sábado, 4 de agosto de 2012

YO TE SOSTENGO


«Desde Uzal te traían vino, hierro forjado, canela y caña aromática, a cambio de tus mercancías» (Ezequiel 27:19).

Mira esto. Seguimos en medio de comerciantes. Una de las cosas que están vendiendo es caña aromática. La caña aromática a la que se refiere el versículo de hoy es conocida como cálamo aromático y es extraída de un tipo de palma llamada rota.  Esta tiene hojas largas con forma de espada, y aunque no lo creas, las hojas y los tallos de esta planta se usan para hacer muebles. Existen sillas hechas totalmente de hojas de rota que te sostienen perfectamente. Con una sola hoja de rota sería imposible, tampoco con dos, pero si entrelazas muchas de ellas de la manera correcta, pueden aguantar todo tu cuerpo.
Los cristianos también somos así. Nos necesitamos mutuamente para apoyarnos y sostenernos. No hay un solo cristiano que pueda hablarle al mundo entero de Jesús, pero si trabajamos juntos y cada uno de nosotros les habla de él a las personas que conoce, al poco tiempo el mundo entero sabrá del maravilloso amor de Dios.
Háblale a alguien de Jesús hoy y forma parte de un todo. Juntos formamos un gran equipo.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

¡QUE TENGAS SALUD!


Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas y que tengas salud, así como prospera tu alma (3 Juan 1:2).

Cada vez que acudía a recibir mis tratamientos oraba a Dios para que él pusiera su mano sanadora sobre cada parte de mi cuerpo que necesitaba ser sanada, y sobre mi estado de ánimo también. Me decía: «Dios tiene un plan para mi vida, Dios ha preparado algo grande para mí. Dios me ama y ahora me está abrazando». Imaginaba que cada gota de medicamento que entraba en mis venas provenía del río de agua viva del que habla Juan.
El mismo apóstol Juan nos recuerda que Jesús vino a este mundo con el firme propósito de que tuviéramos vida, y de que la tuviéramos en abundancia: «Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano» (Juan 10:28). ¿No es hermoso? ¡Qué bellas palabras las del Maestro! El enemigo no podrá arrebatarnos de las manos de Jesús. Jesús nos tiene bien sujetos y no va a soltarnos nunca. Aunque Satanás nos reclama como suyos y lucha con Jesús por causa de nosotros, no puede vencerlo. La mano del Señor está fuertemente asida de la nuestra y jamás nos soltará. Satanás podría tentarte para conseguir que te desvíes del verdadero camino. Podría incluso tocar tu vida, pero jamás podrá tocar tu alma. Si le cierras la puerta, el enemigo jamás podrá entrar.
El enemigo de las almas nos visita con enfermedades mortales y espera vemos derrotados y vencidos. Sin embargo, es entonces cuando entra en juego la fe. Si puedes creer, Dios hará maravillas. Recuerda que él dice en su Palabra que todo le es posible a quien cree.
En Éxodo 15: 26 leemos: «Si escuchas atentamente la voz de Jehová, tu Dios, y haces lo recto delante de sus ojos, das oído a sus mandamientos y guardas todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié sobre los egipcios traeré sobre ti, porque yo soy Jehová, tu sanador».
Dios es nuestro médico y nuestro sanador: ¡únicamente tenemos que creer!

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Ana Lucía de Borthomier

«ESPEREN UN MES»


Prueben, y vean que el Señor es bueno. ¡Feliz el hombre que en él confía! Salmo 34:8.

Era el año 1850. En Oswego, estado de Nueva York, se celebraban de manera simultánea dos campañas de evangelización, una dirigida por los adventistas y otra por los metodistas. Los adventistas tenían a Jaime White como orador; los metodistas, al tesorero del condado. Hiram, un joven de 21 años, y su novia, estaban asistiendo a ambas reuniones. Querían obedecer a Dios, pero se encontraban confundidos: «¿A qué iglesia deberíamos unirnos?», era la pregunta que se hacían. El escritor Herbert E. Douglass nos relata los interesantes detalles de lo que ocurrió.
Mientras trataban de definir el camino a seguir, decidieron visitar a Elena G. de White, quien para entonces tenía unos 23 años de edad. Elena les dijo que esperaran un mes. Al cabo de ese tiempo, ellos sabrían con exactitud qué clase de persona estaba dirigiendo la otra campaña. A Hiram le pareció buena la sugerencia.
Dos semanas después de la entrevista, el predicador metodista se enfermó y tuvo que abandonar la campaña de evangelización y sus funciones como tesorero. Entonces las autoridades del condado se hicieron cargo de las finanzas públicas. Mientras cumplían esas funciones notaron que faltaban mil dólares de la caja. Sorprendidos por la situación, decidieron visitar al tesorero. Pero lo hicieron de una manera peculiar. Mientras el jefe de la policía fue por el frente de la casa, otro policía se ocultó en el patio trasero.
Cuando el jefe de la policía preguntó al tesorero por el dinero extraviado, el hombre negó saber algo al respecto. Mientras discutían el asunto, la esposa del tesorero salió por la puerta trasera y escondió una bolsa bajo un montículo de nieve, sin sospechar que el otro policía estaba escondido en los alrededores. Al poco rato, el policía entró a la casa con el dinero faltante y el tesorero-predicador ya no pudo negar su fechoría.
¡Caso cerrado! El tesorero—predicador fue desenmascarado; la campaña de evangelización que dirigía se vino al suelo y, lo más importante, Hiram y su futura esposa pudieron discernir a qué iglesia debían unirse (Thty Were There [Ellos estuvieron allí], pp. 33,34).
Si hoy te encuentras en una encrucijada y no sabes qué camino escoger, busca a Dios en oración. El siempre muestra el camino correcto a quien lo busca con sincero corazón.
Gracias, Señor, porque nunca defraudas a quien te busca con corazón sincero.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

TRABAJAR CON JESÚS


«El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama» (Lucas 11:23).

Jesús vino a este mundo con un propósito: destruir las obras del diablo. Por eso dedicó tanto tiempo a la curación. Se dio cuenta de que el diablo hace que la humanidad viva bajo el peso del dolor y la miseria y quería que el pueblo viera que estos no pueden existir en su santa presencia. Los que fueron sanados alababan a Dios y eran testimonio viviente de que el Salvador desea y es capaz de destruir los efectos del pecado.
Cierto día trajeron ante Jesús a un hombre para que lo sanara (ver Mat. 12:22). Jesús sabía que la causa de los problemas físicos de este hombre era la posesión demoníaca, por eso echó el demonio del hombre. Algunos de los espectadores se maravillaron y admiraron del poder de Dios». Pero los fariseos se mostraron escépticos. Siempre que intentaban echar fuera demonios lo convertían en un espectáculo. A veces, hasta parecían tener éxito. Pero en tales casos, la «curación» era temporal y el demonio acababa regresando. Los demonios no obedecen a los que no se han convertido.
Jesús leyó sus pensamientos y dijo que, puesto que los demonios habían sido expulsados del hombre, el diablo había sido completamente derrotado porque el diablo no puede expulsarse a sí mismo permanentemente. Entonces Jesús dio la vuelta al argumento y preguntó: «Si yo echo fuera demonios en nombre de Belzebú, ¿en nombre de quién los echan ustedes?». Luego, con tono admonitorio, añadió: «A mí me ha bastado el dedo de Dios para echar fuera ese demonio; en cambio ustedes combaten contra el reino de Dios».
Hay personas que se jactan de que pueden superar cualquier defecto de su carácter únicamente con fuerza de voluntad. Quizá sea así. Sin embargo, el resultado no será permanente. Si uno solo busca ayuda en sí mismo, llegará el día en que será impotente. «Alzaré mis ojos a los montes. ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra» (Sal. 121:1,2).
Señor, sin ti nada puedo. Perdóname cuando trato de vivir por mis propias fuerzas. Tengo la voluntad, pero no el poder. Basado en Lucas 11:14-2


Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill