sábado, 12 de mayo de 2012

REFÚGIATE EN ÉL


«¡Para qué mencionar el coral y el jaspe! ¡La sabiduría vale más que los rubíes!» (Job 28:18,NVI).

Hoy caminaremos por la playa, y quiero que te fijes en el océano. ¿Ves esa área que parece poco profunda? Se ve así porque hay muchos esqueletos de coral  levantándose  desde el  fondo del  mar Todos esos esqueletos juntos forman lo que se conoce como un arrecife de coral.
Pero volvamos atrás. ¿Qué es un coral? Un coral es un animal invertebrado que crece en el fondo del mar Cuando un coral muere, su esqueleto se endurece debido a los minerales que hay en el agua. los esqueletos de coral parecen plantas dentro del mar Pero hay algo curioso de los esqueletos de coral, y es que son unos excelentes lugares para refugiarse. En los arrecifes de coral viven toda clase de peces hermosos y criaturas marinas.
Dios es un refugio mucho mejor que los arrecifes de coral. La Biblia dice en el Salmo 32:7: «Tú eres mi refugio; tú me protegerás del peligro y me rodearás con cánticos de liberación» (NVI). ¿No es maravilloso saber que Dios ha provisto un lugar para que las criaturas del mar se refugien, y que nos invite a nosotros a refugiarnos en él?

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

EL PRIMER LUGAR


Mujer virtuosa ¿Quién la hallará? Su valor sobre pasa largamente al de las piedras preciosas. (Proverbios 31:10).

En este tiempo de grandes cambios los estudiosos aseguran que es necesario replantear el papel de la mujer, así como su desempeño en la sociedad. Desde que la mujer tiene acceso a la educación superior muchos consideran que el hogar debe pasar a un segundo plano para ella. No obstante, la realidad nos indica que ahora más que nunca la labor de las madres y esposas ha adquirido una mayor relevancia, y que se requiere una marcada dedicación de parte de ellas con el fin de establecer hogares y familias funcionales.
Somos testigos a diario de cambios vertiginosos en la sociedad. Sin embargo, aún se considera que el hogar representa la primera escuela del niño. Asimismo, que el I logar es un medio de capacitación para adquirir un desempeño social apropiado y eficiente. Es en el hogar donde los chicos aprenden a valorarse a sí mismos y a tratar a los demás con aprecio y respeto. En el hogar la madre socializa, sensibiliza, educa, enseña costumbres y modela comportamientos. Para eso se requiere una dedicación constante.
Las ocupaciones domésticas no se limitan a limpiar, lavar y preparar alimentos. Existe un ideal más elevado para la mujer que es madre y esposa: formar seres humanos para que sean capaces de hacer aportes positivos a la sociedad, así como de servir a los demás. Se debe reconocer que una familia no se educa guiándose únicamente por el sentido común, sino que es una tarea que requiere mucha consagración, así como ayuda divina.
Las tareas domésticas podrían parecer insignificantes, rutinarias y poco apropiadas, sobre todo para la mujer que ansía un crecimiento y satisfacción personal. Sin embargo, cada tarea del hogar puede constituir una lección de servicio, esfuerzo, disciplina y dedicación. Esas son precisamente las armas básicas que permitirán a los hijos librar con éxito las batallas de la vida.
El hogar debe continuar ocupando un lugar prioritario. Cuando lo entendamos así no solo tendremos hogares saludables, sino que también alcanzaremos la realización personal, recibiendo a la vez la bendición del cielo. En este mundo de cambios abruptos la mujer desempeña un papel de gran envergadura. Recordemos que una labor diligente desarrollada en el hogar, sin duda recibirá la aprobación del cielo.
Querida amiga, ¡nuestros hogares deben continuar ocupando ese mismo lugar prioritario!

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Erna Alvarado de Gómez

¡ESOS «ANIMALES»!


Que [...] el Dios de paz, los haga a ustedes perfectamente santos, y les conserve todo su ser, espíritu, alma y cuerpo, sin defecto alguno, para la venida de nuestro Señor Jesucristo. 1 Tesalonicenses 5:23

Las palabras de nuestro texto de hoy me recuerdan una anécdota que escuché en un culto matutino en las oficinas de nuestra casa publicadora (APIA). El relato tiene como protagonista a un ermitaño, un hombre que se había alejado del contacto con la gente para dedicarse a la oración y a la meditación. En cierta ocasión, varios curiosos lo visitaron.
—¿Qué hace usted con tanto tiempo libre? —le preguntaron.
—Me mantengo muy ocupado —respondió—. Tengo que domar a dos halcones, entrenar a dos águilas, mantener quietos a dos conejos, cuidar de muchos pajarillos, vigilar una serpiente, entrenar un asno y someter a un león.
—Pero nada de eso vemos aquí —replicaron los visitantes—. ¿Dónde están esos animales?
—Es muy sencillo —contestó el hombre—. Estos animales están dentro de mí. Los dos halcones que tengo que domar son mis ojos, para que solo vean cosas buenas. Las dos águilas que tengo que entrenar son mis manos, para que en lugar de destrozar, sirvan sin herir. Los pajarillos inquietos que necesito controlar son mis pensamientos. Los dos conejos que tengo que mantener quietos son mis pies, para que se encaminen por el sendero del bien. La serpiente que tengo que vigilar es mi lengua. El asno es mi desgastado cuerpo, para que no se canse de hacer el bien. Finalmente, el león que tengo someter es mi corazón, porque es orgulloso y, para colmo de males, tiene complejo de rey.
¿No te parece una simpática manera de ilustrar la necesidad que tú y yo tenemos de consagrar a Dios todo nuestro ser?
¿Cuál de esos «animales» tienes que controlar? ¿Qué están viendo «los dos halcones»? ¿Qué clase de «pajarillos» están revoloteando en tu mente? ¿Qué lugares están visitando esos «dos conejos»? ¿Y cuan activa está esa «serpiente»... ?
El mensaje está claro: La vida cristiana no admite entregas a medias. O somos de Dios por completo, o no somos en absoluto de él. Quiera Dios que la oración del apóstol se cumpla cabalmente en ti y en mí, de modo que el Dios de paz santifique todo nuestro ser hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo.
Padre amado, te consagro mi ser entero. Que mis pensamientos, palabras y acciones glorifiquen siempre tu nombre.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

EL BUEN CORAZÓN


«Pero la que cayó en buena tierra son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia» (Lucas 8:15).

¿En qué se distingue una buena tierra? Un buen suelo debe proporcionar nutrición y apoyo a las raíces, además de permitir que tanto estas como el agua puedan moverse libremente. Sin sobreprecio alguno para usted, me permito darles algunos consejos para que pueda tener plantas sanas y lozanas: (1) No las riegue en demasía, (2) no las mueva, (3) ocúpese inmediatamente de los problemas y (4) recuerde las necesidades de la planta —un suelo óptimo, agua, una temperatura adecuada, luz y aire.
Si de la tierra del corazón se dice que es buena, no es porque lo sea por sí misma, sino porque la gracia ha hecho que así sea. Dios la aró. La removió con el arado de la convicción y ahora es un terreno fértil y mullido. Cuando se predica el evangelio, el corazón lo recibe.
Después de que la semilla ha sido sembrada en el corazón, germina y empieza a echar raíces. En consecuencia, al igual que la semilla que da ciento por uno, produce un amor ferviente, un corazón amable y un propósito consagrado. La persona se convierte en un poderoso siervo de Dios.
Otra semilla cae en un corazón con un carácter parecido. Esa persona no puede hacer tanto como otros, pero da lo que puede. Se entrega a sí misma a Dios y, en el trabajo, siempre habla de su Señor. Mientras da su paseo diario, tranquilamente, comparte el evangelio. Su fruto equivale a sesenta por uno.
A continuación, la semilla cae en otro cuyas habilidades y talentos no son muchos. No puede hacer lo mismo que el mayor, pero siempre puede hacer algo, por humilde que sea. La semilla da un diez por uno, a lo sumo un veinte...
«"El corazón bueno y recto" mencionado en la parábola, no es un corazón sin pecado; pues se predica el evangelio a los perdidos. Cristo dijo: "No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores". Tiene corazón recto el que se rinde a la convicción del Espíritu Santo. Confiesa su pecado, y siente su necesidad de la misericordia y el amor de Dios. Tiene el deseo sincero de conocer la verdad para obedecerla. El "corazón bueno" es el que cree y tiene fe en la palabra de Dios» (Palabras de vida del gran Maestro, p. 38).
¿Está su corazón preparado para recibir la semilla de la verdad? Basado en Mateo 13:1-9

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill