viernes, 7 de septiembre de 2012

NADANDO EN LA DIRECCIÓN CORRECTA


«¿Por qué tratas a los hombres como a peces del mar, como a animales sin gobierno?» (Habacuc 1:14).

Hoy nos vamos a quitar las botas de explorador y vamos a ponernos nuestras aletas (o chapaletas). Vamos a nadar en el mar para ver todos los peces hermosos que Dios creó. Hay tantas especies diferentes, con tantos colores. Y te cuento que son muy ahorradores. ¿Por qué son ahorradores? Porque siempre nadan en bancos. No te rías, que no es un chiste, es verdad.
Algunos peces nadan en bancos. Así se le llama a un grupo de peces que viajan juntos, generalmente en miles. El versículo de hoy dice que los peces no tienen gobierno, y así parece cuando ves un banco de peces en el mar.  Todos parecen seguir a la multitud, moverse hacia donde se mueven los demás.
Nosotros tenemos que tener cuidado con la multitud que seguimos. Asegúrate de que el grupo al que sigues va en la dirección correcta. Sé inteligente. Asegúrate de que el «banco» en el que nadas lleva el rumbo por el que Dios quiere que vayas.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

SEÑALES EN EL CAMINO


El que se desvía, ¿no vuelve al camino? (Jeremías 8:4).

Cuando mi esposo y yo nos mudamos a la ciudad de Miami, una de las primeras cosas que hicimos fue acudir a la oficina donde expiden las licencias de conducir. Mi esposo aprobó de inmediato el examen, por lo que me animó a que yo hiciera lo mismo. Lamentablemente no aprobé la parte del examen relacionada con la señalización vial. Al día siguiente fui a buscar el folleto donde se explica el significado de las señales, lo estudié y poco después me resultó todo más fácil, como era de esperar.
Nuestra vida está rodeada de circunstancias que requieren tomar decisiones; afortunadamente Dios ha prometido: enseñarnos el camino. El Salmo 25:4 es un ejemplo de lo que debemos pedir al Señor, pues nos dice: «Muéstrame, Jehová, tus caminos; enséñame tus sendas». Dios sabía que el camino del cristiano iba a ser largo y dificultoso, y por eso nos dejó las señales que debemos seguir.
Kenneth Mathews, en su libro Amós: arrepentimiento o ruina, nos indica cómo llegamos a ser cristianos si seguimos las señales del camino:

  • Una vía. Usted se pregunta: «¿Cómo puedo ser salvo?». Solo existe una vía: a través de la fe en Jesucristo. La Biblia dice: «Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo» (Rom. 10:9). 
  • Ceda el paso. La Biblia nos dice que debemos permitir que Jesús dirija nuestra vida. Si permites que guíe todos tus pasos, él te acompañará en tus caminos.
  • Pare. ¿Quiénes deben detenerse? Todos deben hacerlo y reconocer que son pecadores. No hay excepciones: «Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios» (Rom. 3:23). Por mucho que intentemos ser buenos, jamás cumpliremos todo lo que Dios demanda de nosotros. 
  • La vía termina. El camino del pecado y de la desobediencia no conduce a parte alguna. «La paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro» (Rom. 6:23).

Si hoy tienes decisiones importantes que tomar o necesitas un derrotero para el futuro, dedica tiempo para detenerte y preguntar: «¿Cuál es el camino? ¿Cuál es la senda?». El Señor le la mostrará!

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Edilma E. Balboa

TU DECIDES


Elijan hoy a quién van a servir. Josué 24:15

Wilfred era un joven médico que vivía en Londres. Cierto día regresaba a su casa, después de visitar a un paciente, cuando una enorme carpa captó su atención. Decidió ver qué estaba pasando.
Dentro de esa carpa se estaba desarrollando una conferencia religiosa, dirigida por Dwight L. Moody.  Wilfred tomó asiento y observó. Todo estuvo bien hasta que llegó el momento de las oraciones. Entonces uno de los participantes elevó una oración tan larga que Wilfred decidió irse. Ya estaba por irse cuando Moody, el predicador, se paró delante de la congregación y dijo: «Amigos, vamos a cantar un himno mientras nuestro hermano termina de orar».
La ocurrencia le pareció tan graciosa a Wilfred que decidió quedarse. Y en los días que siguieron continuó asistiendo a las conferencias. Sin que se diera cuenta, las cosas de Dios comenzaron a cobrar importancia en su vida.
Cierto día un grupo de estrellas del deporte llamado «Los siete de Cambridge» se presentó en Londres. Todos ellos eran famosos, y eran cristianos. Uno de ellos predicó y al final del sermón desafió a los presentes para que escogieran a quién servir. Cuando pidió que se pusieran de pie los que se decidieran por Cristo, Wilfred sintió que estaba «pegado a la silla». De pronto un joven marinero se levantó. Era parte de un grupo de unos cien marineros. Al verlo solo, de pie, sin importarle lo que sus compañeros pudieran decir de él, Wilfred también se levantó. Ahí mismo entregó su vida a Jesús (Samuel Fisk, 40 Fascinating Conversión Stories [Cuarenta relatos fascinantes de conversiones], p. 58).
A partir de ese momento, Wilfred Grenfell dedicó su vida como médico misionero, al servicio del prójimo, en Terranova, Canadá. Fundó seis hospitales, siete puestos de enfermería, cuatro colegios con internado, catorce centros para distribución de alimentos, doce centros para distribución de ropa y cuatro barcos-hospitales. Además abrió escuelas, iglesias, cooperativas y orfanatos. ¡Una vida completamente dedicada al servicio de su Salvador!
Ese joven marinero que respondió al llamado de seguir a Cristo nunca imaginó que su decisión ayudaría a que otro joven, Wilfred, se entregara al Señor. Y mucho menos imaginó que ese joven médico sería un instrumento de bendición para la humanidad.
Hoy tu testimonio atraerá a la gente a Cristo, o la alejará de él. Serás un ejemplo ira lo bueno o para lo malo. Escoge a quién vas a servir.
Señor, hoy quiero ser un instrumento de bendición. Ayúdame a lograrlo.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

AYER, HOY, MAÑANA


«Haré con ellos un pacto eterno: que no desistiré de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí» (Jeremías 32:40).

Sin duda alguna, pensando en los años perdidos, el hijo pródigo se lamentó: «¡Ay, padre! ¡Qué pasado tan desdichado!». Pero, tan pronto lo hubo dicho, su padre le respondió: «No te preocupes por el pasado; yo ya lo he olvidado». El pasado está oculto bajo la sangre de la expiación. El Señor dijo por su siervo Jeremías: «La maldad de Israel será buscada, y no aparecerá; y los pecados de Judá, y no se hallarán; porque perdonaré a los que yo haya dejado» (Jer. 50:20).
Quizá entonces el joven, mirando sus ropas sucias, dijera: «Y ahora, padre; mira mi triste condición». A lo cual el padre habría respondido: «No te preocupes por el presente, hijo. Yo me encargo de eso. Te limpiaré y te daré los mejores vestidos y zapatos nuevos». Estas, también, son las palabras de Dios a aquellos que son «aceptos en el Amado» (Efe. 1:6). A pesar de todas nuestras inmundicias, en Cristo somos puros y sin mancha. Por lo tanto, aunque usted pueda sentirse indigno, «por causa de mi Hijo amado, eres bienvenido a mi casa».
Pero el joven podría replicar: «¿Qué sucederá ahora? ¿Qué será de mí? ¿Qué pensarás si alguna vez vuelvo a extraviarme?». Entonces el padre diría: «Haré provisiones para el futuro, hijo mío; haré que nuestra casa sea un lugar tan feliz que nunca más querrás irte».
Cuando volvemos a Dios, además de colmarnos con muestras de su amor, nos dice: «Os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros. Quitaré de vosotros el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Pondré dentro de vosotros mi espíritu, y haré que andéis en mis estatutos y que guardéis mis preceptos y los pongáis por obra» (Eze. 36:26,27).
Dios se ocupa del pasado, del presente y del futuro. Basado en Lucas 15: 11-32

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

EL AMOR ES REFLEXIVO Y CONSIDERADO


¡Cuán preciosos también son para mi [...] tus pensamientos! ¡Cuan inmensa es la suma de ellos! Si los contara, serían más que la arena (Salmo 139:17-18).

El amor piensa. No es un sentimiento mecánico que fluye en oleadas de sentimientos y se duerme mentalmente. Mantiene la mente ocupada al saber que los pensamientos amorosos anteceden a las acciones amorosas.
Cuando apenas te enamoraste, te resultaba bastante natural ser reflexivo. Pasabas horas soñando con tu ser amado, te preguntabas qué estaría haciendo, ensayabas cosas admirables para decir y luego disfrutabas los dulces recuerdos de los momentos que pasaban juntos. Confesabas con sinceridad: "No puedo dejar de pensar en ti".
En la mayoría de las parejas, las cosas comienzan a cambiar luego de casarse. La esposa al fin tiene a su hombre; el esposo tiene su trofeo. Las chispas del romance se consumen hasta transformarse en brasas grisáceas, y la motivación para la reflexión se enfría. Poco a poco, tu atención se vuelca a tu trabajo, a tus amigos, a tus problemas, a tus deseos personales, a ti mismo. Luego de un tiempo, comienzas a ignorar las necesidades de tu pareja sin darte cuenta.
La falta de consideración es un enemigo silencioso para una relación amorosa. Seamos sinceros, a los hombres les es más difícil ser más considerados. Un hombre puede concentrarse como un láser en una cosa y olvidarse del resto del mundo. Por otro lado, la mujer puede prestar atención a varios asuntos y estar pendiente en forma increíble de distintos factores a la vez. Puede hablar por teléfono, cocinar, saber en dónde se encuentran los hijos en la casa y preguntarse por qué su esposo no la ayuda... todo al mismo tiempo. Además, es consciente de todas las personas conectadas con esa tarea. Estas dos tendencias son ejemplos de cómo Dios diseñó a la mujer para que completara al hombre.
REFLEXIONA EN QUÉ ESTÁS FALLANDO EN TU RELACIÓN. PÍDELE A DIOS QUE TE AYUDE A SER:
1. Más considerado (a) con tu cónyuge.
2. Más detallista y romántico(a).


Tomado del 50 días de Oración
Por Pr. Juan Caicedo Solís
Secretario Ministerial, Dir. Hogar y Familia
Unión Colombiana del Sur.