jueves, 13 de septiembre de 2012

FUEGO BACTERIANO O LUZ


«Herí sus campos con quemazón y con plaga, y con granizo toda obra de sus manos. Pero ustedes no se volvieron a mí — afirma el Señor — » (Hageo 2:17).

Hoy vamos a caminar a través de un sembradío de manzanos. ¿Verdad que es delicioso el aroma de las manzanas que cuelgan de las ramas de los árboles? Me encanta cómo se ven todas rojas. Espera. ¿Qué es eso? Mira esas cosas feas en las ramas de esos árboles de allá. Mira, hay más por acá. Es lo que el versículo de hoy describe como «quemazón».
Hoy en día se lo conoce como «fuego bacteriano», una enfermedad causada por una bacteria que se va comiendo los perales y los manzanos. Las bacterias son unos seres vivos tan pequeñitos, que no podemos verlos a simple vista. Pero, ¿cómo llegan esas bacterias hasta los perales y los manzanos? No lo vas a creer. Cuando sopla el viento y llueve, la bacteria «vuela» de un árbol a otro.
¿Sabías que hay algo parecido que afecta a la gente y que se esparce de persona a persona? Es el chisme. Chismear es hablar de los asuntos de los demás que no nos incumben. Es esparcir rumores de otras personas que pueden afectarles. Es realmente dañino esparcir rumores sobre las demás personas. No permitas que tus palabras sean como el «fuego bacteriano», sino como una luz que ayude a otros a ver a Jesús claramente.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

¡OH MILAGRO!


«Hazme saber, Jehová, mi fin y cuanto sea la medida de mis días, sepa yo cuán frágil soy» (Salmo 9:4)

Tras casi una hora de haber sido pronunciado mi fallecimiento Dios me concedió de nuevo la vida. Mi recuperación no fue fácil, ya que pasé dos años y medio en una silla de ruedas, pero en todo aquello Dios tenía un plan para mí.
Han pasado muchos años desde entonces. Hoy soy abogada, aunque ante todo soy una hija de Dios. A pesar de que vivo luchando con un diagnóstico de lupus, poseo un espíritu alegre que surge de un corazón que confía en Jesús. El dolor, la tristeza, las adversidades me rodearon implacablemente, pero me siento profundamente agradecida porque mi vida siempre ha estado en las manos de Dios. Ya no me preocupa el futuro como antes, porque si Jesús está conmigo, ¿quién puede estar contra mí?
Dios no solo me devolvió la salud, sino que me dio la oportunidad y el inmenso privilegio de conocerlo y amarlo. También me permitió ser una luz para mi madre, que hoy descansa en el Señor. Mi padre y mi cuñada son fieles miembros de nuestra iglesia, y espero que el resto de mi familia pronto acepte a Jesús. Le pido al Señor que su Espíritu pueda usarme para tocar sus corazones.
¿Has pensado en la fragilidad de la vida humana? ¿Te das cuenta de que hoy eres y mañana no serás? ¿Por qué no concederle su valor a las cosas verdaderamente meritorias? ¿Por qué no cambiar nuestras prioridades? Amar, perdonar, dar una nueva oportunidad a quien se ha equivocado, disfrutar de las alegrías de la vida, emocionarnos con la sonrisa y con las lágrimas de un niño. Asimismo ser delicadas, femeninas, amables. Son las cosas pequeñas las que confieren valor a la existencia.
Nuestro Dios no es Dios de casualidades, sino que es un Dios real y de inesperadas oportunidades. Depositemos toda nuestra confianza en él y sirvámosle con todo el corazón.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por María Teresa López Montoya

SI PUEDES


Porque yo soy el Señor tu Dios, que sostiene tu mano derecha; yo soy quien te dice: «No temas, yo te ayudaré» Isaías 41: 13, NVI

Los psicólogos han dividido a los seres humanos en muchas categorías, pero me gusta en particular la forma como lo hace el escritor William Barclay. En opinión de Barclay, la gente se puede dividir en dos grandes grupos:
1. Los que ante los desafíos dicen: «Es imposible».
2. Los que ante los mismos desafíos responden: «Vamos a intentarlo».
Como ejemplo, este autor menciona la orden que el Señor dio a los discípulos de predicar el evangelio «hasta en las partes más lejanas de la tierra» (Hech. 1:8).
¿Puedes imaginar lo que significaba para un puñado de discípulos, sin estudios, el desafío de cubrir toda la tierra con el mensaje de salvación? En realidad eran apenas unos centenares de creyentes (ver Hech. 1:15; 1 Cor. 15 6). Unos centenares, ¿para evangelizar a cuántos? ¡A todo el mundo conocido!
Ante semejante desafío, ¿cómo culpar a los que dijeron: «Esta tarea es imposible»? Pero los discípulos obedecieron la orden de su Señor de ir «a las gentes de todas las naciones» (Mat. 28:19). ¿Cuál fue el resultado? Que a través de los siglos, millones de personas han aceptado a Cristo como Salvador, incluyéndote a ti y a mí.
¿A qué clase perteneces tú? ¿A los que ante los desafíos dicen: «Es imposible» ? ¿O a los que responden: «Vamos a intentarlo» ?
Piensa por un momento en los desafíos que ahora mismo estás enfrentando. ¿Tienes problemas con tus mejores amigos o amigas? ¿Piensas que nunca te vas a casar porque nadie se fija en ti? ¿Estás luchando con un vicio que quiere esclavizarte? ¿Hay en tu vida algún pecado acariciado, que con el transcurso de los días se ha estado fortaleciendo? En tus estudios, ¿hay alguna materia que temes pueda arruinar tus aspiraciones de graduarte?
La lista puede ser interminable, pero cualquiera sea el desafío que ahora mismo estés enfrentando, no digas: «No puedo vencer». Tú y yo no somos de los que dicen: «Es imposible». Al contrario, pertenecemos al grupo de los que dicen: «A todo puedo hacerle frente, gracias a Cristo que me fortalece» (Fil. 4: 13).
Señor, decido ahora mismo entregarte mí vida. Sostenme con tu mano poderosa al enfrentar los desafíos de este día.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

LA GRAN SIMA


«Porque los que viven saben que han de morir, pero los muertos nada saben, ni tienen más recompensa. Su memoria cae en el olvido» (Eclesiastés 9:5).

Hay quienes tienen la creencia errónea de que los ricos lo son porque gozan del favor de Dios y los pobres no son dignos de recibir tales bendiciones. Sin embargo, ¿son las cosas materiales una bendición que procede de Dios? ¿No podría ser también que Satanás las hubiera puesto ahí para alimentar nuestra naturaleza egoísta?
Entre los contemporáneos de Jesús se había extendido un mito que enseñaba que entre la muerte y la resurrección es posible un estado de existencia consciente. Muchos de los que escuchaban a Cristo creían esa falsa doctrina. Jesús conocía esas ideas, pero en lugar de atacar el error, se valió de algunos detalles de la fábula para presentar una gran verdad.
En la parábola de Jesús, los destinos de un hombre rico y de otro pobre se invertían. El pobre iba al cielo y el rico, al peor de los lugares. Mientras vivía, el hombre rico pensaba que era mejor y más digno que el pobre que pedía a su puerta. Pero el cielo, para determinar el carácter, no se fija en las cuentas bancarias ni en las ropas lujosas.
Los ricos no están condenados por el solo hecho de poseer riquezas, sino que se los considera responsables por cómo administran los bienes que se les confían. Los que atesoran posesiones para sí mismos no pueden llevárselas al cielo. Pero al usarlas para ayudar a los demás y hacer el bien se hacen un tesoro en el cielo.
Desterrar el orgullo y el egoísmo es difícil. Aun encontrándose en medio de las llamas, el rico era tan soberbio que, incapaz de hablar al pobre, llamaba al «Padre Abraham». Sin embargo, este le dijo: «Una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quieran pasar de aquí a vosotros no pueden, ni de allá pasar acá» (Luc. 16:26).
El gran abismo que no se podía cruzar era consecuencia de la desobediencia y el egoísmo. El pecado y la autocomplacencia nos separan unos de otros y, finalmente, de Dios. Jesús dio su vida por nosotros cuando todavía éramos pecadores. Él es nuestro ejemplo de obediencia y abnegación. Dando, conservamos. Acumulando, perdemos. Basado en Lucas 16:19:31.

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

EL AMOR NO ES CELOSO



Fuerte como la muerte es el amor, inexorables como el Seol, los celos; sus destellos, destellos de fuego (Cantar de los Cantares 8:6).

Los celos son uno de los impulsos más fuertes que el hombre conoce. La raíz de "celos" proviene del latín zélus, que significa "arder con un fuego intenso". Las Escrituras dicen con claridad: "Cruel es el furor e inundación la ira; pero ¿quién se mantendrá ante los celos?" (Proverbios 27:4).
De hecho, existen dos formas: los celos legítimos, que tienen su fundamento en el amor, y los celos ilegítimos, que tienen su fundamento en la envidia. Los celos legítimos se despiertan cuando alguien a quien amas y que te pertenece aleja su corazón y te reemplaza con otra persona. Si una esposa tiene una aventura amorosa y se entrega a otra persona, su esposo puede tener un enojo celoso justificado debido a su amor por ella. Anhela volver a tener lo que le pertenece por derecho. La Biblia dice que Dios tiene esta clase de celo justo por su pueblo. No es que tenga envidia de nosotros y que quiera lo que tenemos (porque ya es el dueño de todo). Él nos anhela profundamente y desea ser nuestro primer amor. No quiere que dejemos que nada sea más importante que él en nuestro corazón. La Biblia nos advierte que no adoremos a nada más que a él, porque "el Señor vuestro Dios es fuego consumidor, un Dios celoso" (Deuteronomio 4:24).
Ahora bien, nos concentraremos en la clase ilegítima de celos que se opone al amor: la que se arraiga en el egoísmo. Se trata de estar celoso de alguien, estar motivado por la envidia. ¿Te cuesta no tener celos de los demás? Tu amiga es más popular, así que sientes odio hacia ella. Tu compañero de trabajo obtiene el ascenso, y no puedes dormir esa noche. Quizá no haya hecho nada malo, pero te amargas debido a su éxito. Se dice que a las personas no les molesta que tengas éxito, mientras que no sea mayor que el de ellas.
PÍDELE A DIOS QUE TE AYUDE SI ESTE FUERE TU CASO. Si conoces a alguien que está sufriendo por dicha razón, intercede ante Dios hoy por él o ella.

Tomado del 50 días de Oración
Por Pr. Juan Caicedo Solís
Secretario Ministerial, Dir. Hogar y Familia
Unión Colombiana del Sur.