lunes, 26 de noviembre de 2012

¿CUÁL DE LOS DOS?


«Cuando te dejé en la isla de Creta, lo hice para que arreglaras lo que quedaba por arreglar y para que, en cada pueblo, nombraras ancianos de la iglesia, de acuerdo con lo que yo te encargué» (Tito 1:5).

Hoy nos vamos de expedición a la isla de Creta. Creta es una isla grande situada en el Mar Mediterráneo. El versículo de hoy nos dice que Pablo dejó a Tito en Creta y le encargó una tarea. Estoy seguro de que mientras Tito estuvo en la isla de Creta dedicó una buena parte de su tiempo a caminan disfrutar de la naturaleza y hablar con Dios.
Un árbol que Tito pudo haber visto es el algarrobo. El algarrobo da unas pequeñas semillas llamadas algarrobas que saben muy parecido al chocolate. Es probable que alguna vez hayas probado un brownie de algarroba, una barra de chocolate de algarroba o incluso un pastel de algarroba. Aunque su sabor es muy parecido a del chocolate, la algarroba no tiene algunos elementos que son perjudiciales para la salud que el chocolate sí tiene.
En la vida también hay muchas cosas que son parecidas. A menudo una de ellas es mejor que la otra. Debemos consultar a Jesús cada día para hacer elecciones sabias. Él sabe qué es lo mejor para nosotros y nos mostrará qué decisión debemos tomar.  Así que la próxima vez que necesites tomar una decisión difícil, pídele a Dios que te muestre la diferencia entre el chocolate y la algarroba.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

LLAMADAS PARA SERVIR


¡Muchas mujeres hicieron el bien; Mas tú sobrepasas a todas! (Proverbios 11:29).

Como en los tiempos antiguos, Dios ha llamado a sus siervos fieles para que respondan a las demandas de su época. A lo largo de los siglos sus escogidos han sido jueces o libertadores, profetas, reyes y apóstoles, entre otros. Dios ha llamado a hombres y mujeres para que, en el momento que les ha tocado vivir, puedan cumplir determinada misión. Hoy, al igual que ellos entonces, tú y yo hemos sido llamadas a servir. El hecho de ser mujeres, nos permite acceder a personas que no podrían ser alcanzadas por hombres.
En la Biblia podemos ver el importante papel desempeñado por algunas mujeres en el gran plan de Dios. Algunas de ellas fueron:


  • Dirigentes y consejeras como Débora, quien no titubeó en lo concerniente a la libertad de su pueblo.
  • Valientes y abnegadas como Ester. Una mujer de extraordinaria belleza que estuvo dispuesta a arriesgar su vida por el bien de su nación.
  • Amantes y perdonadoras como Ana quien, en medio de hostilidades, enemistades y conflictos morales, supo amar y perdonar.
  • Pacificadoras y prudentes como Abigail, que con su sabiduría salvó a su esposo de conflictos y al futuro rey de cometer un acto imprudente y criminal.
  • Humildes y obedientes como María, madre abnegada del Mesías.
  • Trabajadoras y serviciales como Dorcas, una mujer laboriosa y dispuesta a ser útil en los momentos de crisis.
  • Fieles y leales como Rut, quien decidió identificarse con los israelitas y aceptar al Dios eterno, formando así parte del gran plan de Dios para la humanidad. Hemos sido llamadas para servir en el medio en el que nos ha tocado vivir. Ojalá que cada una de nosotras sea en Cristo una mujer virtuosa, para su gloria y honor.


Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Coraduma Escobar de Villarreal

ALGUIEN ESTÁ PENDIENTE DE TI


No hemos dejado de orar por ustedes.  Colosenses 1:9

Jaime no podía explicar por qué se sentía tan extraño ese día. En lugar de estar practicando su pasatiempo favorito, no podía sacar de su mente la iglesia de su juventud. ¿Qué estaba pasando? Había dejado de asistir a su iglesia desde hacía unos cuantos años. Pero frescos en su mente estaban los viejos himnos, los textos bíblicos, las amistades... Y ese día en particular no podía explicar por qué esos recuerdos acudían a su mente con tanta fuerza. Entonces decidió visitar su recordada y querida iglesia.
Justo ese día estaba concluyendo la Semana de Oración. Cuando Jaime entró al templo, se escucharon murmullos de asombro, que fueron creciendo en intensidad hasta convertirse en francas expresiones de alegría. Incluso algunos de los miembros no pudieron contener lágrimas de emoción. Entonces se escuchó la voz del pastor:
—En este momento concluiremos nuestra Semana de Oración formulando votos de fidelidad a Jesús, quien murió por...
—¡Murió por mí! —exclamó Jaime, mientras caminaba hacia el pulpito.
Entonces el pastor tomó la palabra:
—¿Alguien aquí duda del poder de la oración intercesora?
Inmediatamente se escuchó un estruendoso «¡Amén!» de parte de la congregación.
Acto seguido, el pastor descendió de la plataforma, estrechó la mano de Jaime y le dijo:
—Jaime, esta semana hemos estado orando por ti. Orando para que regresaras a la iglesia. Consideramos que ya era demasiado tiempo lejos del redil. ¡Bienvenido a casa! (Adaptado de Betty Kossick, Revista adventista [edición interamericana], noviembre de 1980, p. 9).
Entonces Jaime entendió el porqué de esos sentimientos tan extraños: alguien había estado orando por él. Y Alguien había estado pendiente de él. Porque aunque Jaime se había alejado de Dios, Dios no se había alejado de Jaime. ¡Pero es que Dios no suelta con facilidad ni siquiera al más pequeñito de sus hijos! Mucho menos si esa ovejita ha sido alguna vez parte de su redil.
No sé cómo está tu vida espiritual ahora mismo. Lo que sí sé es que, si te has alejado de Dios, alguien está orando por ti.  Y alguien está pendiente de ti.  Es tu padres celestial  Él no se va a cruzar de brazos mientras ve que una de sus ovejitas corre peligro fuera del redil.

Gracias, Padre mío, por estar siempre pendiente de mí

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

LAS PALABRAS DE DIOS SON VIDA



«El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. » Juan 6:63.


Jesús le dijo a Marta algo que parecía demasiado bueno para ser verdad. Con toda claridad, declaró: «Tu hermano resucitará». De tener suficiente fe, ella podría haber dicho: «Señor, gracias por la promesa. Estoy segura de que en cualquier momento lo veremos sentado a la mesa, comiendo con nosotros». Pero no, ella solo pensaba en una posibilidad futura y respondió: «Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día final» (Juan 11: 24).
Muchas son las preciosas verdades que han sido puestas a un lado como reliquias del pasado. Decimos: «Sí, creemos esa promesa. Es una verdad extraordinaria». Y, acto seguido, nos apresuramos a archivarla cuidadosamente. Creer una verdad de manera que se la pone en cama y se la hace reposar sobre una mullida almohada de olvido es lo mismo que no creerla en absoluto.
A menudo, hacemos con las promesas de Jesús como aquella pareja de ancianos hizo con un precioso documento que habría solucionado su futuro si hubieran estado conscientes de su valor real. Al entrar en casa de una parecía pobre, un caballero vio que de la pared colgaba un marco con un billete de mil francos franceses. Preguntó a los ancianos: «¿Cómo lo consiguieron?». Le contaron que habían acogido a un pobre soldado francés y lo habían cuidado hasta su muerte. Él les había dado esa retrato suyo como recuerdo. Pensaron que quedaría bonito si lo enmarcaban y por eso estaba colgado de la pared de la granja. Al enterarse de que, si lo cambiaban por dinero, podía valer una pequeña fortuna, quedaron estupefactos.
¿No hacemos nosotros algo similar con cosas infinitamente más preciosas? ¿Acaso no leemos algunas de las promesas de Jesús y decimos: «Son preciosas», para luego no reclamarlas cuando las necesitamos? Nosotros hacemos lo mismo que Marta cuando tomó las palabras: «Tu hermano resucitará» y las puso en el extraordinario marco de «la resurrección, en el día final». Ojalá tuviéramos fe para transformar los lingotes de oro de las promesas de Dios en monedas cotidianas y las usáramos como dinero de bolsillo.
Señor, reclamo tus preciosas promesas. Basado en Juan 11:1 -44

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill