jueves, 19 de abril de 2012

BELLEZA BAJO PRESIÓN


«El patío estaba adornado con finas cortinas blancas y azules, sostenidas por cordones de lino color púrpura que pasaban por anillos de plata, y estaban sujetas a unas columnas de mármol. También habían puesto divanes de oro y plata, y el suelo estaba embaldosado con piedras finas, nácar y mármol blanco y negro» (Ester 1:6).

Hemos llegado al libro de Estén justo en el momento en que el rey está describiendo su imponente palacio. El versículo de hoy dice que había pilares de mármol en él.
El mármol es una hermosa piedra que se usa para construir edificios de lujo y para esculpir hermosas estatuas. Un detalle muy importante sobre el mármol es que este no todo el tiempo fue mármol. Suena extraño, ¿verdad? Te explico:
Cierto tipo de mármol, antes de ser mármol era otra piedra llamada caliza. Esta es una piedra de coloración gris compuesta de animales fosilizados. Cuando los terremotos y los volcanes comprimen y calientan la piedra caliza, esta puede transformarse de su grisácea fealdad a la belleza del mármol.
¿Alguna vez te han castigado tus padres o en tu escuela? ¡Qué experiencia tan desagradable! Recuerda esto: así como el calor y la presión pueden convertir la piedra caliza en mármol, las experiencias difíciles de la vida pueden también convertirnos en mejores personas. No olvides que tus padres y maestros están ahí para ayudarte a aprender las lecciones importantes de la vida. Permite que te ayuden y cada día te irás transformando en una persona más sabia y hermosa.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

DIOS OBRA


Encomienda a Jehová tu camino, confía en él y él hará. (Salmo 37:5). 

Si hemos pasado por situaciones difíciles, o hemos  enfrentado problemas que humanamente no tenían solución, podremos entender a cabalidad el valor de esta promesa contenida en el versículo de hoy. Dios obra poderosamente a favor de todos los que a él se encomiendan.
Mi familia y yo estábamos atravesando momentos críticos y decisivos. Por diversas razones de índole familiar y social habíamos decidido emigrar de nuestro país. Comenzamos las gestiones contando con pocos recursos económicos y con serias presiones, por lo que encomendamos a Dios todos nuestros planes y los sometimos a su voluntad.
Recordaba de manera continua día y noche el texto que sirve de base a la meditación de hoy. No deseábamos hacer nada que el Señor no aprobara. Fueron días de espera, noches de insomnio; viajes, gestiones infructuosas, gastos excesivos. Todo hacía de la situación algo insoportable, pero siempre la promesa del Señor estaba presente en mi vida.
Los problemas se fueron resolviendo. El camino se fue abriendo, aunque en nuestra ansiedad pensábamos que el proceso duraba demasiado. Dios, que no conoce premura ni demora, estaba haciendo su parte con sabiduría y precisión.
«En la vida diaria tropezará con sorpresas repentinas, chascos y tentaciones. [...] Mire a Jesús en todo momento y lugar, elevando una oración silenciosa y con corazón sincero para que pueda saber cómo hacer su voluntad» (El hogar cristiano, cap. 34, p. 204).
Quizá consideremos que algunos de nuestros problemas tardan demasiado tiempo en solucionarse, pero la promesa nos dice que confiemos en él, y él hará. Nuestra sabiduría es limitada, nuestros recursos son pobres; humanamente no somos capaces de resolver mucho, pero Dios, en su misericordia, nunca abandona a aquellos que ponen su vida en su manos de amor.  Él limpia y despeja nuestra senda, allana los obstáculos y nos conduce a lugar seguro. Hermana, en todo tiempo Dios muestra su misericordia y prodiga sus bendiciones. Él es nuestra fortaleza en tiempo de angustia y nunca nos desampara, porque así lo ha prometido. Confiemos plenamente en él y comprobaremos muy pronto que todas sus bendiciones se dejarán ver en nuestras vidas.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Bertha Valdés de Pérez

¿MUROS O PUENTES?


Porque Cristo es nuestra paz: de los dos pueblos ha hecho uno solo, derribando mediante su sacrificio el muro de enemistad que nos separaba. Efesios 2-14, NVI

¿Muros o puentes? ¿Qué estamos construyendo en nuestras relaciones sociales? ¿La siguiente historia, que narra el pastor Robert Folkenberg, puede ayudarnos a responder. Es el relato de dos granjeros que habían sido muy buenos amigos, pero que ahora ni siquiera querían verse, y todo por una vaca que cada uno reclamaba como suya. Las cosas habían llegado a un punto tan malo que construyeron un canal para separar las dos casas.
Cierto día llegó a la finca de uno de los granjeros un carpintero en busca de trabajo. 
—Con mucho gusto le daré trabajo —le dijo el granjero—. Tome esta madera y construya una cerca que me impida ver la casa de mi vecino. 
—Muy bien —contestó el carpintero.
El carpintero trabajó todo el día. Cuando terminó, vino el granjero a evaluar su obra. Lo que vio casi le dio un ataque. ¡En vez de una cerca, el carpintero había construido un puente sobre el canal! Ya estaba a punto de reclamarle, cuando apareció el vecino, cruzando el puente recién construido.
—Eres demasiado bueno —dijo el hombre—. Tan mal que yo me he portado contigo y mira lo que has hecho. Por favor, discúlpame, y quédate con la vaca como señal de mi amistad.
A todas estas, el carpintero comenzó a recoger sus herramientas. Al verlo, el granjero que lo había contratado le dijo:
—Gracias por lo que hizo. Me gustaría que se quedara. Tengo otros trabajos para usted.
—Lo siento —respondió el carpintero—. Hay muchos otros puentes que todavía debo construir («Le contemplaremos», Revista adventista, ed. interamericana, noviembre de 1990, p. 11).
Puentes. ¿Hay alguno que tengas que construir hoy? ¿Alguna relación en la que, en este mismo momento, hay un muro, cuando en realidad debería haber un puente? Si este es el caso, alguien tiene que tomar la iniciativa de construir el puente. A fin de cuentas, ¿qué motivo tan grave los separó? Como el caso de los dos granjeros, ¿permitirán que una simple «vaca» los siga separando?
Y si es de Dios que te has alejado, entonces, como bien sabes, no hay que construir un puente, porque Dios ya lo construyó. Ahora mismo, con los brazos abiertos, el amante Padre celestial te espera, listo para celebrar.
Padre celestial, ayúdame a construir puentes en lugar de muros de separación.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

DESPIERTA


«En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia; estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza» (Salmo 17:15).

Imagine que corre para estar al lado de un buen amigo cuya hija acaba de morir. En el lugar hay otros que también ofrecen su apoyo. La familia lo lleva junto a la cama y usted está de pie, con semblante triste, mirando el cuerpo inerte y sin vida. Entonces usted expresa su sentimiento de dolor y todos empiezan a llorar a gritos.
En ese momento, un joven entra en la habitación seguido de sus amigos y, con voz de mando, dice: «Háganse a un lado. La niña no está muerta, tan solo duerme». Yo no sé cuál sería su reacción, pero sí le puedo decir qué hizo la gente de Capernaúm.  En Mateo 9: 24 leemos: «Se burlaron de él». Es decir, se mofaron de Jesús. ¿Se lo imagina? Jesús era el único que podía ayudar y... se burlaron de él.
La multitud salió de la habitación. Jesús entró y tomó a la niña de la mano, como si fuera a despertarla y ayudarla a levantarse. Y la niña se sentó; no después de una larga y complicada oración, sino tras un simple toque. De la misma manera, las almas muertas no resucitarán a la vida espiritual a menos que Cristo las tome de la mano.
La noticia de este milagro se extendió rápidamente y, pronto, todos hablaban de él. La gente hablaba más de los milagros de Cristo que de su doctrina. Es más agradable hablar de lo sobrenatural que de las ideas y los principios. El misticismo atrae nuestra atención con más fuerza que la espiritualidad. Preferimos escuchar: «Levántate de los muertos», en lugar de «Arrepiéntete de tus pecados y conviértete».
Al principio de su ministerio, Jesús escogió vivir en Capernaúm. Los lugareños debieron conocerlo bien y él intentó una y otra vez acercarse a ellos mediante la predicación y los milagros. Pero ellos no quisieron recibirlos, ni a él ni su predicación. Más adelante, entristecido, Jesús declaró: «Y tú, Capernaúm, que eres levantada hasta el cielo, hasta el Hades serás abatida, porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en ti, habría permanecido hasta el día de hoy» (Mat. 11:23). ¡Qué bendición perdió la ciudad!  Basado en Mateo 9: 18, 23-26

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill