martes, 5 de junio de 2012

¡LARGA VIDA AL REY!


«Concédele al rey una larga vida; que viva muchos, muchísimos años» (Salmo 61:6).

«¡Larga vida al rey! ¡Larga vida al rey!» Muchos años atrás, y todavía en algunos lugares del mundo, la gente decía eso cuando el rey aparecía. Era como decir: «Está haciendo un excelente trabajo, y queremos que viva mucho para que siga haciéndolo».
¿Sabías que hay cosas que puedes hacer para vivir más? Pues sí. Dios nos habla de ellas en su Palabra. Él quiere que vivamos más, de manera sana y feliz, y nos dijo cómo lograrlo.
Cuando Dios creó a Adán y Eva les dio un jardín que debían cuidar.  Este tenía muchas frutas y vegetales, y había mucha agua. Él quería que ellos comieran de manera saludable. Él sabía que serían muy felices porque la comida y el agua que les dio los ayudaría a sentirse al máximo.
Recuerda que él también les dio el jardín del Edén para que lo trabajaran. Eso incluía ejercitarse y caminar por aquel hermoso lugar.  Abre hoy tu Biblia y practica tu «ejercicio» espiritual. Recuerda: Dios es el Rey del universo, y él quiere que vivas para siempre.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

COCIENDO HABAS


Pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello. (1 Pedro 4:16).

El dicho popular «en todas partes se cuecen habas» se refiere a que, donde menos lo esperamos, encontramos situaciones y actitudes extrañas o negativas. Es indudable que las familias «perfectas» no existen, si bien es cierto que algunas están en una constante búsqueda de mejoras que les provean bienestar y comodidad a sus miembros. En ese proceso de cambio y de superación, algunas prosperan y se hacen más fuertes, mientras que otras se desmoronan y se desintegran frente a las dificultades y los problemas.
La dinámica familiar requiere el esfuerzo de cada uno de sus miembros, así como el apoyo mutuo en los momentos en que surgen crisis inesperadas, en los que se requiere capacidad para generar estrategias de supervivencia. Quizá algunas de las situaciones más difíciles de superar son las enfermedades, las adicciones, la muerte repentina o el divorcio.  Cualquiera de estas situaciones puede generar sentimientos e derrota y de culpa, al considerar que la pérdida es irreparable.
La buena noticia es que las familias pueden salir de cualquier dificultad fortalecidas y enriquecidas si ponen en práctica las siguientes recomendaciones:

  • Confiar en Dios, porque «él cuida de nosotros» (1 Ped. 5:7).
  • Mantener una buena comunicación en el medio familiar.
  • Reparar y fortalecer los lazos de amor entre los miembros de la familia.
  • Conversar y orar unos por otros.
  • Buscar ayuda profesional.
  • No dar cabida a los comentarios y chismes que se hacen entorno a nuestro sufrimiento.

Hermana, debemos agradecer a Dios por su amorosa ayuda. ¡El Señor promete fortalecernos para enfrentar cualquier prueba!

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Erna Alvarado de Gómez

PALABRA DE CABALLERO


Estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo. Mateo 28:20

David sabía que su fuerte no era hablar en público, por eso se había preparado arduamente para su primer sermón. Cuando su turno llegó, una extraña sensación se apoderó de él. ¡No recordaba nada! Cuando al final pudo hablar, apenas alcanzó a decir: «Amigos, he olvidado mi sermón».
Con el tiempo, logró mejorar, pero no suficiente. Un autor escribe que la voz de David Livingstone era «pesada y monótona; y la presentación de sus sermones, terrible» (John D. Woodbrige, Ambassodors for Christ [Embajadores de Cristo], P.43).
Entonces conoció a Robert Moffat, un misionero que ejercería una enorme influencia en su vida. Moffat trató de animar a David, diciéndole que quizás Dios quería que fuese médico, no predicador. Pero David no era de los que se desanimaban fácilmente. Sería predicador, ¡y también médico!
Como resultado de sus conversaciones con Moffat, David decidió ir a la China, pero en ese tiempo el acceso a ese gran país estaba cerrado. Entonces le preguntó a Moffat qué le parecía la idea de ir al África. La respuesta de Moffat cautivó a David: «En ocasiones he visto, al amanecer, el humo de unas mil aldeas a las que ningún misionero ha ido jamás».
Eso fue todo lo que David necesitó para tomar una decisión. Propuso a la Sociedad Misionera de Londres que lo enviaran al África y, el 8 de diciembre de 1840, cuando tenía 28 años de edad, viajó como médico misionero. Allí sufriría toda clase de penurias. Fue víctima de constantes ataques de fiebre. En una ocasión enfermó de malaria. En otra habría sido destrozado por un león, si no hubiera sido porque un nativo alcanzó a intervenir.
¿Qué sostuvo a David Livingstone durante todos esos años? La respuesta la dio él mismo cuando, después de 16 años de ausencia, visitó la Universidad de Glasgow: «Lo que me sostuvo a pesar de tantas penalidades, y en medio de gente cuyo idioma no entendía, fue esta promesa de Jesús: "Estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo"» (Mat. 28:20).
Esta promesa es también para ti: no importa dónde te encuentres o qué circunstancias estés atravesando, Cristo estará a tu lado todos los días de tu vida hasta el fin del mundo. El ha empeñado su palabra... y la cumplirá.
Gracias, Jesús, porque eres fiel a tus promesas. Permanece a mi lado, ahora y siempre.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

PIEDRAS VIVAS


«Vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo» (1 Pedro 2:5).

Todos somos piedras vivas de la casa de Dios. Asimismo, ninguno de nosotros es igual a nadie más. Con todo, ¿no deberíamos relacionarnos unos con otros como hijos del mismo Padre? A veces las piedras olvidamos que formamos parte de la iglesia de Cristo en la tierra.

  • A algunas piedras les disgusta que no tengamos la misma forma, la misma medida o, lo que es peor aún, el mismo color. Están convencidos de que todas las piedras tienen que ser iguales, es decir, «como yo»...
  • Hay a quienes les parece que están demasiado cerca unas de otras. No quieren que ninguna otra piedra llegue a tocarlos porque, si eso sucede, se sienten incómodos y se vuelven hipersensibles. Prefieren mantener la distancia.
  • Otras piedras se consideran mejores que el resto.
  • A algunas no les gusta el lugar que ocupan en el muro. Hace ya tiempo que son miembros y opinan que merecen un lugar mejor y más importante.
  • Otras se vuelven frágiles y se quiebran con la menor tensión.
  • Aún otras creen que el edificio ya es bastante grande y no ven la necesidad de añadir ninguna más.
  • A algunas piedras no les gusta el diseño del edificio. Creen que está pasado de moda y se empeñan en ponerlo al día.
  • Otras piedras no tolerarán el lijado y la limpieza que necesitan para encajar, por lo que se deslizan por la pared y se van del edificio por la puerta trasera. Son los «fugitivos».

Cómo ve, hay muchos tipos de piedras. Y yo me pregunto: ¿Qué tipo de piedra debo ser? ¿Qué tipo de piedra es usted? ¿Somos piedras útiles para el Señor? ¿Ocuparemos alegremente nuestro lugar en su templo?
Dos mujeres se encontraban en el mismo centro de convalecencia. Ambas había sufrido una embolia cerebral que las paralizó. A Margaret la embolia paralizó el lado izquierdo, mientras que a Ruth le afectó el lado derecho. Ambas eran excelentes pianistas pero habían arrojado la toalla porque estaban convencidas que jamás volverían a tocar. El director del centro las sentó ante un piano les sugirió que tocaran cada una un pentagrama. Así lo hicieron y, en consecuencia surgió una hermosa amistad. ¡Que ilustración más adecuada para presentar la necesidad de cooperación en la iglesia! Lo que resulta imposible para un solo miembro, si trabaja con armonía, quizá sea posible par dos o más. Basado en Mateo 21:42

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill