domingo, 6 de noviembre de 2011

REDIMIDOS

Tomo, pues, Moisés el dinero del rescate de los que excedían el número de los redimidos por los levitas. (Números 3:49).

Dios dio instrucciones precisas a Moisés en cuanto al rescate de los primogénitos. Esta acción daría una idea a los israelitas de que el Dios que los guiaba a través de la nube y de la columna de fuego, sería el que años más tarde se convertirla en el «primogénito entre muchos hermanos» (Rom. 8: 29).
La acción de redimir a la raza humana sigue siendo un misterio del amor divino. ¿Cómo un Dios perfecto, que aborrece el pecado, puede amar tanto al pecador? Podemos comparar a Jesús con un buen médico que odia la enfermedad, pero que ama y se sacrifica por el que está enfermo. O quizá con un abogado, que se esfuerza por defendernos, aunque no soporta la injusticia. En realidad Jesús es todo eso y mucho más. Nunca podremos entender a cabalidad el inmenso amor que impulsó a la trinidad a no dejar abandonado al ser humano, que tan ingratamente le había dado la espalda.
Parte de esa raza perdida somos tú y yo. Si Cristo hubiera movido su cabeza negativamente, si el Padre hubiera cerrado sus ojos y si el Espíritu Santo hubiera suspirado con decepción, nuestra historia hubiera sido una desgracia.
Así como los primogénitos israelitas debían ser comprados por precio, la raza humana, pecadora primogénita entre todos los mundos creados, necesitaba ser rescatada a un precio muy alto. Tanto demandaba el rescate que no podían pagarlo ni siquiera todas las huestes angélicas que servían fielmente a su Señor. El demandante solicitaba mucho para devolver aquello de lo que se había adueñado por medio de la mentira y el engaño. Pero Dios no discutió con el enemigo, sino que mostró todo su amor, y este fue suficiente para pagar sin regateo el precio demandado por la raza caída.
¿Puedes esperar algo más de tu Dios y Salvador? Tú fuiste una mercancía de inigualable valor. Su inmenso amor no arriesgó ni un solo cabello de tu cabeza con tal de poder ofrecerle lo que habías perdido en la condición de pecadora. ¿Qué harás ante tal amor?

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

LA CIZAÑA SE VA, EL TRIGO SE QUEDA

De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo. Mateo 13:40.

Al llegar a mi primer distrito, salí junto a otro joven a visitar a todos los hermanos de iglesia. En una de esas visitas, llegué al hogar de unos hermanos que hacía meses que no asistían al templo. En medio del diálogo salió la "razón" por la que no iban a la iglesia: "Pastor, mi padre estuvo muy enfermo en el hospital, y solo tres personas se acercaron a visitarlo. ¿Esta es la iglesia de Cristo? Ni siquiera el otro pastor vino a verlo; y eso que mi padre estaba muy grave. No podemos continuar yendo a un templo que predica una cosa y hace otra".
En muchas ocasiones a lo largo de mi ministerio me ha tocado visitar personas que se apartaron de la fe porque se veían a sí mismas como muy buenas, a la vez que observaban cuánta cizaña había en la iglesia. Pero lo más triste de todo es que si bien la Biblia advierte que en la iglesia iban a estar representados los dos grupos (trigo y cizaña) antes de la venida de Cristo, la cizaña finalmente sería arrancada y solo quedaría el trigo. Explícitamente el Señor Jesús declaró: "De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo" (Mat. 13:40). No es el trigo quien abandona la iglesia, no son los cristianos sinceros y cabales los que formarán otro rebaño en el nombre de Jesús, sino que es Dios mismo quien se encargará de limpiar su casa de estos hermanos falsos. La mensajera del Señor corrobora esta afirmación de forma clara: "A medida que las pruebas nos rodeen, se verán separación y unidad en nuestras vidas. Algunos que están ahora listos para tomar las armas de la lucha, demostrarán en tiempo de verdadero peligro que no han edificado sobre la roca; cederán a la tentación. Los que han tenido gran luz y privilegios preciosos, pero no los han aprovechado, con un pretexto u otro nos abandonarán. No habiendo recibido el amor de la verdad, serán arrebatados por las seducciones del enemigo; prestarán oído a espíritus seductores y doctrina de demonios, y se apartarán de la fe" (Testimonios selectos, t. 4, p. 429).
La cizaña dejará de estar algún día en nuestros templos, y el trigo permanecerá para recibir al Señor Jesús cuando vuelva a la tierra.
Comienza este día con un pacto: Pídele a Jesús que siempre te acompañe, para que jamás abandones su iglesia. Decide formar parte del grupo que permanece; decide ser parte del "trigo".

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

AUTORIDAD

Porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. Mateo 7:29.

¿Sabías que muchas personas fracasan, como esposos y padres, porque no saben liderar? Y el liderazgo no tiene que ver solo con técnicas, estrategias o títulos. Conozco personas muy preparadas en estudios de liderazgo, pero, desdichadamente, son pésimos líderes; todo el mundo lo sabe, menos ellas. La propia persona cree que es un gran líder porque todos hacen lo que ella quiere, pero no percibe que la gente la sigue por miedo.
El líder tiene poder; el poder del cargo. Pero, el poder del puesto no es el poder del amor, que solo poseen quienes temen al Señor. Jesús es el mejor ejemplo de eso. La Biblia dice que, cuando él hablaba, lo hacía con autoridad, y no como los escribas. ¿De dónde provenía su autoridad? ¿Qué tipo de autoridad era esa? Era la autoridad de la humildad, del amor, de la capacidad de entendimiento. Un poder que conquistaba el corazón de las personas; y ellas dejaban todo por seguirlo, hasta el fin.
Si yo, como cristiano, busco todos los días a Jesús y aprendo de él, con toda seguridad me convertiré en un hombre de Dios, humilde, y no necesitaré de un cargo para conquistar el corazón de las personas, llámense esas personas esposa, hijos o miembros de iglesia.
Me emociona pensar en el liderazgo de Jesús. ¿Qué había en él, que era capaz de hacer que los hombres que él llamó dejasen sus carreras profesionales, con el fin de volverse seguidores de un carpintero, criticado y condenado por los hombres de influencia de sus tiempos?
Tú y yo tenemos, hoy, la responsabilidad de aprender más de Jesús, si deseamos ser discípulos, o líderes. Autoridad, por simple autoridad, todo el mundo la desea. Pero, el privilegio más grande del ser humano es poseer la autoridad de Jesús, frente a la cual hasta las fuerzas del mal temblaban.
Jesús es la Fuente de esa autoridad. Él no vino al mundo solo para enseñarnos a ejercer autoridad, sino para enseñarnos cómo se logra esa autoridad. Y lo hizo subiendo al Monte, a buscar a su Padre en oración. Esto no lo aprenderás en las más grandes escuelas de liderazgo ni de calidad total; eso solo lo alcanzas de rodillas, pasando mucho tiempo en oración.
Que este sea, en tu vida, un día de victoria y de autoridad. Pero, recuerda que Jesús "les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón