viernes, 30 de noviembre de 2012

«ATRAVIESA» TUS PROBLEMAS


«Por fe, los israelitas pasaron el Mar Rojo como si fuera tierra seca» (Hebreos 11:29).

Hoy estamos atravesando el desierto con los hijos de Israel. Finalmente los egipcios nos han dejado salir del país. ¡Mira! Qué mar tan grande ese que se extiende delante de nosotros. Es el Mar Rojo.  ¿Cómo vamos a hacer para cruzarlo? Espera, ¿qué es eso que se oye? Mira esa nube de polvo que se levanta hacia el cielo. ¡Oh, no! Son los egipcios que vienen persiguiéndonos con espadas y lanzas. Escucha lo que está diciendo Moisés. Dice que nos quedemos callados y que veamos a Dios luchar por nosotros. ¿Cómo puede salvarnos Dios? Estamos rodeados por las montañas, el desierto, el mar y los egipcios. ¿Adónde podemos ir?
Mira, una nube oscura está bajando del cielo. Ya no puedo ver a los egipcios. ¿Qué está haciendo Moisés ahora? Está alzando su vara de pastor sobre el Mar Rojo. ¡No lo puedo creer! ¡Puedo ver el fondo del mar! El agua se ha dividido en dos. ¡Asombroso! Ahora estamos caminando por el fondo del Mar Rojo en tierra seca. ¿No es poderoso nuestro Dios?
A veces los problemas se atraviesan en nuestro camino y pareciera que no hay escapatoria. Pero Dios siempre tiene una vía de escape. Confía hoy en él y observa cómo él te hace pasar victorioso por en medio de tus problemas.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

UN DULCE PERDÓN


Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces. (Jeremías 33:3).

Llegué a la universidad de Montemorelos con mi hijo de cuatro años para estudiar. Empecé a trabajar como maestra y luego en una panadería. Pasaron varios años y todavía se me dificultaba amueblar mi casa.
En cierta ocasión fui hasta la ciudad de Monterrey para adquirir a crédito una lavadora. Completé una solicitud de crédito en un almacén, donde me indicaron que la misma sería contestada en determinado número de días. Llegado el momento, y para asegurarme de que todo estaba bien, decidí llamar a la tienda antes de salir para Monterrey. Para mi sorpresa, la respuesta fue muy clara: mi solicitud no había sido aprobada. Me eché a llorar. Mi esperanza de comprar una lavadora se había esfumado.
Sin embargo, en el piso de la entrada de la casa había un sobre que alguien había metido por debajo de la puerta. Sin mucho interés lo abrí, todavía con lágrimas en los ojos, y empecé a leer. ¡Dios había contestado mi oración mucho antes de que yo hubiera solicitado el crédito!
¡La respuesta no estaba en la llamada telefónica! ¡Estaba en la carta! La carta decía: «Hermana Griselda: Dios nos ha bendecido mucho más de lo que nosotros esperábamos. Ha abierto puertas de bronce y cerrojos de hierro. Nosotros deseamos donarle algunos de nuestros muebles. Usted puede pasar a buscar una lavadora, un juego de cuarto, un juego de comedor, una estufa y una licuadora».
Ya no me importaban los muebles, porque había recibido algo mejor: una muestra del amor divino y de su tierna misericordia. Lo pude ver en aquella carta, escrita justo a tiempo con el propósito de inspirarme a una relación más íntima con el Señor, a través de la actuación de una familia agradecida y generosa. El Señor me ha dado pruebas de su infinito amor. Su suave voz me reconforta y me llena de paz. ¿Puedes tú decir lo mismo que yo? Si no es así, pon tu confianza en él y espera, porque sin duda alguna, él hará.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Griselda Uriegas Camargo

EN BUSCA DE LAS ALTURAS


Los que confían en el Señor tendrán siempre nuevas fuerzas y podrán volar como las águilas. Isaías 40:31

¿Qué tiene que hacer un sembrador de papas con tal de lograr el mejor precio para su producto? Obviamente, vender un producto de calidad. Según cuenta The Chronicle of the Oíd West (Crónicas del Viejo Oeste), esto es precisamente lo que hacían los productores de papas de cierto pueblo agricultor. Clasificaban cuidadosamente las papas en tres categorías: grandes, medianas y pequeñas. Luego las colocaban en grandes recipientes y usaban la mejor carretera para transportarlas.
Un día, mientras vendían su cosecha en la ciudad, llegó también el granjero Juan, con su viejo camión cargado de papas hasta el tope, sin clasificarlas. Cuando los demás vendedores lo vieron llegar, imaginaron que le pagarían una miseria por su mercancía. Grande fue la sorpresa de estos hombres cuando, al final de la venta, supieron que Juan había obtenido por su cargamento de papas el mismo precio que ellos.
Luego se enteraron de la razón. Resulta que, después de montar en su camión el cargamento de papas, Juan viajaba a la ciudad, no por la autopista, sino por la vieja carretera pedregosa. Con los movimientos que producen los baches del camino, las papas más pequeñas se iban al fondo, las medianas se quedaban en el medio y las más grandes subían al tope. Todo lo que Juan tenía que hacer cuando llegaba al lugar de ventas era descargarlas comenzando por las más grandes (adaptado de Chronicle of the Old West, en www.chronicleoftheoldwest.com).
¡Qué interesante! Cuando el camino es pedregoso, las papas pequeñas se van al fondo, mientras las grandes se mueven hacia el tope. ¿No es esta una ilustración muy apropiada de lo que ocurre mientras transitamos por el camino de la vida?
Si ahora estás atravesando por momentos difíciles, recuerda que «las papas grandes se mueven hacia el tope cuando el camino es pedregoso». Así es. La misma prueba que hace caer a los cobardes impulsa a los valientes a buscar la cima. Los valientes han aprendido que en cada problema se esconde un desafío, y lo enfrentan. Que en cada crisis, hay una oportunidad; y la aprovechan. Han descubierto que cuando una puerta se cierra, otra se abre.
AL IGUAL QUE LAS ÁGUILAS, LOS VENCEDORES SIEMPRE ESTÁN EN BUSCA LAS ALTURAS.

Padre celestial., cuando vengan las pruebas ayúdame a mirar hacia arriba, hacia tu trono de gracia.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

LA LUZ DEL MUNDO


«Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas» (Juan 12:46).

Uno de los objetos más brillantes del cielo nocturno es Venus. Se ve como una estrella brillante, pero en realidad es un planeta. Puesto que es lo bastante brillante como para poder ser visto a simple vista, ha sido objeto de adoración desde los tiempos prehistóricos. En griego, el nombre de Venus es Afrodita y el nombre babilonio es Istar. Se dice de Venus que es nuestro planeta hermano porque tiene, aproximadamente, el mismo diámetro que la Tierra.
Venus alcanza su máximo brillo poco antes del amanecer, por lo que a menudo se lo llama el lucero de la mañana. Un dato interesante sobre el planeta Venus: Está cubierto por una capa de nubes de más de 56 kilómetros de espesor (en la Tierra, las nubes más altas no superan los 16 kilómetros).
No hace mucho, un científico escribiendo para la revista National Geographic declaró lo siguiente: «En teoría, si se pudiera estar en Venus, sería posible disfrutar de una de las más extrañas experiencias de la vida. A causa de que las nubes reflejan como un espejo, se especula que sería posible ver todo el perímetro del planeta». Eso se llama «reflexión al punto de partida». ¿Cómo funciona? Seguro que ha estado en algún vestuario en el que hay espejos en todas las paredes, por lo que le es posible verse desde todos los ángulos. Pues bien, en lugar de espejos, la capa de nubes de Venus actuaría como un gigantesco espejo que lo reflejaría desde todos los lados, de manera que usted podría ver toda la superficie del planeta desde un solo punto y sin moverse de él.
¿Por qué es tan interesante? ¿Se ha preguntado cómo es posible que, cuando Jesús venga, todos los ojos lo vean viniendo en las nubes? ¿Cree que a Jesús le resultaría difícil cubrir toda la tierra con una capa de nubes que reflejase su venida como un espejo gigantesco, de manera que todos los habitantes de la tierra pudieran verlo al mismo tiempo?
Pero el lucero de la mañana tiene más que decirnos. Antes de que Jesús viniera, nuestro mundo estaba en tinieblas. El profeta Isaías escribió: «Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra y oscuridad las naciones» (Isa. 60:2). Pero entonces vino Jesús. «En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. [...] La luz verdadera que alumbra a todo hombre venía a este mundo» (Juan 1:4,9).
Invite a Jesús para que sea la luz de su vida.  Basado en Juan 12:46

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill