domingo, 30 de octubre de 2011

UN CARÁCTER PARA CIELO

Hasta que entro ante ni Daniel, cuyo nombre es Beltsasar, como el nombre de mi dios, y en quien mora el espíritu de los dioses santos. Conté delante de él el sueño. (Daniel 4:8)

Nabucodonosor estaba convencido de la supremacía del Dios de Daniel, pero puso al siervo del Dios Altísimo el nombre de su incompetente dios, mostrando con ello que no acababa de abrir su corazón a la influencia regeneradora del Espíritu Santo.
A veces nos aqueja ese mismo mal. Dios trata de enseñarnos algo, pero nuestro corazón está cerrado. Sin embargo, este rey no fue abandonado. Dios lo amaba, así como nos ama a ti y a mí. No importa cuánto le cueste limpiarnos, él está dispuesto a hacerlo. Nuevamente el Dios del cielo le daba otra oportunidad, otro sueño y otra búsqueda del verdadero Dios. Sin embargo, Nabucodonosor volvió a llamar a sus sabios, magos, astrólogos y adivinos. Sabia, por experiencias anteriores, que en todo su reino no había más que un hombre capaz de interpretar certeramente los sueños, pero quizás no quería escuchar la verdad de Dios y prefirió que le halagaran el oído.
¿Cuántas veces nos alejamos de la voz divina que nos presenta la verdad absoluta para buscar otra relativa que se acomode mejor a nuestros intereses? Convencido de que solo Dios tenía palabras para él, Nabucodonosor hizo llamar a Daniel y una vez más, el mensaje fue claro, valiente y fiel. Podría haberle costado la cabeza a Daniel semejante interpretación, pero el siervo fiel que había aprendido a confiar en el Dios del cielo no temía lo que otro mortal pudiera hacerle. ¡Qué hermosa fidelidad! No existe nada que pueda hacer tambalear nuestra fe ni apartarnos de Dios si, como Daniel, aprendemos a caminar cada día de la mano de Jesús.
Nabucodonosor no pasó los exámenes anteriores, por lo que Dios tuvo que enviarle uno mucho más duro. Comió hierbas como un animal y allí, en completa humillación, el endurecido corazón del monarca quedó limpio y dócil para poder bombear en las mansiones eternas. Esta es la lección que Dios tiene para ti hoy: Sé humilde y acepta las pruebas que prepararán tu carácter para el cielo.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

INSPIRACIÓN Y REVELACIÓN

Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo. 2 Pedro 1:21.

Después de haber trabajado durante cinco años en colegios adventistas como capellán, la iglesia me pidió que fuera a trabajar como pastor distrital. Lo más costoso del cambio laboral fue desconectarme de tantos alumnos que había conocido y ayudado en momentos de necesidad. Por estar bastante lejos, continué comunicándome con muchos de ellos a través del correo electrónico. Algunos seguían consultándome sobre diversas situaciones que se les presentaban, y en la medida de lo posible respondía sus inquietudes con respuestas bíblicas.
En un plano muy superior, el Dios eterno, separado del hombre por causa del pecado, nos dejó una carta de amor con el propósito de ayudarnos mientras vivimos en este mundo. Esa carta de amor fue escrita a lo largo de 1.500 años, comenzando con Moisés y terminando con Juan.
Muchos escépticos que dudan de la veracidad y divinidad de las Escrituras lo hacen porque no ven en sus páginas más que el factor humano. Pero la Biblia contiene una aleación exquisita entre lo humano y lo divino.
Dios inspiró a hombres de fe para que movidos por su Espíritu investigasen, averiguasen y escribieran, por ejemplo, los libros históricos del Antiguo Testamento, y también Lucas, Hechos, Romanos, Calatas, etc. Pero además de la inspiración estuvo la revelación. Este último aspecto es el acto divino por el cual Dios comunicó un mensaje a los hombres que jamás hubieran conocido por sí mismos. ¿Cómo hizo Moisés para escribir el relato de la creación si él vivió 2.500 años después que ocurriera? ¿De quién supo Nahum que Nínive sería totalmente destruida? ¿Cómo hicieron Daniel y Juan para escribir profecías de tiempo tan exactas y precisas? Solo Dios pudo revelar ese conocimiento que, de otra manera, el hombre siempre hubiera ignorado.
¡Qué lindo es saber que existe un Dios poderoso que se preocupa por nosotros! ¡Qué reconfortante es pensar que Dios inspiró y reveló las Escrituras para nuestro bien presente y futuro! Una de las pruebas más sobresalientes del amor de Dios por la humanidad es su Palabra; por eso, al comenzar este día, dedica un momento para agradecerle porque te demostró su amor haciéndote conocer la Biblia.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

SEGUID LA PAZ

Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Hebreos 12:14.

¿Es posible cumplir esta orden? ¿Cómo es posible, si vivimos rodeados de personas con características completamente diferentes de las nuestras? Cada ser humano es un universo misterioso de complejos, traumas, virtudes y defectos. ¿Cómo se puede vivir en armonía, en medio de personas así? Transfiramos todo esto al ámbito del hogar, donde no existen máscaras; donde somos lo que somos; donde nos mostramos como realmente somos.
No; no es fácil, desde el punto de vista humano, vivir sin discutir. A veces, por causa de puntos de vista diferentes y, otras, por insignificancias. Entonces, ¿cómo cumplir la orden del Señor?
Nota que el versículo aconseja "seguid la paz". "Seguir" es una palabra que denota acción: quiere decir moverse rápidamente detrás de algo. La vida con Cristo es dinámica: no es un lago estancado, es un río que fluye.
La palabra clave es "seguir". Jamás puedes estar satisfecho con lo que lograste: siempre hay una nueva montaña por escalar, una nueva jornada por iniciar, un desafío por vencer. Pero, en ese largo camino no estás solo: el Señor Jesucristo te acompaña y, si lo permites, te toma de la mano y te conduce a pastos verdes y aguas tranquilas.
Seguir la paz significa que te mueves en la misma dirección que Jesús; que no te quedas parado, aunque tus pies sangren y te abandonen las fuerzas.
El resultado de esa experiencia es que el carácter de Jesús se refleja en tu vida, y aprendes a ser manso, en medio de la tormenta; aprendes a pagar el mal con el bien y a soportar, pacientemente, la convivencia con personas que no siempre tienen la razón, pero nada las convence de su realidad.
Aplica todo esto a tu hogar: tú, tu esposa y tus hijos necesitan moverse en la misma dirección. Y, en ese proceso de crecimiento cristiano, deben permitir que el fruto del amor y de la paz los estimule a continuar avanzando. La conquista de hoy solo vale para hoy; mañana es un nuevo desafío y una nueva jornada en dirección a la santidad.

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón