lunes, 3 de septiembre de 2012

ALÉJATE DE LA TORMENTA


«Los corros corren con furia por las calles, van de un lado a otro de las plazas, son como antorchas encendidas, pasan como relámpagos» (Nahúm 2:4).

¡Corre! Se acerca una tormenta. Mira esas nubes oscuras. Está comenzando a llover ¿Has visto el destello de ese rayo y has oído ese trueno? Los rayos son realmente poderosos y peligrosos, así que debemos protegernos. ¿Sabes cómo puedes protegerte de los rayos? Hay varias maneras, pero una de las más importantes es entrar a una casa o edificio lo más rápido que puedas. También es importante salirse del agua, secarse y alejarse del área si es posible. ¡No te quedes donde estén cayendo rayos!
En este mundo Satanás nos está lanzando dardos constantemente, pero Dios es nuestro protector Algunas personas creen que no necesitan la protección de Dios. Ellos creen que son lo suficientemente fuertes como para soportar los ataques de Satanás. Pero tú no creas eso, porque Satanás es un enemigo poderoso. Nosotros necesitamos correr a los brazos de Dios para salimos de la tormenta. Él es el único lugar seguro. No nos quedemos donde caen rayos. Corramos hacia la casa de Dios y allí estaremos seguros.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

SOMOS SUS ESCOGIDAS


Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios.  (1 Pedro 2:9).

En mis años de trabajo como orientadora aprendí muchas verdades respecto a la naturaleza humana, muchas de ellas estuvieron basadas en un sinfín de incidentes en los que participé y enfrenté.
Cada una de nosotras viene a la vida con un propósito que se pondrá de manifiesto a lo largo de nuestra existencia. A cada paso de nuestras vidas Satanás tratará de causarnos heridas y de robarnos la paz. No obstante, él nunca podrá separarnos del amor eterno y sublime de nuestro padre Dios. Hemos sido escogidas, aun desde antes de nacer, para desempeñar un ideal de servicio y misión. Siempre habrá alguien por quien orar, a quien alegrarle el día, a quien darle un consejo, a quien aclararle dudas. Piensa que a diario podrás ser una luz para los demás.
Conocí el caso de una niña de once años a quien Dios libró de un entorno terrible y de un triste destino. Su madre apenas pasaba tiempo en casa debido a que tenía dos empleos, mientras que su padrastro consumía drogas en presencía de la niña y de sus dos hermanitos. Únicamente Dios, pudo librar a aquella jovencita de una suerte horrible, pues estuvo en peligro de ser violada por aquel hombre sin principios. Ella pudo ser otra estadística más, como muchos miles de niñas en diferentes partes del mundo. No obstante, la divina providencia tenía otros planes para ella, entre ellos compartir su historia y ser un ejemplo de superación. La realidad de aquella chica puede ser la misma de algunas de nosotras, no importa la clase social a la que pertenezcamos o el país en el que vivamos. Pero Dios nos cuida a cada momento.
Nuestro Dios nos guarda día a día. Si te ha tocado vivir una experiencia triste en el pasado, puedes tener la seguridad de que el Señor desea que aprendas de ella y que no te dejes aplastar por las circunstancias.
El Señor quiere que levantes la vista y anuncies las virtudes de aquel que nos ha llevado de las tinieblas a la luz. Tú eres una de sus escogidas.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Ana Lucia de Borthomier

LA VIDA ES DIFÍCIL, PERO…


En todo esto salimos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Romanos 8:37

No sé qué edad tienes, pero cualquiera sea, ya te habrás dado cuenta de que la vida está llena de desafíos. Apenas acabas de superar un obstáculo, cuando aparece otro mayor.
Esta realidad de la vida la ilustra muy bien una fábula que narra James Stuart Bell de dos cazadores que se toparon con un oso enorme. Un cazador trepó al primer árbol que encontró y el otro se escondió en una caverna cercana. Mientras tanto, el muy pícaro oso se sentó entre el árbol y la caverna.
Al cabo de un rato, el cazador que estaba escondido en la cueva salió disparado. Apenas vio al oso, regresó a la caverna con la misma velocidad con que salió. En cuestión de segundos, salió corriendo nuevamente. Asombrado por la extraña conducta de su amigo, desde el árbol el otro cazador le gritó:
—¿Estás loco? ¡Quédate en la cueva hasta que el oso se vaya!
-—¡No puedo! —respondió el hombre casi sin aliento—. ¡Hay otro oso dentro de la cueva y es más grande que este! (The One Year Men of the Bible [Devocional unual sobre los hombres de la Biblia], lectura para el 21 de abril).
Más allá de lo gracioso que pueda resultamos este relato, ¿no es verdad que a veces la vida se nos presenta igual de complicada? Los problemas aparecen de lado y lado sin que los hayamos invitado. Apenas has logrado huir de un «oso» cuando tropiezas con otro más grande.
Si estás atravesando por una situación tal, lee con atención esta cita del libro La educación, página 265:
«ESTE MUNDO NO ES UN DESFILE, SINO UN CAMPO DE BATALLA».
Me gustan esas palabras. Si alguien piensa que este mundo es una pasarela de esas que usan las modelos o las reinas de belleza para exhibir sus curvas, está muy equivocado. Esta vida es un campo de batalla, de desafíos a cada paso. Las victorias solo se logran con esfuerzo, a brazo partido.
Y ahora viene la buena noticia, la que completa el título de nuestra lectura para hoy: «La vida es difícil, pero ¡Dios está con nosotros!».
Al enfrentar los desafíos de este día, recuerda que el Rey del universo está de tu lado. Y si Dios está de tu parte, ¿quién podrá prevalecer contra ti?
«Gracias, Padre mío, por estar de mi lado»

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

«CUANTO ESTÁ LEJOS EL ORIENTE DEL OCCIDENTE»


«Porque, como la altura de los cielos sobre la tierra, engrandeció su misericordia sobre los que lo temen. Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones» (Salmo 103:11,12).

El hijo pródigo tenía muchos pecados que confesar. Por eso llegó a sugerir un castigo para sí: no merecía ser llamado hijo y, por tanto, estaba dispuesto a ser considerado un siervo. Sin embargo, antes de que pudiera terminar de contar su triste historia, su padre ya lo había perdonado. Así de dispuesto está nuestro Padre celestial para perdonarnos cuando demos el primer paso hacia la confesión, por pequeño que sea.
Todos los que regresan a Dios pasan por la misma experiencia del hijo pródigo. Su padre lo había perdonado a cambio de nada. Sin embargo, después de todo, el joven siguió diciendo: «Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo» (Luc. 15:21). Aunque Cristo lo haya perdonado, no dude en reconocer su pecado ante Dios.
El abrazo del padre significaba, básicamente: «Tu pecado ha desaparecido y no se hablará más de él. Nunca más te acusaré. Jamás será causa de que te ame menos. Jamás te trataré como alguien indigno y que no merece mi confianza». Cristo dice que se olvidará de nuestros pecados.
Se cuenta una fábula que habla de un cura que gozaba de mucho aprecio entre sus feligreses pero que cargaba con un pecado secreto cometido muchos años atrás. Aunque se había arrepentido, no tenía paz porque no había sentido el perdón de Dios. En su parroquia había una mujer que amaba profundamente a Dios y afirmaba tener visiones en las que conversaba con Cristo. Sin embargo, el cura se mostraba escéptico. Para ponerla a prueba, dijo:
—La próxima vez que hable con Cristo quiero que le pregunte qué pecado cometió el cura de su parroquia cuando todavía estaba en el seminario.
La mujer accedió. Unos días más tarde, el capellán le preguntó:
—Y bien, ¿la visitó Cristo en sueños?
—Sí, me visitó —respondió ella.
—¿Y le preguntó qué pecado cometí en el seminario?
—Sí.
—¿Y qué le dijo?
—Respondió: «No me acuerdo».
Esta es la extraordinaria manera que tiene Dios de tratar a los que regresan a él. Ha arrojado sus pecados tan lejos que ya ni se acuerda de ellos.  Basado en Lucas 15:11-32

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

LA AMABILIDAD


Todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad (Filipenses 4:8).

La amabilidad es el amor en acción. Si la paciencia es la manera en que el amor reacciona para reducir al mínimo una circunstancia negativa, la amabilidad es la manera en que el amor actúa para aumentar al máximo una circunstancia positiva. La paciencia evita un problema; la amabilidad crea una bendición. Una es preventiva, la otra es dinámica. Estas dos caras del amor son las piedras angulares sobre las cuales se construyen los demás atributos que trataremos.
El amor te hace amable. Y la amabilidad te hace agradable. Cuando eres amable, las personas quieren estar cerca de ti. Perciben que eres bueno con ellas y que les haces bien. La Biblia declara: "La misericordia y la verdad nunca se aparten de ti; átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón. Así hallarás favor y buena estimación ante los ojos de Dios y de los hombres" (Proverbios 3: 3 y 4).
"Amabilidad" puede parecer un término genérico para definir, y más aún para poner en práctica. Así que separaremos la amabilidad en cuatro ingredientes esenciales: Dulzura: Cuando obras con amabilidad, tienes cuidado de cómo tratas a tu cónyuge y jamás eres demasiado severo. Eres sensible y tierno. Aun si es necesario decir algo difícil, harás lo imposible para que tu reprimenda o desafío logren ser tan fáciles de escuchar como sea posible. Dices la verdad con amor. Para esto hace falta un oído dispuesto a escuchar. La amabilidad adorna a la esposa con la capacidad de servir a su esposo sin preocuparse por los derechos propios. La amabilidad hace que un esposo tenga curiosidad y descubrir lo que su esposa necesita, y lo motiva a ser él quien dé un paso al frente y se asegure de que esas necesidades se satisfagan... aun si las propias quedan en espera.
Reflexión: Si Dios te diera la oportunidad de pedir algo para enriquecer tu personalidad o trato con las personas, ¿qué le pedirías al Señor hoy?

PÍDELE A DIOS QUE TE AYUDE A SER AMABLE


Tomado de 50 días de Oración
Por Pr. Juan Caicedo Solís
Secretario Ministerial, Dir. Hogar y Familia
Unión Colombiana del Sur.