lunes, 2 de abril de 2012

UN VEGETAL EN LA BAÑERA


«El interior del templo lo recubrió de cedro tallado con figuras de calabazas y flores abiertas. No se veía una sola piedra, pues todo era de cedro» (1 Reyes 6: 18).

Salomón estaba construyendo un hermoso templo para Dios. Según el versículo de hoy, había flores y calabazas talladas en las paredes de cedro. Las calabazas son unos frutos un tanto extraños. La mayoría de ellos no son buenos para comer.
Pero hoy quiero hablarte de una calabaza que se puede comer y además usarse en la bañera. ¡Así como lo oyes! Esta asombrosa calabaza, también conocida como luffa, es comestible cuando está verde y pequeña. A medida que este vegetal crece se va volviendo marrón y alcanza hasta 30 cm de largo. Cuando la pelas y le sacas las semillas, se convierte en una «esponja» que sirve para bañarse. Increíble. La próxima vez que vayas a la tienda con tu mamá, dile que te muestre una esponja natural o estropajo.
En el Salmo 51:2 David le pide a Dios: «¡Lávame de mi maldad! ¡Límpiame de mi pecado!». Ya ves, Dios es la mejor «esponja» del universo. Él no solo nos dio un fruto que nos ayuda a mantenernos limpios por fuera, sino que también nos ofrece el perdón que nos mantendrá limpios por dentro. ¡Esa sí que es una limpieza profunda!

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

LOS TULIPANES Y YO


Y el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otras y para con todos, como también lo hacemos nosotros pañi con vosotros. (1 Tesalonicenses 3:12).

El paisaje a mi alrededor era una planicie que me parecía rara, ya que vengo de un país que es montañoso y que tiene una vegetación exuberante y colorida.  Mi casa anterior estaba rodeada de montañas y volcanes. Pero en mi nuevo lugar de residencia no había plantas coloridas y el terreno era seco y arenoso, el paisaje típico de una zona semidesértica.
Al entrar a mi nueva habitación todo parecía perfecto; una grande, mi propio baño y otros detalles que incluso la hacían más acogedora. Pasaron los días, pero algo me hacía falta y no sabía qué era.
Una mañana, mientras estaba en un supermercado, entré al departamento de jardinería. En ese preciso momento me di cuenta de que una planta decorativa le daría el toque final a mi nueva morada. Dediqué unos minutos a buscar algunas semillas apropiadas para la época de primavera.  Cuando llegué a mi casa busqué información adicional, y por la tarde ya las estaba plantando. Las instrucciones eran pocas y precisas: sembrarlas a poca profundidad, colocando las semillas con la punta hacia arriba.
Luego debía cubrirlas con tierra y finalmente regarlas con agua.  Así fue como todo empezó; los tulipanes y yo nos dimos a la tarea de crecer al mismo tiempo, y ¿cómo es que se puede crecer como una planta? Te daré el secreto para que puedas florecer muy pronto:
  • Llena tu vida de amor. Ama al Señor con todo tu corazón toda tu alma y con todas tus fuerzas (ver Deut. 6:5).
  • Siembra semillas de amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. (Ver Gal. 5:22). 
  • Riega tus actos de agua de vida, porque el Cordero que está en el trono los pastoreará y los guiará a fuentes de agua viva; y Dios enjugará toda lágrima de tus ojos (Ver Apoc 7:17)
  • Permite que el sol de justicia ilumine tu vida.  Atiende, Señor, a mis palabras, escucha mis suplicas, escucha mi clamor, por la mañana te presento mis ruegos y quedo en espera de tu respuesta. (Ver Sal 5:1-3)

Si pones en práctica estas recomendaciones, en poco tiempo podrás disfrutar de las flores más bellas que puedas imaginar.  Mis tulipanes ya alcanza los veinte centímetros de altura y pronto florecerán.  De igual manera mi fe sigue creciendo fuerte y constante.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Yoela Murillo

LA ARENA Y LA ROCA


Que la paz de Cristo reine en sus corazones, porque con este propósito los llamó Dios a formar un solo cuerpo. Y sean agradecidos. Colosenses 3:15

Hace algunos años apareció en la revista Signs of the Times (Señales de los tiempos) la historia de dos amigos que caminaban por la orilla de una playa cuando, de pronto, comenzaron a discutir. La discusión se volvió tan acalorada que uno le dio una bofetada al otro. Sin decir una palabra, el que había sido golpeado en el rostro escribió en la arena: «Hoy mi amigo me dio una bofetada».
Más tarde ese mismo día los dos amigos se estaban bañando en la playa. Uno de ellos, el mismo que había sido golpeado, nadaba en aguas profundas cuando, de pronto, comenzó a ahogarse. Sin pérdida de tiempo, olvidando la rencilla que los había separado, su amigo nadó con todas sus fuerzas y logró rescatarlo. Después de haber recuperado sus energías y agradecido a su amigo por lo que había hecho, el joven rescatado escribió en una gran piedra: «Hoy mi amigo me salvó la vida».
Al observar esto, su amigo le dijo, curioso:
—Después que te golpeé, escribiste en la arena. Ahora que te salvé, escribiste en una roca. ¿Por qué?
—Cuando un amigo nos hiere —respondió el joven— tenemos que escribir la ofensa en la arena, para que los vientos del olvido borren ese ingrato recuerdo. Pero cuando un amigo bendice nuestra vida tenemos que grabar su acción en la piedra, de modo que ningún viento, por fuerte que sea, pueda borrar jamás lo que ha hecho por nosotros (Signs of the Times, abril de 2003, p.15).
¿Dónde estás escribiendo las ofensas que te han hecho tus seres más queridos? ¿Todavía te causa dolor recordar lo que te hizo tu mejor amiga? ¿Hay tristeza en tu corazón por la forma como te trató tu novia o tu novio? ¿Por cuánto tiempo esos recuerdos van a herir tu corazón? ¿Y dónde estás registrando lo que esas mismas personas, u otras muy cercanas, han hecho por ti? ¿Les has dicho lo mucho que agradeces ese favor, esa bendición?
Quiera Dios que, a partir de hoy mismo, escribas las ofensas de tus mejores amigos en la arena; y sus bendiciones, en la roca.
¡Hay virtud en la gratitud y poder sanador en el perdón!
Mi Padre celestial, dame buena memoria para recordar lo bueno que hacen mis amigos, y muy mala memoria para lo malo.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

ALABAD AL SEÑOR


«Alabad a Dios en su santuario; alabadlo en la magnificencia de su firmamento. Alabadlo por sus proezas; alabadlo conforme a la muchedumbre de su grandeza» (Salmo 150:1-2).

Otra razón por la que Jesús permitió que el pueblo lo honrara aquel día en Jerusalén era animar a sus seguidores, especialmente a los discípulos. Habían estado con él cuando lo rechazaron sus enemigos y ahora quería darles a probar un pequeño anticipo de su gloria.
Por una vez les permitiría que arrojaran sus mantos y ramos aromáticos a su paso. Por una vez, entusiasmados, se subirían a los árboles para cortar las olorosas ramas con las que marcarían su camino. Pronto los traspasaría el dolor de verlo arrestado en Getsemaní y llevado preso ante Caifás y Pilato para que lo condenaran a muerte.
Para la gente común ese día debió ser una experiencia inolvidable. No cabe duda de que en esta vida pasamos por muchas pruebas y decepciones. Aunque Jesús sufrió y murió, lo sostuvo la esperanza de ver la gloria más allá de la tragedia. Cuando todo parece estar sumido en la más densa tiniebla y que no tenemos salida, nos hacemos bien en poner la vista en la meta, nuestra esperanza. Me gusta la letra del himno titulado «Una esperanza» (Himnario adventista, ed. 2010, n° 181) porque dice la verdad.
Los profetas escribieron que Jesús sufriría y moriría, y así fue. Jesús dijo que algunos de sus seguidores pasarían por lo mismo que él. Pero también afirmó: «Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo» (Juan 16: 33).
No hace mucho pasé una revisión médica. Mientras hablábamos, el médico me dijo algo que no olvidaré: que no debemos pensar en lo que no tenemos, sino en lo que sí tenemos. Esa idea me gusta. En la vida cristiana es fácil centrar la atención en lo que falta y pasar por alto lo que ya se tiene. Usted dirá: «A veces parece como si no tuviera nada». Piense en lo que tiene. Usted tiene la esperanza en la venida del Señor.
Señor, si hoy desfallezco, recuérdame la bendita esperanza. Basado en Lucas 19: 29-44

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill