martes, 28 de agosto de 2012

¡UN GIGANTE BUENO!


«Entre tanto, el Señor había dispuesto un enorme pez para que se tragara a Jonás. Y Jonás pasó tres días y tres noches dentro del pez» (Jonás 1:17).

¿Te imaginas cómo sería ser tragado por un gran pez? La Biblia no especifica qué clase de pez fue, pero hay algunos peces en el océano lo suficientemente grandes como para tragarse a una persona.  Uno de ellos es el tiburón ballena.
Los tiburones ballena pueden crecer hasta 18 metros de largo. ¡Son inmensos! Pero a pesar de su tamaño son criaturas mansas. Una persona puede montarse sobre ellos y dar un paseo sin que el señor tiburón ballena se moleste. Por muy grandes y fuertes que parezcan, los tiburones ballena se alimentan solo de animales pequeños. De hecho, los animales que comen son tan pequeños que ni siquiera podemos verlos. Si lo que se tragó a Jonás fue un tiburón ballena, tal vez lo vomitó porque era demasiado grande.
Dios quiere que tú seas fuerte y manso como el tiburón ballena. Fuerte para él y manso ante aquellos que pudieran ofenderte. Él quiere que busques maneras de ayudar a quienes lo necesitan a tu alrededor Él quiere que seas bondadoso. Sé cómo el tiburón ballena. ¡Sé un gigante bueno!

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

¿QUIEN ES TU DIOS?



Andad y clamad a los dioses que habéis elegido, que ellos os libren en el tiempo  vuestra aflicción. (Jueces 10:14).

Estas palabras se las dirigió Dios al pueblo de Israel, reprochándole su adoración a los dioses de las naciones vecinas. Sencillamente lo habían dejado, y esto hizo que la ira del Señor se encendiera, y los entregara en manos de los filisteos y de los amonitas.
Al verse bajo la opresión extranjera acudieron a Jehová, reconociendo su pecado por haberse alejado de él para seguir a otras deidades. Dios aprovechó la ocasión para recordarles la forma en que habían sido oprimidos en otras tantas ocasiones, mencionando que él los escuchaba cada vez que clamaban a él.
Pero esta vez no sería igual y les dijo: «Pero vosotros me habéis dejado y habéis servido a dioses ajenos; por tanto, yo no os libraré más. Andad y clamad a los dioses que habéis elegido; que ellos os libren en el tiempo de vuestra aflicción» (Jue. 10:13-14).
Qué terrible sería que hoy Dios nos dijera eso mismo. Sería una muestra de que lo hemos dejado, de que ya no le servimos y de que únicamente nos acordamos de él si nos sentimos oprimidos como resultado de seguir a «otros dioses».
¿Te has preguntado por qué en la hora de la aflicción los israelitas no clamaban a aquellos dioses a quienes seguían? ¿Por qué iban detrás de ellos si no podían recibir su ayuda cuando la necesitaban? ¿Qué los motivaba a adorar a aquellas deidades? Quizá lo hacían porque era fácil prestarles una adoración externa y porque no requerían que sus seguidores los conocieran, ni que se esforzaran por cumplir su voluntad. Eran dioses que no requerían actos de servicio y a los que se podía rendir un culto fácil y superficial: Lo cierto es que aquellos dioses no podían librarlos de sus aflicciones, del quebranto o de la opresión, eran dioses sin vida, fabricados por manos de hombres. Imágenes que no tenían influencia, y que no podían librarlos de la aflicción.
Ojala que nunca tengamos que escuchar de parte del Señor las palabras: «Anda y clama a los dioses que has elegido». Propongámonos seguir y amar al Señor nuestro Dios con todo nuestro corazón.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Isabel Salinas de Martín

TU EQUIPO DE ENSUEÑO


¿Acaso puede un ciego servir de guía a otro ciego? ¿No caerán los dos en algún hoyo? Lucas 6:39

Esta es la historia de una ancianita que trataba de cruzar la calle por una intersección, pero no podía lograrlo porque la señal de cruce para peatones no estaba funcionando. Entonces un hombre se le acercó.
—¿Puedo cruzar con usted?
—¡Por supuesto! —respondió la anciana, mientras se apoyaba en el brazo del extraño.
Así comenzaron a cruzar la calle. Al instante se escuchó el sonido de las bocinas, varios conductores tuvieron que maniobrar para no atropellar a la pareja. Y no faltaron los conductores que les recordaron sus familiares más cercanos. Cuando milagrosamente lograron llegar a la otra esquina, la ancianita exclamó:
—¡Por culpa suya casi nos matan!
—¿Culpa mía? —respondió el hombre—. ¿No se fijó que soy ciego? ¡Por eso le pregunté si podía cruzar con usted! (adaptado de Glenn Van Ekeren, The Speaker 's -Sourcebook [El manual de recursos del orador], p. 185).
Ya lo dijo el Señor Jesús: cuando «un ciego guía a otro ciego», los dos caen en el hoyo. Esto es lo que te puede ocurrir si no seleccionas bien a tus amistades.
Según Josh McDowell, hay tres clases de amigos:
1. Amigos casuales. Personas con quienes te asocias ocasionalmente. Por ejemplo, pertenecen a tu misma clase en el colegio, asisten a tu iglesia, o de vez en cuando integran tu equipo para jugar un partido de fútbol.
2. Amigos cercanos. Personas a quienes incluyes en tu grupo de estudio, con quienes a veces sales de paseo, y con quienes te sientes bien.
3. Amigos selectos. Este es un grupo especial, tu dream team (equipo soñado). Sus integrantes forman parte de tu mundo personal: conocen tus sueños, tus temores, tus gustos. Con ellos compartes aun tus secretos (One Year Book ofYouth Devotions [Libro anual de devociones para jóvenes], p. 6).
Escoge bien a las personas que integrarán tu grupo selecto porque, sea que te des cuenta o no, estas amistades ejercerán una influencia enorme en ti. En gran medida van a marcar tu vida, para bien o para mal. Como bien dijo el sabio Salomón, así como hay amigos que llevan a la perdición, también hay amigos más cercanos que un hermano (Prov. 18: 24, RV2000).
Rodéate de amigos que te ayuden a desarrollar lo mejor que hay en ti.
Dios mío, dame sabiduría para escoger la clase de amigos que me ayuden a ser mejor persona.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

ÉL LO LLEVARÁ


«En toda angustia de ellos él fue angustiado, y el ángel de su faz los salvó; en su amor y en su demencia los redimió, los trajo y los levantó todos los días de la antigüedad» (Isaías 63:9).

Tras levantar la oveja que se había extraviado y cargarla a hombros, el pastor adoptó un nuevo papel. Ahora él servía a la oveja en lugar de servirse de ella. A nadie, por mucho que le gusten las ovejas, se le ocurriría tener un rebaño de ovejas con el solo propósito de servirlas. En todo caso, es al revés. El pastor cuida las ovejas para que lo sirvan proveyéndole lana, carne y leche. De hecho, la riqueza de un pastor se determina por el número de ovejas que posee. Si lo sirven bien, no tarda en enriquecerse. Si enferman o se retrasan en el crecimiento, lo sirven mal.
Pero en la parábola, el peso de la oveja recae sobre el pastor. Ahora la oveja va descansada y el pastor soporta la carga. La oveja descansa mientras el pastor trabaja. Jesús dijo: «Yo estoy entre vosotros como el que sirve» (Luc. 22:27). «Hallándose en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz» (Fil. 2:8). En la cruz cargó con el peso de nuestros pecados. «Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros» (Isa. 53:6). Nos cuesta pensar que el Hijo de Dios se hiciera subordinado de los hijos de los hombres. El Creador del cielo y la tierra llevó sobre sus hombros el peso de los pecadores.
Al llevarla en hombros, el pastor hace un acto de misericordia. Probablemente, la oveja no podía caminar; por eso, amablemente, la lleva sobre sus hombros de vuelta al redil. ¡Qué bendición saber que vamos a hombros del Señor Jesucristo! «El amado de Jehová habitará confiado cerca de él; lo cubrirá siempre, y entre sus hombros morará» (Deut. 33:12).
Cristo nos dice: «Yo, el que hice, yo os llevaré, os sostendré y os guardaré» (Isa. 46:4). No tenemos que tener miedo de tropezar y mucho menos de caer.  Los pies del Pastor van por el camino con paso seguro. Ningún peligro debiera hacernos temer porque él puede llevarnos a hombros hasta su casa en el cielo. Basado en Lucas 15:4-7

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill