón, tengo que creer que el propio Dios quisiera que esto fuese cierto, ¿no crees? Si tú fueras el Padre, ¿no anhelarías que todo hijo tuyo acabara salvándose? ¡Cuántas veces he escuchado cuando padres desconsolados se angustiaban por las decisiones que tomaban sus hijos! ¿Hay algún padre en el mundo que no haría casi cualquier cosa por garantizar que un hijo suyo acabara salvándose? Dios, sin duda, conoce ese anhelo.
Por eso las Escrituras están llenas de versículos como nuestro texto de hoy. “Esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres” (1 Tim. 4:10). “La gracia de Dios se ha manifestado para salvación a toda la humanidad” (Tito 2:11). “Vuelvan a mí y sean salvos, todos los confines de la tierra” (Isa. 45:22, NVI). “El amor de Cristo nos obliga, porque estamos convencidos de que uno murió por todos” (2 Cor. 5:14, NVI). “Todos”, “toda”, “todos”, “todos”: observa la repetición. “El Señor […] no quiere que nadie perezca sino que todos se arrepientan” (2 Ped. 3:9, NVI). Está claro que Dios desea universalmente que todos sus hijos de la tierra acudan a él, que todos ocupen su lugar entre sus elegidos.
Sin embargo, aunque la Biblia enseña la provisión de la salvación universal, no sugiere la aceptación universal de la salvación. Dios absuelve a todos, pero no todos lo aceptan. Y por eso Dios no salvará a toda la raza humana. Valora demasiado nuestra libertad de elección como para obligar a todos a elegirlo a él y ser salvos. Para que el amor sea amor, debe no solo concedernos el derecho a decirle Si; también debe concedernos el derecho a decir NO. De ahí los tribunales de pleitos matrimoniales y los corazones rotos, porque no puede imponerse el amor. Y Dios no poblará el cielo con gente que no quiera estar allí.
Pero tú quieres estar allí y yo quiero estar allí. Y el evangelio eterno declara que Dios ha hecho todo lo divina y humanamente posible para garantizar que todos estemos allí.

Tomado de Lecturas devocionales para Adultos 2016
EL SUEÑO DE DIOS PARA TI
Por: Dwight K. Nelson
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