martes, 10 de abril de 2012

¿QUIÉN APAGÓ LA LUNA?


«Tenían que estar presentes en el templo [...] cuando se ofrecían todos los holocaustos al Señor los sábados, en las fiestas de la luna nueva y en las fiestas especiales» (1 Crónicas 23:30,31).

Hoy nos vamos de caminata nocturna. Qué hermoso. El aire está fresco, el cielo está despejado, y la Luna —espera un momento—, ¿dónde está la Luna? Creo que la puedo ver ¿o no? ¿Qué es eso? Nuestro guía israelita dice que esta noche hay luna nueva. ¿Qué es la luna nueva?
El 1° de enero hablamos de cómo la Luna refleja la luz del Sol. A medida que la Luna se mueve alrededor de la Tierra, llega un momento en que se atraviesa entre el Sol y nosotros. El Sol está brillando del otro lado de la Luna, y el lado de la Luna que podemos ver está oscuro. A esto se lo conoce como «luna nueva».
Algunas veces nos sentimos como el lado oscuro de la Luna, sin una luz que alegre nuestro espíritu. Cuando eso ocurra, recuerda que, como la luz, el .amor de Dios siempre brillará.  Él siempre cuidará de nosotros. Algunos días tal vez no lo veamos, pero con el tiempo, así como siempre vemos nuevamente la luna, con toda seguridad veremos la luz de Dios brillando para nosotros.  La vida tiene momentos oscuros, pero la luz de Dios estará ahí para mostrarnos el camino.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

HIJA DE DIOS


Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios (1 Juan 3:1).

¡Que maravilloso Dios tenemos, que con inefable amor nos redime y restaura a la posición de hijas! Ese es el Dios a quien amamos, «Rey eternamente y para siempre» (Sal. 10:16).
¿Qué responderías si te preguntaran «quién eres», como le preguntaron a Juan el Bautista? Juan conocía claramente quién era, así como su origen, misión y destino, pues él respondió: «Yo soy la voz de uno que clama en el desierto. (Juan 1:23). Afortunadamente nosotros tenemos también tenemos la oportunidad de saber quiénes somos, al igual que de conocer nuestra misión y destino. Ese compromiso nos recuerda constantemente que somos especiales y que también tenemos una importante responsabilidad: reflejar la luz de Dios.
Esto me recuerda a la bella modelo Eva Sannum, una antigua novia del príncipe Felipe de España, y a quien un posible título de princesa no le interesaba. Ella quería ser ella misma, por lo que actuaba y vestía a su manera. Aquella relación prosperó, al contrario que la que inició con Letizia Ortíz, finalmente supo definir su identidad, misión y destino: ser princesa y futura reina de España.
Si acudimos a una boda con la misma ropa que utilizamos para limpiar la casa ¿qué mensaje le estamos enviando a quien nos ha invitado? Lo más seguro es que piense que su boda no es muy importante para nosotros y que no goza de todo nuestro aprecio. La esencia misma del cristianismo, el amor a Dios y a los demás, es el móvil que nos impulsa a ir más de allá de la satisfacción personal. Es algo que nos llevará a preguntarnos: «¿Podrán ver en mí lo hermoso, lo digno, lo sencillo, lo que es de buen nombre y que habla bien de quien nos llamó de las tinieblas a su luz admirable?». 
Conviene  que identifiquemos toda ocasión en la que podamos testificar acerca de nuestra fe. Nuestra apariencia y actitudes, hablarán por nosotras. 
Padre, ayúdame a no olvidar que debo permitir que todos vean tus virtudes en mí.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por  Greisy de Murillo

DIOS TIENE UN PLAN



Alabado sea Jehová, que hizo que no te faltara hoy pariente, cuyo nombre será celebrado en Israel. Rut 4:14, RV95.


Hay momentos en la vida cuando pareciera que todo se desploma a nuestro alrededor. ¿Te ha pasado? Quizás te está ocurriendo ahora mismo. Si este es el caso, estoy seguro de que la siguiente historia te puede resultar de ayuda.
Una familia de cuatro personas (los esposos y dos hijos varones) tenía problemas económicos en su país, de manera que decidieron probar suerte en otras tierras. El plan era estar solo poco tiempo, pero se acostumbraron al lugar y se quedaron. Los hijos conocieron nuevos amigos, ahí se enamoraron y se casaron.
Pero las cosas no salieron como habían pensado. El padre de la familia murió. Tiempo después, los dos hijos también murieron. Es así que la pobre mujer dejó su país buscando mejorar su situación, pero ahora estaba peor que antes. Sola, sin dinero y en un país extranjero. ¿Qué podía esperar de la vida? Muy poco. Pero sin que ella lo supiera, Dios tenía un plan. ¡Y qué plan!
¿Ya sabes de quién estamos hablando? Es la historia bíblica de Noemí y Rut. Después de su trágica pérdida, Noemí decide regresar a su tierra, Belén. Les pide sus dos nueras que la dejen regresar sola. Una de ellas, Orfa, acepta el consejo. La otra, Rut, se resiste a dejarla. Noemí accede y juntas regresan a Belén, justo cuando comenzaba la cosecha de la cebada. Entonces Rut consigue trabajo recogiendo espigas en el campo de un hombre rico (¡y soltero!) llamado Booz.
Y aquí viene lo bueno. Booz y Rut se enamoran y se casan. De su unión nace un lindo bebé al que ponen por nombre Obed. De Obed nace Isaí; y de Isaí, nace David. Y del linaje de David nacería Jesús, el Salvador del mundo. ¡Quién lo podría imaginar! ¡Rut, la moabita, entre los antepasados de Jesucristo!
¿Cuál es la lección? Si ahora mismo estás atravesando por una situación difícil, recuerda que nuestro Dios tiene poder para transformar tus problemas en oportunidades. Recuerda, además, que Dios tiene un plan para ti, ¡y ese plan ahora mismo está en marcha!
Él solo espera que le permitas ayudarte y que confíes en él porque la solución a tu problema ¡ya está en camino!
Gracias Señor, porque nada es difícil para ti. Ayúdame a creer que tienes un plan para mí.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

SEGUIR A JESÚS


«Estos son los que no se han contaminado con mujeres, pues son vírgenes.  Son los siguen al Cordero por dondequiera que va.  Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias y para el Cordero» (Apocalipsis 14:4).

Una tarde, Cristo pidió a sus discípulos que navegaran hacia el otro lado del Mar de Galilea, al país de Gadara. Los discípulos desconocían la razón de esa petición específica en aquel momento determinado para dirigirse a ese punto concreto de la costa, pero Jesús sabía que allí el cielo le había encomendado una misión.
Podrían haber bordeado el lago, pero escogió cruzarlo en barca para tener la oportunidad de demostrar que él es Dios, tanto del mar como de la tierra firme, y para mostrar que es todopoderoso, tanto en el cielo como en la tierra. Consuela saber que tenemos un Salvador en quien podemos confiar y a quien podemos orar; un Salvador que sabe qué es estar en medio de una tormenta.
Jesús no cruzó el lago en un yate o en una embarcación de placer. Él y sus discípulos hicieron la travesía en una embarcación de pesca, sin lujos comodidades. Jesús subió a la barca seguido de sus discípulos. Otros que habían venido a escucharlo se quedaron en la seguridad de la tierra firme. Solo los verdaderos discípulos de Cristo están dispuestos a seguirlo en los peligros y las dificultades. Muchos preferirían ir al cielo por un camino más cómodo. Incluso preferirían no moverse de donde están, o regresar sobre sus pasos, a arriesgarse a entrar en los peligros del mar. Pero los que quieren estar eternamente con Cristo tienen que seguirlo dondequiera que ahora los lleve: ya sea una embarcación, la cárcel o un palacio.
En cierta ocasión, un anciano miembro de iglesia comentó: «Entré en la iglesia y me acomodé en el asiento de terciopelo. Contemplé el sol que entraba a través de las vidrieras. El ministro, revestido con un manto de terciopelo, tras abrir una Biblia con los bordes de las páginas dorados y un marcador de seda, dijo: "Si alguno quiere ser mi discípulo, niéguese a sí mismo, tome su cruz, venda todo lo que tiene, déselo a los pobres... y sígame"».
Si buscamos una vida de lujos y comodidades, probablemente nos quedemos en la orilla. Pero a los que siguen a Jesús dondequiera que vaya les esperan milagros y bendiciones. Basado en Mateo 8: 23-27

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill