lunes, 25 de febrero de 2013

PAJAROS CANTORES


Lugar: Estados Unidos
Palabra de Dios: Proverbios 13:20.

Ricky* y Tony* estaban jugando en el bosque, cuando descubrieron el nido de un pardillo.
-¡Mira! ¡Pichones! -susurró Ricky.
En lugar de alejarse, los chicos decidieron sacar un par de pichones del nido.
-Pongamos los pajaritos al lado del canario -sugirió Tony-. Así pueden aprender a cantar hermoso, como canta el canario.
Así fue que, cuando llegaron a su casa, pusieron a los pajaritos en dos jaulas de madera, al lado de su canario.
Unos días más tarde, cuando se acercaron a ver cómo estaban los pajaritos, Ricky y Tony descubrieron que los tres pájaros estaban haciendo los mismos ruidos.
-Nuestro experimento debe haber funcionado -afirmó Ricky.
Pero, al escucharlos, se dieron cuenta de que el canario no estaba cantando las hermosas melodías que generalmente cantaba; en lugar de eso, estaba haciendo los mismos ruidos que los pichones de pardillo.
-Ay, no -exclamó Ricky-. ¡Tenemos que alejar al canario de los pardillos!
Se llevaron al canario a otra habitación. Pero, pasó un tiempo hasta que el canario comenzara a cantar su bella melodía nuevamente.
Hay un proverbio que dice: "El que con sabios anda, sabio se vuelve; el que con necios se junta, saldrá mal parado". En otras palabras, la gente con la que nos juntamos influye sobre quiénes somos y cómo actuamos. Pueden cambiarnos para bien o para mal. Es por eso que es importante elegir nuestros amigos con sabiduría.
Algunos jovencitos piensan que no importa; que porque los amigos con los que andan actúen de cierta manera eso no significa que ellos terminarán haciendo lo mismo. Pero, los amigos son influencias poderosas, y puede ser que adoptes sus mismos hábitos, así como el canario comenzó a gorjear igual que los pardillos. Elige tus amigos sabiamente; te alegrarás de haberlo hecho.

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

LA COMPASIÓN SE MUEVE


Dichoso el que piensa en el débil; el Señor lo librará en el día de la desgracia. El Señor lo protegerá y lo mantendrá con vida. Salmo 41:1-2.

Creo que todas nos conmovemos cuando escuchamos la parábola de aquel hombre que, a la vera del camino, yacía lastimado frente a la mirada indiferente de los transeúntes, hasta que el samaritano dejó caer su manto de compasión sobre él.
Vivimos en una sociedad fría e impersonal que frecuentemente observa el dolor ajeno sin conmoverse. Parece que, inmersos en una competencia, todos corremos buscando alcanzar nuestros propios objetivos, aunque para lograrlos pasemos por encima de otros, o nos mantengamos inmutables frente a las necesidades del prójimo.
El buen samaritano tuvo el toque de la compasión. Hizo a un lado sus intereses personales, fue capaz de escuchar a su corazón y se detuvo en la carrera de sus preocupaciones, porque indudablemente las tenía, para socorrer a alguien que estaba indefenso y desprotegido. La Biblia dice: «Se acercó, le curó las heridas con vino y aceite, y se las vendó. Luego lo montó sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos monedas de plata y se las dio al dueño del alojamiento. "Cuídemelo —le dijo—, y lo que gaste usted de más, se lo pagaré cuando yo vuelva"» (Luc. 10:34-35). ¡Maravillosa compasión de Dios! No solamente le dio atención física y material, sino que también curó sus heridas emocionales, que afloran naturalmente en alguien que ha sido maltratado. Y todavía más, cuidó de él hasta su recuperación.
La misericordia que mueve el corazón y nos lleva a realizar actos de bondad, al dejar a un lado el ego, debería ser una virtud natural en la vida de nosotras, las mujeres de Dios. No endurezcamos el corazón ante las necesidades de nuestros hijos e hijas, que son propias de la infancia y la juventud, y que pudieran parecemos simples. No dejemos morir la relación de amor con nuestros esposos, al permanecer sordas e inmutables frente a la naturaleza y a las necesidades masculinas. ¡Amémoslos con amor activo! No confinemos a la soledad a las mujeres que han sido golpeadas por la vida y viven en el oscuro mundo de las drogas y la promiscuidad. Extendamos nuestras manos llenas de compasión y curemos sus heridas.
Este día, en la carrera de tu vida, detente, observa tu entorno y, si descubres que alguien te necesita, deja que la compasión fluya.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

LA LUCHA CONTRA LA BIBLIA


La hierba se seca y la flor se marchita, pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre (Isaías 40:8).

La Revolución Francesa de 1789, fue el epicentro de un terremoto social que generó las condiciones políticas y culturales en las que vivimos hoy. Con ella llegaron a Francia la democracia, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, que afirmaba la libertad e igualdad de todos ante la ley, y el fin de la monarquía absolutista, basada en el «derecho divino de los reyes». Pero la Revolución Francesa fue también la culminación de una larga lucha contra la Biblia y aquellos que la amaban y la atesoraban.
El movimiento reformador albigense, formado por ávidos lectores de la Biblia, fue salvajemente aplastado como resultado de cuatro campañas lanzadas contra ellos durante el siglo XIII. Entre los siglos XVI y XVIII, los hugonotes fueron perseguidos hasta que casi fueron exterminados. El acontecimiento más infame de esta persecución fue la masacre de San Bartolomé, que comenzó la noche del 23 de agosto de 1572, durante la que murieron miles de ellos en París y en el resto de Francia.
El gobierno francés quiso borrar de su conciencia la Biblia. Instauró un nuevo calendario que no contaba los años con relación a Cristo sino a partir de la Revolución. La semana bíblica de siete días fue cambiada a una semana de diez días llamada décade y el séptimo día se celebraba en honor a la república. Una joven vestida de blanco y cubierta con una capa azul fue instalada simbólicamente como diosa de la razón en la imponente catedral gótica de Notre Dame de París. Se organizaron hogueras públicas para quemar Biblias.
Pero con el rechazo de la Biblia, Francia también descendió a la oscuridad. El 5 de septiembre de 1793 se inició por decreto el Gobierno del Terror, uno de los períodos más trágicos de la historia. Tal decreto permitía ejecutar a enemigos de la Revolución sin darles el beneficio de un juicio público ni asistencia legal. La Enciclopedia Británica estima que un total de 300,000 personas sufrieron arresto, 17,000 fueron ejecutadas y muchas más murieron en prisión o sin juicio. (Debemos considerar que probablemente París tenía por aquel entonces unos 700,000 habitantes). Así, Francia peleó contra la Biblia y cosechó un reino de terror.
Nosotros también podemos luchar contra la Biblia. Podemos sacarla de nuestra vida, minimizar sus enseñanzas, o simplemente ignorarla. Pero quienes así actúen, y crean que son más inteligentes y vanguardistas, descenderán a la obscuridad.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

EL CAMINO DE DIOS, NO EL MÍO


Muéstrame, oh Jehová, tus caminos; enséñame tus sendas. Salmo 25:4.

A veces se escucha a uno que profesa ser un seguidor de Cristo decir: "No deben sorprenderse si soy duro, si hablo rudamente, o manifiesto mal genio; es mi manera de ser".
¡Nos pide que no nos sorprendamos! ¿Acaso el cielo no se sorprende ante tales manifestaciones, dado que se ha diseñado un plan de salvación, dado que se ha hecho un sacrificio infinito en la cruz del Calvario, para que usted refleje la imagen de Jesús? ¿Entrará al cielo su manera de ser? Suponga que alguien se acerca a las puertas de perla y dice: "Yo sé que he sido rudo y desagradable, y que tengo la tendencia a mentir y robar; pero quiero entrar a las mansiones celestiales". ¿Conseguirá entrada a través de las puertas de la santa ciudad tal disposición? ¡No, no! Allí solo entrarán los que siguen el camino de Dios.
La manifestación de tendencias naturales y heredadas hacia la mala conducta no puede ser excusada por la alegación de que "es mi manera de ser". Los cristianos advierten que para poder introducir los principios del cristianismo en la vida diaria, necesitan mucho de la gracia de Cristo.
Los jóvenes que cooperan con Cristo encontrarán que su camino está lleno de errores que necesitan corregirse. De traerse a la edificación del carácter, estos errores son como maderos podridos. No permitan que ninguno permanezca. Que nadie alegue el privilegio de aferrarse a sus imperfecciones y se excuse diciendo "es mi manera de ser". Quienes gratifican el yo y se niegan a abandonar su camino por el camino de Cristo sufrirán el resultado seguro...
¿Intenta usted caminar en la senda de la verdad y la justicia? Entonces no permita que la tentación lo desanime. En verdad, será tentado, pero recuerde que la tentación no es pecado; no es una indicación del desagrado de Dios. El permite que usted sea tentado, pero él mide la tentación según el poder que él le imparte para permitirle a usted resistirla y vencerla. Es en la hora de la tentación y la prueba que usted ha de medir el grado de su fe en Dios, y calcular la estabilidad de su carácter cristiano.
No diga "me es imposible vencer"... Con sus propias fuerzas, usted no puede vencer, pero se ha dispuesto ayuda de Uno que es poderoso. Susurre la oración: "Muéstrame, oh Jehová, tus caminos; enséñame tus sendas" (Sal. 25:4).— Youth's Instructor, 2 de octubre de 1902.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White