martes, 28 de febrero de 2012

LIMPIOS POR DENTRO Y POR FUERA

«Luego lavará su ropa y se lavará a sí mismo con agua, y después podrá entrar en el campamento, aunque quedará ritualmente impuro hasta la tarde» (Números 19:7).

Números 19:7 nos dice que el sacerdote tenía que lavarse con agua después de hacer sacrificios especiales. ¡Qué maravillosa es el agua! La mayor parte de la tierra está cubierta por ella. Nuestro cuerpo está compuesto mayormente por agua. Un tomate es casi todo agua. Necesitamos agua por dentro para que nos purifique y la necesitamos por fuera para que nos limpie.
En algunos lugares podemos encontrar agua apenas a unos pocos centímetros debajo de la tierra, mientras que en otros lugares hay que cavar decena, de metros para conseguirla. El agua cae del cielo y hace que las plantas crezcan. Después del aire el agua es lo que más necesita tu cuerpo. Sin ella apenas podríamos vivir unos cuatro días. Sí, el agua es muy importante.
Así como el agua es necesaria para vivir; el perdón que viene de Dios, es necesario para vivir eternamente. Sin el perdón no podríamos pasar la eternidad con Jesús. El perdón limpia tu corazón del pecado y le hace sentir muy bien. Pídele a Jesús que perdone tus pecados en este momento y experimenta lo bien que se siente al ser lavado por el perdón.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

VIVIR CON SABIDURÍA

Enséñanos de tal modo a contar nuestros días que traigamos al corazón sabiduría (Salmo 90:12).

De todos los libros de la Biblia, los que más me agradan son Salmos, Proverbios y Eclesiastés. Creo que a través de la lectura y el estudio de estos libros Dios puede mostrarnos de una manera práctica cuál debe ser nuestra conducta. Al presentar detalles de la vida diaria también desea que entendamos que el principio de la sabiduría consiste en obedecerlo y adorarlo él. Además, en el conocimiento de Dios podremos encontrar promesas de esperanza, adquirir inteligencia y prudencia, así como marchar por el buen camino.
Los Salmos han sido fuente de inspiración y aliento para los creyentes a través de las edades. Sus palabras de consuelo han hecho el milagro de renovar la fe y el ánimo del agobiado y del cansado. Nos enseñan que es posible traer nuestras cargas y penas a los pies de Dios, sin dejar de alabarlo y adorarlo por toda su grandeza y misericordia.
Por otro lado, Proverbios es un libro que encierra la sabiduría del pueblo hebreo. Contiene pensamientos breves que iluminan verdades nacidas de experiencias de la vida. El libro de Eclesiastés forma parte de la literatura sapiencial hebrea, una especie de crítica al secularismo, a la vez que pretende combatir la tendencia a relegar la religión a una categoría secundaria.
Vivir con sabiduría significa obedecer a Dios y beneficiar a los que nos rodean. Requiere desempeñarnos dentro de las normas que Dios ha establecido para nuestro bienestar; eso incluye nuestro cuerpo, mente y espíritu, así cómo nuestras relaciones con los demás.
Recordemos que Dios tiene un plan para cada una de nosotras y que debemos colaborar para que se cumpla cada día. De esa forma seremos renovadas y llegaremos a ser semejantes al Señor. Creo que es importante que reconozcamos ese deseo de él y que procuremos esforzarnos para que se cumpla en nosotras.
Entreguemos nuestra voluntad a Dios y seamos obedientes a su Palabra, reconociendo que la verdadera felicidad, tanto en esta vida como en la futura, depende de la obediencia a los mandatos divinos.
Te invito a que hoy agradezcas y alabes a Dios por su fiel Palabra que nos guía ¡a encontrar la verdadera sabiduría!

Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Militza Loyo es venezolana y vive en Montemorelos con su esposo Germán Encinas y su hija. Es Licenciada en Psicología educativa.

ESCOGE BIEN A TUS CONSEJEROS

Aléjate del necio, pues de sus labios no obtendrás conocimiento. Proverbios 14:7

¿Cuál es el colmo de un padre sabio? Que el hijo le salga necio. Y sin ánimo de ofender a nadie, ¿de qué otra manera se puede calificar a Roboam, el hijo del sabio Salomón?
Roboam tuvo acceso a la sabiduría de los sabios, pero prefirió la necedad de los fatuos. Fue precisamente su padre, Salomón, quien escribió: «Júntate con sabios y obtendrás sabiduría; júntate con necios y te echarás a perder» (Prov. 13:20). Roboam hizo exactamente lo contrario.
Desde regiones lejanas de la tierra la gente venía a escuchar la sabiduría de Salmón (ver 1 Reyes 10:24). ¿Dónde estaba Roboam mientras su padre impartía su sabiduría?
El ejemplo más claro de su necedad lo encontramos cuando Roboam heredó el reino, después de la muerte de su padre. Justo al comienzo de su reinado, el pueblo le pidió que aliviara la carga que Salomón había impuesto sobre ellos. Recordemos que Salomón «exprimió» los bolsillos del pueblo al exigirles un impuesto tras otro para complacer los caprichos de sus esposas y concubinas (ver 1 Reyes 11:1-11). Lo más sensato era que Roboam aliviara esa carga. Y ese fue precisamente el consejo que le dieron los ancianos asesores del reino.
Sin embargo, ¿qué hizo Roboam? «No hizo caso del consejo de los ancianos, sino que consultó a los muchachos que se habían criado con él» (1 Reyes 12:8). Y el consejo de sus amigos no pudo ser peor: ¡Le aconsejaron que aumentara la carga sobre el pueblo!
Difícilmente se pueda ser más necio. Como resultado de esta decisión, diez de las doce tribus de Israel se rebelaron contra Roboam. Solo Judá y Benjamín se mantuvieron leales al insensato rey. Con un reino dividido, debilitado y disminuido, Roboam en pocos años destruyó lo que tanto les había costado edificar a su abuelo David y a su padre Salomón. ¡Y todo por no escuchar el consejo de los más sabios!
La lección está clara: «Atiende al consejo y acepta la corrección; así llegarás a ser sabio» (Prov. 19:20). O como lo expresa la sabiduría popular: «El que no escucha consejo, no llega a viejo».
Delante de ti están las grandes decisiones de la vida: «¿Qué estudiaré?» «¿Con quién me casaré?» «¿Qué creeré?». ¡Escoge bien a tus consejeros
Dame, Señor, Discernimiento para buscar siempre el consejo de tos sabios.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

CRISTO NOS FORTALECE

«Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos» (Lucas 6: 31).

¿Ha tenido o tiene, algún enemigo? Es probable que la mayoría de la gente responda que sí.
¿Quién es un enemigo? Es aquella persona que nos desprecia, nos detesta, nos desea mal, que siente un odio visceral por nosotros y que se enfada cuando hacemos alguna buena obra por ella. Hagamos lo que hagamos, nos odia. Jesús enseñó que los enemigos son los que nos ultrajan, nos amenazan, nos insultan, nos persiguen, nos calumnian e, incluso, llegan a agredirnos.
Por eso, las palabras de Jesús son tan difíciles de entender: «Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os odian y orad por los que os ultrajan y os persiguen» (Mat. 5: 44). Sus palabras se oponen diametralmente a lo que nos enseña nuestra cultura. El mundo dice: «¡No seas tonto y paga con la misma moneda!». Sin embargo, Jesús dijo: «Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos» (Luc. 6:31).
Este texto se conoce como la Regla de Oro. La ley la del mundo es la venganza y el odio. Pero como hijos e hijas de Dios, tenemos una regla superior. Si las personas nos provocan, no debemos responder a su provocación. Si nuestros enemigos nos insultan, nos persiguen, nos calumnian y nos ultrajan, no hagamos lo mismo con ellos.
El reto que Jesús nos plantea es como una elevada cumbre difícil de escalar. Al orar, quisiera decir: «Señor, ¿cómo puedes pedirme que ame a mis enemigos?». La verdad es que, solo con nuestras propias fuerzas es imposible. No podemos escalar esa cumbre por nosotros mismos. Necesitamos la ayuda del Señor.
La naturaleza humana es egoísta y, por eso, nos cuesta amar al prójimo. Jesús no vino a este mundo para que nosotros no tuviéramos enemigos, sino para enseñarnos cómo tenemos que relacionarnos con ellos. Sin embargo, la meta está a nuestro alcance cuando sabemos que «todo lo [podemos] en Cristo que [nos] fortalece» (Fil. 4:13). (Basado en Mateo 5:44)

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill