sábado, 23 de febrero de 2013

"QUERIDA NANCY”


Lugar: Maryland, EE,UU.
Palabra de Dios: 2 Corintios 3:2,3.

La carta provenía de Gran Bretaña, dirigida a Nancy Feldman, de los Estados Unidos. El problema era que la persona que envió la carta no conocía la dirección completa de Nancy. Había escrito el estado (Maryland), pero la ciudad estaba equivocada y, en lugar de poner el nombre de la calle, simplemente escribió: "Casa grande, vieja (histórica), detrás de la torre de agua, con un cerco para caballos alrededor".
Los empleados del correo debieron haber quedado perplejos cuando encontraron esa carta. Pero, en lugar de tirarla, se tomaron el tiempo para descubrir dónde debían entregarla. El pequeño mapa que el remitente había dibujado en el sobre quizá los haya ayudado. Y, créanlo o no, la carta llegó hasta el buzón de Nancy Feldman en Spencerville, Maryland.
Las cartas siempre han sido una forma especial de comunicación. Antes de los telégrafos, los teléfonos, los fax y los e-mails, eran el principal medio de conectarse con gente que vivía lejos.
La Biblia dice: "Ustedes mismos son nuestra carta, escrita en nuestro corazón, conocida y leída por todos. Es evidente que ustedes son una carta de Cristo, expedida por nosotros, escrita no con tinta sino con el Espíritu del Dios viviente; no en tablas de piedra sino en tablas de carne, en los corazones".
En otras palabras, Dios se comunica con otras personas a través de nosotros. Nuestras palabras y acciones los ayudan a ver su amor. Somos una carta de Cristo al mundo. Ese es un gran honor, ¿no es cierto? Pidamos al Señor que nos ayude a comunicar un mensaje de amor a quienes nos rodean.

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

UNA LABOR QUE REQUIERE PREPARACIÓN


¿Has visto a alguien diligente en su trabajo? Se codeará con reyes y nunca será un Don Nadie. Proverbios 22:29.

A una mujer que fue a realizar un trámite burocrático le preguntaron cuál era su profesión, y cuando declaró que era madre y ama de casa, el funcionario público escribió en la línea de respuesta: «No trabaja».
Puedo asegurar que atender el hogar y cuidar a los hijos no solamente es un trabajo abrumador, sino que también requiere de mujeres altamente preparadas. Si pensamos en la diversidad de actividades que realizan, podemos asegurar que necesitan preparación en muchos asuntos de la vida. La crianza de los hijos les exige tener conocimientos en nutrición, psicología, pedagogía, medicina y cultura general. Para el cuidado y la conducción del hogar necesitan tener nociones de economía, contabilidad, recursos humanos, administración del tiempo, negociación y relaciones públicas, artes culinarias y decoración de interiores. Para ser buenas esposas necesitan aprender a ser novias a través de los años, amigas incondicionales y excelentes para escuchar; deben también dominar las técnicas de la buena conversación, conocer la naturaleza masculina y ser expertas en el arte de amar.
A pesar de todo esto, mucha gente ha llegado a pensar que las mujeres que trabajan en el hogar realizan una labor tan sencilla, que no puede entrar en la categoría de «trabajo». Sus labores son pobremente calificadas y demeritadas.
Querida madre, esposa, ama de casa, aunque tengas la impresión de que nadie ve ni valora lo que haces, debes saber que ante Dios tu obra es apreciada. Al hacer alusión al trabajo de la mujer en el hogar, Elena G. de White escribió: «¡Ojalá la madre pudiera percatarse de cuan importantes son sus deberes y de cuán grande será la recompensa de su fidelidad!» (El hogar adventista, cap. 38, p. 225).
A pesar de lo que opinen los demás, o de cómo actúen en consecuencia, nunca cometas el error de menospreciar las labores que realizas en el interior de tu hogar. Sé diligente y da tu mejor esfuerzo, pues para tus hijos y para tu esposo pocas alegrías pueden ser mayores que saber que cuentan contigo como punto de equilibrio que evita que el hogar se descontrole. Al enfrentarte este día con tus tareas en tu hogar, siente que Dios te aprueba y alaba, pues así es como tendrás un corazón lleno de amor, un espíritu de abnegación y una mente dispuesta a disfrutar de lo que haces.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

EL MONUMENTO MÁS GRANDE



El que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor (Mateo 20:26).

Hace un par de años tuve el privilegio de realizar un viaje de estudios que incluyó los tesoros arqueológicos de El Cairo, la capital de Egipto. Lo que más me impresionó fueron las enormes pirámides que todavía dominan el horizonte de la ciudad. Estas pirámides fueron construidas entre el 2575 y el 2465 a. C, como tumbas de faraones poderosos. La más grande es la pirámide de Keops, que es probablemente el edificio más colosal construido alguna vez en el planeta. Su altura original era de 147 metros y sus cuatro lados están orientados con precisión hacia los cuatro puntos cardinales. Según cifras de la Enciclopedia Británica, se cortaron con precisión, transportaron y ensamblaron, dos millones trescientos mil sillares de roca para crear una estructura de 5,750,000 toneladas de peso (un promedio de 2.5 toneladas por bloque). Fue el edificio más grande del mundo hasta el 1311 d. C.
Siempre me pregunté qué habría pasado si Moisés hubiera decidido ser faraón de Egipto. ¿Habría construido él una tumba más colosal y gloriosa? No lo sabemos. Moisés murió solo en el monte Nebo en la cumbre del Pisga y nadie conoce su tumba. Sin embargo, al conducir a Israel de la esclavitud en Egipto a la libertad en la tierra prometida creó un monumento que ha probado ser más grande, duradero e importante para la humanidad. Su historia ha sido una fuente de inspiración para millones de personas oprimidas a través de la historia. Fue la inspiración de varios himnos «espirituales negros» (por ejemplo, Turn Back Phamoh's Army, l Am Bound for the Promised Land, Go Down Moses) que los esclavos de América del Norte cantaban, anhelando su liberación. En la revista Time, Bruce Feiler mencionó que cuando los Estados Unidos firmaron su Declaración de Independencia el 4 de julio de 1776, el Congreso pidió a Thomas Jefferson, Benjamin Franklin y John Adams, que propusieran un sello para la nueva nación. Ellos sugirieron a Moisés llevando a los israelitas a través del mar Rojo.
¿Y tú? ¿Has creado un monumento con tu vida? ¿Vas a dejar una huella visible de tu paso por este mundo? La pirámide de Keops será destruida en la segunda venida de Cristo, pero el monumento de Moisés permanecerá por la eternidad en el recuerdo de los redimidos. ¿Y el monumento de tu vida? ¿Será eterno?

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

¿QUÉ ES LA FE?


Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.
Hebreos 11:1.

Es precioso el pensamiento de que la justicia de Cristo nos es imputada, no por algún mérito de nuestra parte, sino como don gratuito de Dios. El enemigo de Dios y del hombre no quiere que esta verdad sea presentada claramente; porque sabe que si la gente la recibe plenamente, habrá perdido su poder sobre ella. Si consigue dominar las mentes de los que se llaman hijos de Dios, de modo que su experiencia se componga de duda, incredulidad y tinieblas, logrará vencerlos con la tentación. Esta fe sencilla, que acepta al pie de la letra lo que Dios dice, debe ser estimulada. El pueblo de Dios debe poseer la clase de fe que se aferra al poder divino; "porque por gracia sois salvos por la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios" (Efe. 2:8). Los que creen que por amor de Cristo, Dios ha perdonado sus pecados, no deben, por causa de la tentación, dejar de seguir peleando la buena batalla de la fe. Su fe debe volverse cada vez más fuerte hasta que su vida cristiana, como sus palabras, declare: "La sangre de Jesucristo... nos limpia de todo pecado" (1 Juan 1:7).
La fe significa confiar en Dios, creer que nos ama y sabe mejor qué es lo que nos conviene. Por eso nos induce a escoger su camino en lugar del nuestro. En vez de nuestra ignorancia, acepta su sabiduría; en vez de nuestra debilidad, su fuerza; en vez de nuestra pecaminosidad, su justicia. Nuestra vida, nosotros mismos, ya somos suyos; la fe reconoce su derecho de propiedad, y acepta su bendición. La verdad, la justicia y la pureza han sido señaladas como los secretos del éxito en la vida... Todo buen impulso o aspiración es un don de Dios; la fe recibe de Dios la única vida que puede producir desarrollo y eficiencia verdaderos.
Se debería explicar claramente cómo se puede ejercer fe. Toda promesa de Dios tiene ciertas condiciones. Si estamos dispuestos a hacer su voluntad, toda su fuerza nos pertenece. Cualquier don que se nos prometa se encuentra en la promesa misma... Tan ciertamente como se encuentra el roble contenido en la bellota, se encuentra el don de Dios en su promesa...
La fe que nos capacita para recibir los dones de Dios es en sí misma un don... Aumenta a medida que se la usa para asimilar la Palabra de Dios. A fin de fortalecer la fe debemos ponerla a menudo en contacto con la Palabra.
¡Cuán a menudo los que confiaron en la Palabra de Dios, aunque eran en sí mismos completamente impotentes, han resistido el poder del mundo entero!... Estos constituyen la verdadera nobleza del mundo. Constituyen su realeza..— Review and Herald, 24 diciembre de 1908.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White