domingo, 9 de junio de 2013

ROBO DE OVEJAS

Lugar: Israel
Palabra de Dios: Juan 10:14

Durante la Primera Guerra Mundial, un grupo de soldados estaba viajando por el campo, cerca de la ciudad de Jerusalén. Mientras caminaban, vieron un rebaño de ovejas comiendo cerca de la cumbre de un cerro.
-Miren allá -dijo uno de los soldados, señalando una figura quieta, tirada sobre el suelo.
-El pastor está profundamente dormido -dijo otro-. Parece que esta noche tendremos una fiesta.
Los soldados se acercaron en silencio a las ovejas, y comenzaron a arrearlas cerro abajo. Sus balidos despertaron al pastor. Se restregó los ojos somnolientos, y luego se despertó rápidamente cuando se dio cuenta de lo que estaba sucediendo.
Tornando su vara, el pastor comenzó a correr cerro abajo. Luego, se detuvo. ¿Qué podía hacer él, contra un grupo de soldados armados? No había nada que hacer. Abatido, el pastor comenzó a caminar de regreso hacia arriba, para recoger sus cosas.
De pronto se le ocurrió una idea. Dándose vuelta, llamó a sus ovejas como lo hacía siempre. Las ovejas inmediatamente reconocieron la voz de su pastor y supieron lo que debían hacer. Ahora, los soldados se sintieron impotentes, mientras las ovejas trepaban el cerro hacia su pastor... y hacia la seguridad.
Las Escrituras a veces describen a los seguidores de Dios como ovejas. Jesús dijo: "Yo soy el buen pastor; conozco a mis ovejas, y ellas me conocen a mí". Él hablaba de nosotros. Como sus ovejas, conocemos su voz y lo seguimos.
Hoy, conozcamos mejor a nuestro Pastor para que, cuando oigamos su voz, reconozcamos su llamado. Seamos miembros fieles y obedientes de su rebaño.

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

ANUNCIANDO EL EVANGELIO

Que te alaben, Señor, todas tus obras; que te bendigan tus fieles. Que hablen de la gloria de tu reino, que proclamen tus proezas, para que el mundo conozca tus proezas y la gloria y esplendor de tu reino. Salmo 145:10-12.

Los rumores se esparcen como regueros de pólvora y, exagerando un poco, me atrevo a decir que viajan a la velocidad de la luz. Los entendidos en chismografía aseguran que son siempre las noticias negativas acerca de alguien, o de algo, las que viajan con mayor rapidez. También se podría decir que los rumores son como una bola de nieve que se desprende de lo alto de una montaña; ¡van creciendo! ¡y creciendo! Crecen a medida que pasan de boca en boca y de oído en oído. Probablemente eso se debe a que quienes los trasmiten incorporan detalles que han forjado en su mente. ¡El rumor es un recurso informativo poderoso!
Ahora, imaginemos por un momento qué sucedería si utilizáramos esa misma técnica para esparcir el evangelio; aunque con la gran diferencia de que el evangelio es una verdad extraordinaria. De la misma depende nuestra salvación. Esa fue precisamente la estrategia que emplearon los apóstoles. En la Biblia leemos: «Los que se habían dispersado predicaban la palabra por dondequiera que iban» (Hech. 8:4).
Hoy es un buen día para que digamos, comentemos y contemos las buenas nuevas del evangelio a todos los que se crucen en nuestro camino, en cualquier lugar y circunstancia. El evangelio provee esperanzas a los desesperanzados, sana heridas, proporciona fe y confianza; y además nos promete salvación y vida eterna.
Para millones de seres humanos el evangelio es únicamente un buen rumor, aunque para ti y para mí sea una verdad que necesita ser proclamada con urgencia, «El que hable, hágalo como quien expresa las palabras mismas de Dios» (1 Ped. 4:11).
Seguramente hoy tendrás muchas oportunidades para hablar del evangelio... ¡aprovéchalas! Podrás hacerlo en el mercado, en el autobús, en la escuela, en el trabajo, en el vecindario y en cualquier lugar donde te toque acudir hoy. Acércate, en el nombre de Dios, al corazón de una persona y tan solo dile: «Dios te ama y viene pronto». Permite que en tu corazón arda el mismo fuego que movió a los apóstoles al exclamar: «Nosotros no podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído» (Hech. 4:20).

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

LUX LUCET IN TENEBRIS - 1

Esta luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no han podido extinguirla (Juan 1:5).

Durante el verano del 2011 tuve la oportunidad de visitar los montes y valles del Piamonte, en el norte de Italia, donde los valdenses se refugiaron para custodiar la verdad del evangelio en momentos sombríos durante la Edad Media. Allí visité la antigua escuela para pastores valdenses (o «Barbetti»'). Una experiencia inolvidable es que allí, junto al camino, recolectamos cerezas y bayas silvestres para comer. También entramos a su iglesia, una construcción muy sencilla. Justo antes de entrar miré hacia la parte superior de la puerta donde se leía la siguiente frase en latín: «Lux lucet in tenebris», que significa «La luz resplandece en las tinieblas». El pensamiento me conmovió profundamente. Los valdenses fueron perseguidos y masacrados durante la Edad Media porque se aferraban al evangelio y predicaban y distribuían la Palabra de Dios. En 1655 el duque de Saboya ordenó a los valdenses asistir a misa dándoles un plazo de veinte días para someterse o vender sus propiedades y retirarse de sus dominios. El ultimátum vino en medio de un crudo invierno. Pero los fieles predicadores decidieron huir subiendo las escarpadas pendientes hacia los valles del Piamonte, donde encontraron refugio con sus hermanos en la fe. Más tarde, el 24 de abril de 1655, a las cuatro de la madrugada, el duque dio la señal para desatar una masacre. La matanza, conocida como las Pascuas Piamontesas, fue tan brutal que causó indignación en Europa. Oliver Cromwell, gobernador de Inglaterra, escribió cartas a favor de las víctimas, recaudó donativos, proclamó ayuno en el país y amenazó con la acción militar para defenderlos. John Milton, el famoso autor inglés de El paraíso perdido, escribió el soneto On the Late Massacre in Piedmont [La última masacre del Piamonte] en que suplica: «Venga, oh Señor, a tus santos que han sido masacrados [...]. Aquellos que guardaron tu verdad tan pura de antaño, cuando todos nuestros padres adoraban maderos y piedras».
La historia de los valdenses conserva una preciosa verdad: Para vencer las tinieblas no se precisa una luz fuerte. Por más débil que sea, la luz brillará en medio de la oscuridad. De la misma manera, no tienes que realizar grandes acciones para permitir que la luz del evangelio brille en tu vida. Si tu vida es sincera y fiel a la Palabra de Dios, si tu lenguaje es puro, si rehúsas hablar mal de otros, si inclinas tu rostro para orar en lugares públicos, si tienes fe y gozo cuando las circunstancias son difíciles, tu luz brillará en medio de la oscuridad.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

LA LIMPIEZA DEL TEMPLO

Mi casa es casa de oración; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. Lucas 19:46.

¿Por qué se despertó la indignación de Cristo cuando entró a los atrios del templo? Su mirada recorrió la escena, y vio en ella la deshonra de Dios y la opresión del pueblo. Escuchó los mugidos de los bueyes, el balido de las ovejas y las discusiones entre los que vendían y compraban. En los atrios de Dios hasta los sacerdotes y dirigentes estaban involucrados en los negocios... Cuando la atención de estos fue dirigida hacia él, no podían quitar su vista de su rostro, porque había algo en su semblante que los asombraba y los llenaba de terror. ¿Quién era él? Un humilde galileo, el hijo de un carpintero que había trabajado con su padre en su oficio; pero al contemplarlo, sentían como si hubiesen sido llamados ante el tribunal...
Cristo vio a los pobres, los sufrientes y afligidos en problemas y desasosiego por no tener lo suficiente para comprar siquiera una paloma para una ofrenda. Los ciegos, los lisiados, los sordos, los afligidos sufrían y penaban porque anhelaban presentar una ofrenda por sus pecados, pero los precios eran tan exorbitantes que no podían pagarlos. Parecía que no había oportunidad de que sus pecados fueran perdonados...
Cuando Cristo había expulsado a los vendedores de palomas, les dijo: "Quitad de aquí esto" (Juan 2:16). No echó las palomas como había echado a los bueyes y las ovejas, ¿por qué? Porque estas eran las únicas ofrendas de los pobres. Conocía sus necesidades, y en tanto que los vendedores fueron expulsados del templo, los sufrientes y los afligidos permanecieron en los atrios...
Pero los sacerdotes y dirigentes, al recobrarse de su asombro, dijeron: "Regresaremos y lo desafiaremos, y le preguntaremos con qué autoridad ha pretendido expulsarnos del templo".
Pero cuando entraron nuevamente al atrio del templo, una tremenda escena apareció ante sus ojos. Cristo atendía a los pobres, los sufrientes y los afligidos... Les daba a los sufrientes alivio tierno. Tomaba a los pequeños en sus brazos y demandaba liberación de la enfermedad y el sufrimiento. Les dio vista a los ciegos, oído a los sordos, salud a los enfermos y alivio a los afligidos...
Hacía precisamente la obra que había sido profetizada que haría el Mesías.— Review and Herald, 27 de agosto de 1895.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White