jueves, 8 de diciembre de 2011

AMAR CON PODER

Amarás a Jehová, tu Dios, de toda tu alma y con todas tus fuerzas. ( Deuteronomio 6:5)

Las fuerzas están muy relacionadas con la voluntad. La voluntad es esa facultad que todos tenemos de decidir y ordenar nuestra propia conducta, es esa disposición, ese libre albedrío, esa intencionalidad con la que hacemos cada cosa. Los actos de voluntad son lo contrario a los actos reflejos, en los que no hay intencionalidad.
Algunas versiones de la Biblia utilizan en este versículo la palabra «poder» en lugar de «fuerzas» o «voluntad». La palabra «poder» significa «autoridad», «dominio», y tiene como sinónimos las palabras «lograr», «conseguir», «obtener» y «alcanzar». Podemos concluir que aunque ambos términos están estrechamente relacionados, existe una diferencia entre la voluntad y el poder.
1. Voluntad: Razón que nos lleva a desear hacer ciertos actos.
2. Poder: Facultad de lograr esos actos.
Siendo que nuestra voluntad es débil, carecemos del poder necesario para enfrentar al enemigo y salir victoriosos. ¿Qué, pues, podemos hacer para amar a Dios con toda nuestra voluntad y poder?
En la Biblia leemos: «Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos» (Rom. 5: 6). Una vez que aceptamos nuestra debilidad hemos dado el primer paso para poder recibir la muerte de Cristo como fuente de nuestra victoria. Cristo es el único capaz de producir en nosotras esa fuerza que para muchos es misteriosa e incomprensible. El apóstol Pablo nos exhorta a ocuparnos en nuestra salvación con temor y temblor (ver Fil. 2: 12). En otras palabras: «Preocúpate por lu salvación, pero no trates de salvarte tú misma, porque Dios es el que en ti produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad» (ver Fil. 2: 13).
¿Comprendes? Esa raíz que puede producir frutos en tu vida es Cristo. Afórate a él. No dejes que este mundo, con sus trampas y deleites, te separe de la única fuente de poder que existe. Ama a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas.
«Gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo» (1 Cor. 15: 57).

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

TERREMOTOS, HAMBRES Y ENFERMEDADES

Y habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá terror y grandes señales del cielo. Lucas 21:11.

El 26 de diciembre de 2004, la prensa de todo el mundo reportó uno de los desastres naturales más grandes. Un terremoto ocasionado por el movimiento de las placas tectónicas Capricornio e India, originó olas gigantescas, llamadas maremotos, con un efecto devastador. Se calcula que la primera ola surgida del epicentro puede haber viajado a 900 kilómetros por hora, y afectó a países como Sri Lanka, India, Indonesia, Malasia, Tailandia, Islas Maldivas y aun a Somalia, en África.
Esta catástrofe natural dejó un saldo de doscientos ochenta mil muertos, miles de huérfanos y millones de hombres y mujeres sin techo, sin alimento y sin trabajo. Las olas, que en algunos lugares alcanzaron los quince metros de altura, favorecidas por el terreno llano, penetraron varios kilómetros dentro del continente, arrasando con todo.
A diferencia de un maremoto, que horroriza al mundo de tanto en tanto, el hambre afecta todos los días en algunas regiones de la tierra. Las estadísticas muestran que cada día mueren en el mundo cien mil personas por desnutrición o por sus secuelas inmediatas. Mientras hay países que invierten en grandes rascacielos, misiles intercontinentales y estaciones espaciales, otros como Bangladesh, Corea del Norte, Afganistán, Mongolia y casi veinte países de África sufren lo que se denomina "hambre extrema". Esto quiere decir que el habitante promedio tiene que subsistir con 300 calorías diarias.
La ciencia ha avanzado en el campo de la Medicina, pero aun así hay enfermedades nuevas que están haciendo estragos en la sociedad y su cura es un misterio. Algunas estadísticas señalan que por causa del Sida se estima que la cifra de niños huérfanos ascendió a más de 25 millones en el año 2010. Esta enfermedad que comenzó en 1983, infecta en el mundo a cuatro personas por minuto, especialmente entre los jóvenes de 15 y 24 años. La gripe aviar y porcina y la enfermedad "de las vacas locas" también han hecho estragos en diversos países, y la ciencia aún les busca remedio.
El pecado, la verdadera causa de los desastres naturales, del hambre y de las enfermedades, tiene los días contados. Jesús, el Creador del mundo, el Pan de vida y el Médico de médicos, está por regresar para acabar con todo vestigio de mal. Cuando las noticias del mundo te alarmen con un informe desolador, recuerda que Cristo está cerca, a las puertas.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

INTERCESOR

Que perdones ahora su pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito. Éxodo 32:32.

¡Salvación! Dios trata de explicar, al ser humano, el precio de la salvación, de muchas maneras y en muchas formas. Cada incidente, cada historia, cada detalle de la Biblia, tiene que ver, de una u otra forma, con el tema de la salvación.
En el Jardín del Edén, es sacrificado un cordero: su sangre es derramada y, con su piel, se resuelve el problema de la desnudez humana. Supongo que, para Adán y para Eva, en aquel momento no había bendición más grande. Para ellos, la bendición fue gratuita, pero no para el cordero: el inocente animal, sin tener culpa de nada, tuvo que morir a fin de resolver la tragedia causada por los seres humanos. El cordero era un símbolo de Jesús, que un día derramaría su sangre en la cruz del Calvario.
El versículo de hoy presenta a Moisés como otro símbolo de Cristo. El pueblo había pecado, y la consecuencia del pecado es la muerte; por lo tanto, aquel pueblo debería morir. Pero, entonces se levanta Moisés, o mejor dicho, se arrodilla y suplica a Dios que perdone a su pueblo, aunque para eso fuera necesario que él muriera. Moisés no había hecho nada de malo; él no merecía morir. Quien merecía la muerte era el pueblo; pero Moisés se ofrece a morir en su lugar.
¿Coincidencia? ¡No! ¿Nobleza de parte de Moisés? ¡Tampoco! Lo que Dios estaba haciendo era enseñar a su pueblo que la única manera de salvarse del pecado es creer en la muerte de un inocente, en su lugar.
La Biblia es una carta de amor, escrita con la tinta roja de la sangre de Cristo. El amor de Dios es el tema central: un amor que sale de la simple letra y entra en el dolor de la acción.
¿Por quién intercedía Moisés? ¡Por un pueblo rebelde! Y ¿por quién murió Jesús? El profeta Isaías describe a la raza contumaz y egoísta, mencionando que todos se descarriaron; cada uno se fue por un camino diferente. Pero, a pesar de eso, Dios hizo recaer toda su culpa en una Persona inocente que, como un cordero, fue llevado al matadero y, como una oveja muda delante de sus trasquiladores, enmudeció y no abrió su boca.
¿Hasta qué punto esto conmueve tu corazón? ¿Hasta qué punto eso te motiva a amarlo y a andar en sus caminos? Deja de lado la inercia espiritual; abandona la monotonía y la rutina. Renueva tu entrega al Señor. Y hoy, antes de salir a la lucha de la vida, piensa en las palabras de Moisés: "Que perdones ahora su pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón