viernes, 20 de enero de 2012

RANAS EN LA CAMA REAL

«El Señor le dijo a Moisés: "Dile a Aarón que extienda su bastón sobre los ríos, arroyos y lagunas, para que de allí salgan ranas y llenen el país de Egipto"» (Éxodo 8:5).

Esta noche exploraremos una laguna. Acerquémonos cuidadosamente hasta donde crece la hierba más alta. ¡Prendamos ahora nuestras linternas! ¡Mira! ¡Allí hay una rana! Es inmensa. Escúchala. ¡Qué sonido tan fuerte hace! Es una de las ranas toro más grandes que he visto. Debe de tener como veinte centímetros de largo. Trata de atraparla suavemente con la red. ¡Oh, se ha escapado! Qué rápida es, ¿verdad?
Las ranas son unos animales muy interesantes. Las hay de diferentes clases, y de muchos colores. Pero a pesar de lo interesantes que son, a mí no me gustaría que hubiera ranas por todas partes. Bueno, eso fue exactamente lo que pasó en Egipto durante la plaga de las ranas. Había ranas en los lavamanos, en los inodoros, en las cocinas, ¡y hasta en las camas! Todo porque el faraón no quena dejar que el pueblo de Israel saliera de Egipto.
El faraón era testarudo, y pudo haber evitado muchos problemas. No seamos testarudos como el faraón. Dios tiene muchas cosas buenas planeadas para nosotros, pero solo puede dárnoslas si le entregamos nuestra vida. Encomienda tu vida a Dios ahora, y no permitas que «las ranas se metan en tu cama».

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

EL CORDÓN DE ESCARLATA

Y cuando os pregunten vuestros hijos: «¿Qué significa este rito?», vosotros responderéis: «Es la víctima de la Pascua de Jehová, el cual pasó por encima de las casas de los hijos de Israel en Egipto, cuando hirió a los egipcios y libró nuestras casas». Entonces el pueblo se inclinó y adoró (Éxodo 12:26-27).

Desde la terraza de su casa, donde secaba las plantas de lino, la joven ramera vio aproximarse a dos hombres. Ya era tarde y oscurecía, por lo que no pudo reconocerlos. Cuando estuvieron más cerca ella se dio cuenta de que eran extranjeros. Disimuladamente los observaba, y para su sorpresa tocaron a la puerta de su posada. Seguramente querían utilizar sus servicios. Al enterarse de que habían sido enviados por Josué y de que venían a espiar la tierra, aquella dama no dudó en ayudarlos.
La Biblia no revela cómo conoció Rahab al verdadero Dios. Aunque ella tuvo poco tiempo para conversar con los espías, es probable que hubiera oído hablar acerca de la forma en que Dios ayudaba a Israel en las batallas y de los milagros que hacía a favor del pueblo. Ahora se le presentaba una oportunidad inesperada. Después de confesar su fe (Jos. 2: 11) «renunció a su paganismo y uniéndose a Israel participó en las bendiciones del pacto» (Profetas y reyes, cap. 31, p. 249).
Para asegurar su salvación y la de su familia, Rahab pidió una señal. A semejanza de la sangre colocada en los postes de las puertas, los espías le dijeron que debía colgar «un cordón escarlata» (rojo vivo) de una ventana. Si los parientes de Rahab no deseaban morir debían buscar refugio en el lugar indicado, como lo habían hecho Noé y su familia en el arca.
Al igual que la sangre en los postes de las puertas y el cordón escarlata en la ventana, tenemos una señal segura: la sangre de Cristo, que garantiza la salvación de todo aquel que quiere ser librado del castigo que Dios enviará a este mundo desobediente.
¿Has colocado la señal de salvación en tu casa? «Y cuando os pregunten vuestros hijos: "¿Qué significa este rito?", vosotros responderéis: "Es la víctima de la Pascua de Jehová". [...] Entonces el pueblo se inclinó y adoró».
Querido Padre celestial, permite que ese Cordero que fue sacrificado por nosotros permanezca en nuestros hogares y en nuestros corazones hoy y siempre. En su nombre lo pedimos. Amén.

Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Julia A. Milián, Administradora de empresas.

BELLEZA Y CEREBRO

Vale más la sabiduría que las piedras preciosas, y ni lo más deseable se le compara. Proverbios 8:11. NVI.

«Tiene la cabeza de adorno». Esta es una expresión común que se usa para hacer referencia a una persona que no piensa antes de hablar, ni razona antes de actuar. A este grupo pertenecía Nabal. Su mismo nombre cuenta toda la historia. Nabal significa «insensato».
Un día David envió a algunos de sus siervos a pedirle alimentos. Necesitaban comida y Nabal tenía más que suficiente. Su respuesta le hizo honor a su nombre: «¿Quién es David? [...]. ¿Acaso voy a tomar la comida y la bebida y la carne que he preparado para mis trasquiladores, y voy a dárselas a gente que no sé ni de dónde es?» (1 Sam. 25:10,11).
Cuando David se enteró de la respuesta de Nabal, de inmediato ordenó castigar al insensato. Pero mientras esto ocurría, un siervo informaba a Abigail, la esposa de Nabal, de lo sucedido. Está claro que en casa de Nabal, los siervos sabían quién usaba la cabeza. Sin pérdida de tiempo, Abigail se preparó para apagar el fuego que su esposo había encendido. Salió en busca de David y, cuando lo encontró, le habló en términos que revelan su sabiduría:
«Señor mío, yo tengo la culpa [...]. No haga usted caso de ese grosero de Nabal, pues le hace honor a su nombre, que significa "necio" [...]. Yo, por mi parte, no vi a los mensajeros que usted, mi señor, envió. Pero ahora el Señor le ha impedido a usted derramar sangre y hacerse justicia con sus propias manos» (vers. 24-26, NVI).
Es probable que Abigail no haya tenido la belleza de Betsabé, ¡pero sabía usar la cabeza! El resto del relato dice que Nabal murió a los pocos días y, ¿adivina qué? Abigail llegó a ser esposa de David. ¡Qué buen ojo tenía el hijo de Isaí!
Si aún no te has casado, escucha este consejo: al escoger a tu futuro cónyuge, no te dejes impresionar por la pura belleza física. Asegúrate de que esa persona «tenga cerebro», ¡y de que lo use! A fin de cuentas, la belleza corporal pasa. Y cuando pasa, mi amigo, mi amiga, ¡no hay trasplante que valga! La sabiduría, en cambio, vale más que las piedras preciosas.
Dame ojos, Señor, para apreciar la belleza que nunca pásala del corazón.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

EL HOMBRE MÁS HUMILDE DEL PUEBLO

«Porque Jehová tiene contentamiento en su pueblo; hermoseará a los humildes con la salvación» (Salmo 149:4).

Había una vez un pueblo en el que alguien sugirió que se reconociera de manera especial a la persona más humilde. La población era pequeña y todos se conocían, por lo que decidieron que alguien fuera puerta por puerta y preguntara a los vecinos quién ellos creían que era la persona más humilde del lugar. De modo que uno fue puerta por puerta por toda la población y la respuesta fue unánime: casi todos votaron por la misma persona. Por tanto, decidieron que honrarían al hombre otorgándole una distinción especial; una banda en la que se leía: «Al hombre más humilde del pueblo».
Prepararon la cinta y eligieron una fecha para que el alcalde hiciera entrega de la distinción en el salón de actos de la escuela secundaria. Diríase que todos los lugareños asistieron al acto.
La orquesta de la escuela secundaria tocó una música. Cuando el alcalde hubo pronunciado su discurso en reconocimiento a tan especial ciudadano, pidieron al hombre que subiera al estrado para hacerle entrega de la banda distintiva. El público se puso en pie y estalló en una cerrada ovación.
Al día siguiente, el alcalde tuvo que retirarle la banda... ¡porque el hombre todavía la llevaba puesta! Una persona humilde de verdad no lo habría hecho.
Por supuesto esta historia no es más que una parábola; pero la lección es clara: El que es verdaderamente humilde no se jacta de ello porque, al hacerlo, deja de ser humilde. He aquí algunas maneras de comprobar si una humildad es genuina:
1. Una persona humilde no trata de ser el centro de atención. Recuerde que Jesús reprendió a los fariseos por su ansia de aplauso. «Hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres» (Mat. 23: 5).
2. Una persona humilde no se apresura a expresar sus opiniones. «El necio da rienda suelta a toda su ira, pero el sabio, al fin, la apacigua» (Prov. 29: 11).
3. Una persona humilde no busca venganza. «No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: "Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor"» (Rom. 12: 19).
Si una persona es verdaderamente humilde, todos lo sabrán menos ella. (Basado en Mateo 5: 5)

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill