sábado, 17 de diciembre de 2011

TRANSFUSIÓN

Jesús les dijo: «De cierto, de cierto os digo: Si no contéis la carne, de Hijo del hombre y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. » (Juan 6:53).

Dos hermanos habían sido azotados por una terrible enfermedad. Milagrosamente el varón se había restablecido, ya que su organismo había generado un antídoto natural contra la dolencia. Pero la niña estaba a punto de morir. Viendo que no había otra alternativa, el médico habló con el niño y le explicó la situación: «Si tu hermanita no recibe una transfusión de tu sangre, pronto morirá».
Solo le llevó unos segundos al pequeño decir que sí, y muy pronto su sangre comenzó a fluir hacia la sangre de su hermana, a quien tanto quería. De pronto el pequeño empezó a ponerse pálido, y con voz temblorosa, preguntó al doctor: «¿Cuándo comenzaré a morirme?». El médico lo miró y; poniendo la mano sobre la frente de un niño tan valiente, le dijo: «No vas a morir. Tu sangre es suficiente para ti y para tu hermanita. Los dos se van a salvar». El amor que aquel niño sentía por su hermana lo había impulsado a dar su vida por ella.
El amor que Jesús siente por ti lo impulsó a darle su vida en la cruz del Calvario. ¡Qué amor tan extraordinario! Al igual que sucedía con la enfermedad que sufría la hermanita de aquel valiente muchacho, solo Jesús tenía el antídoto para curar la terrible enfermedad del pecado. No podemos ser salvas si no comemos la carne de Jesús y bebemos su sangre. En otras palabras: Si no aceptamos el sacrificio de Jesús en nuestro favor no podemos tener vida eterna. Pero no solamente de palabra debemos aceptar el sacrificio expiatorio de Jesús, sino que tenemos que recibir una «transfusión» directa del Salvador.
Los nutrientes que recibimos a través de la transfusión divina son: fortaleza, mansedumbre, paz, benevolencia, confianza, fe y amor. Si no tienes ganas de estudiar, si te duermes cuando oras o simplemente no sabes qué decir, si te da miedo testificar, debes revisar tu hemoglobina espiritual, porque puedes estar pasando por un proceso de anemia y necesitar una transfusión. Ve a Jesús cada mañana. Él tiene para tí nuevos nutrientes que fortalecerán tu vida.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

COMO LADRÓN EN LA NOCHE

El día del Señor vendrá como ladrón en la noche, en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. 2 Pedro 3:10.

Ese día de invierno me levanté, como siempre, a las seis de la mañana. Todavía era de noche, ya que aclaraba después de las nueve. Me vestí, agradecí a Dios por la oportunidad de vivir, y luego desayuné. Al terminar, revisé mi carpeta del horario de clases y me dirigí al colegio. Abrí la puerta del garaje y saqué el automóvil a la calle. Luego salí del auto para cerrar la puerta del garaje y al sentarme nuevamente, un automóvil se colocó detrás y me impidió el paso. Un delincuente se bajó, me apuntó con su arma y me ordenó a gritos que me bajara del coche. Una vez que bajé, otro me apuntó con una pistola mientras palpaba mis bolsillos en busca de dinero. El primero se sentó en el asiento del conductor y, en menos de un minuto, esos ladrones se llevaron mi auto.
Todo ocurrió de sorpresa, ni yo ni mi esposa, quien dormía plácidamente mientras ocurrió el robo, lo esperábamos. Esa mañana debió haber sido como cualquier otra: tendría que haber salido de mi hogar, haber llegado al colegio, impartido mis clases y haber realizado mi labor como capellán. Esa mañana debió haber sido una más, pero la presencia inesperada de dos ladrones la hizo diferente. Gracias a Dios y a un excelente sistema de alarma, recuperé el auto que los delincuentes habían abandonado a menos de cuatro cuadras de mi casa.
Jesús, Pablo y Pedro dijeron que la segunda venida de Cristo sobrevendría "como ladrón en la noche". No se trata de que el Señor vaya a raptar a su pueblo, sino que así se ilustra lo sorpresivo de este acontecimiento. Ese día habrá mucha gente desprevenida. Amanecerá como cualquier otro día y nadie sospechará que ese día será diferente, porque regresará el Rey de reyes y Señor de señores.
Es necesario que te preguntes qué estarás haciendo tú el día que Jesús regrese. ¿Te sorprenderá como al resto del mundo o te encontrará preparado para recibir "al Señor en el aire" (1 Tes. 4:17)? La segunda venida revelará qué clase de preparación espiritual estás haciendo, y el mejor día para comenzar, si aún no has comenzado, es hoy. Jesús está a la puerta de tu corazón esperando que le abras, y desea que al regresar, estés preparado para vivir con él por la eternidad.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

AMOR ETERNO

Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia. Jeremías 31:3.

¡Amor eterno! ¿Qué significa eterno? Que no acaba nunca; que no tiene principio ni fin; que siempre es el mismo. Pero, hay muchos cristianos que creen que el amor, la gracia y la misericordia divinos son actitudes de Dios que aparecen solo en el Nuevo Testamento, y que el Dios del Antiguo Testamento es un Dios de ira, de justicia y de venganza.
Si esto fuese verdad, Dios no sería Dios. ¿Qué tipo de Dios es ese, que cambia de personalidad? ¿Hizo tanto mal a los seres humanos en el Antiguo Testamento, y después se arrepintió, y se volvió bueno en el Nuevo Testamento?
Si hacemos un estudio detenido del Antiguo Testamento, veremos que la nota que más se destaca es el amor de Dios: desde el principio, cuando creó al ser humano por amor; pasando por la solución que presentó al problema del pecado, después de que Adán y Eva cayeron; y mostrando su paciencia con un pueblo contumaz y rebelde, como el pueblo de Israel, el amor de Dios siempre estuvo presente.
Si un día el ser humano se pierde, no será porque Dios haya dejado de amarlo, sino porque el propio hijo habrá llegado al punto de volverse insensible al amor divino.
El otro día, un joven me abordó con la siguiente pregunta: "Si Dios me ama, ¿significa que no debo preocuparme por vivir una vida justa, porque el amor de Dios finalmente me salvará?" ¡Este puede ser un error catastrófico! El amor de Dios no acaba nunca, pero tu corazón puede llegar al punto de que el amor de Dios ya no tenga más ningún valor para ti.
Nadie se va a perder porque Dios dejó de amarlo; pero, el amor de Dios no salvará a quien jugó con su misericordia. Cuando finalmente el Señor Jesús aparezca en las nubes de los cielos, vendrá para destruir el pecado para siempre. Del mal no restará ni raíz ni rama, y los únicos seres humanos que serán destruidos, junto con el pecado, serán aquellos que no quisieron abandonarlo, y se aferraron del pecado hasta el fin.
Por eso, la Biblia afirma constantemente que hoy es el día de buena nueva. Y hoy es el día de salvación. Haz de este un día de decisiones sabias. Entrégale el corazón a Jesús, no juegues con su amor, y sal rumbo a los desafíos de este día oyendo la voz de Dios, que te dice: "Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón