jueves, 20 de octubre de 2011

¿MANSIONES O SEPULCROS?

Solo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra. (Isaías 37:17)

El emperador Juliano, también conocido como «el apóstata» por sus notables esfuerzos por hacer proliferar el paganismo en Roma, tenía un buen ayudante que era cristiano. Un día, en tono burlón, Juliano le preguntó al joven: «Tú que eres tan amigo de Jesús, ¿sabes que está haciendo hoy?». El muchacho le respondió: «Señor, siendo que Jesús es carpintero, bien pudiera estar construyendo mansiones para los fieles y una tumba para usted». Ese mismo día, antes de que el sol se pusiera. Juliano cayó herido en una batalla contra los persas. Mientras yacía moribundo tomó un puñado del polvo que contenía su propia sangre y, lanzando sus últimas palabras, miró hacia el cielo diciendo: «¡Has ganado, Galileo!».
Cuántas veces actuamos en forma similar a la de este emperador romano. Trazamos nuestros planes, para los cuales no contamos con Jesús. Nos parece que la vida es muy corta y queremos aprovecharla. Luchamos por obtener dinero, aunque es lo requiera sacrificio, y después lo malgastamos. Construimos casas y nos quedamos sin hogar. Tenemos hijos y morimos en soledad. Nos afanamos por mantener una buena apariencia, pero recibimos ¡os implacables resultados del paso del tiempo. Se cumplen en nuestras vidas las palabras pronunciadas por Dios en el jardín del Edén: «Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres y al polvo volverás» (Gen. 3: 19).
El texto de hoy nos invita a reflexionar sobre el presente y el futuro. Aunque nosotros no tengamos en cuenta a Dios, él sí interviene en nuestras vidas. Finalmente, cuando recojamos lo que hayamos sembrado, iremos a reinar en mansiones u ocuparemos un lugar junto a Satanás, en el sepulcro de fuego y azufre que terminará para siempre con el pecado y los pecadores.
El presente es nuestra única oportunidad para tomar decisiones, pues el mañana no nos pertenece. Este es el momento de decidir si quieres habitar en mansiones o en sepulcros. Alza tu voz al cielo y dile a Cristo que ha ganado la victoria en ti. Tú puedes ser una habitante del reino celestial.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

¿BUENO O MALO?

Pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal. Hebreos 5:14.

¿Es fácil diferenciar el bien del mal? Depende de qué se trate. Pero, más halla de la cuestión a resolver, saber distinguir qué está bien y qué está mal (de acuerdo a los parámetros de la Biblia), es una cuestión de madurez espiritual.
El autor de Hebreos les dijo a los destinatarios de su carta que eran "tardos para oír", que tenían necesidad de "leche" espiritual porque eran inexpertos "en la palabra de justicia", y en consecuencia no les podía compartir el "alimento sólido" que tenía para ellos (Heb. 5:11-13). Los que tienen madurez espiritual "tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal" y pueden disfrutar el alimento sólido que Dios quiere entregar.
Actualmente a muchos adventistas se les hace difícil diferenciar lo bueno de los malo, no porque la Biblia haya cambiado o sus principios no estén en vigor, sino porque no se alimentan de la "palabra de justicia", y en consecuencia no ven la malignidad del mal.
Con asombro escuchamos a una amiga adventista de mi esposa que para hacerle la despedida de soltera a otra amiga también adventista habían contratado a un stripper. Más extraño aún es que esto ocurrió en una localidad de algo más de cinco mil habitantes, donde la mayoría son adventistas.
Luego, mi esposa me preguntaba: "¿Será que no ven el mal que hay en ese tipo de espectáculos? Si Jesús hubiera estado allí, ¿se habría divertido al ver cómo un hombre bailaba y se iba sacando la ropa?" Con dolor me di cuenta que ni siquiera los creyentes saben distinguir el bien del mal. El enemigo de Dios logró infiltrarse entre las grietas de la iglesia.
Dios desea darte de su Palabra de justicia, para que ejercitado en el discernimiento del bien y del mal, no seas arrastrado a los espacios a los que el enemigo procura llevarte. No te permitas pasar un día sin tomar tu Biblia para estudiarla con la mente y el corazón, ya que ella será la única que te proporcionará un discernimiento claro.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

CON TODAS TUS FUERZAS

Y amarás a Jehová tu Dios, de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Deuteronomio 6:5.

El problema, para entender correctamente este versículo, es el hecho de que vivimos en días en que prácticamente se ha vulgarizado la palabra amor, tal vez, por lo limitado de los idiomas latinos. En estos idiomas, se "ama" a todo: la comida, al perrito, a la esposa, a Dios, a la iglesia, la profesión, en fin... No existen varias palabras para definir o diferenciar el amor por una u otra cosa. Pero, en el griego y el hebreo, no sucede lo mismo.
En este versículo, por ejemplo, en el original hebreo la palabra "amor" es ahab, que refiere a un amor consciente, con propósito; un amor racional. No es solo un amor sentimental, sino un amor responsable; un amor que tiene que ser así, no puede ser de otra forma. Es un amor que existe porque la mente dice que eso es lo correcto, aunque para eso sea necesario la renuncia, la entrega y el sacrificio.
Este tipo de amor no es fácil de ser entendido. Desdichadamente, el amor, como principio, se ha transformado apenas en amor romántico, de poesía y de música, desprovisto de acciones y hasta de lógica.
Dios espera de su pueblo un amor completo: con la mente, con el cuerpo, con el ser entero; no un amor dividido ni a medias. Cuando el ser humano trata de amar a medias, se divide a sí mismo, y eso lo vuelve infeliz. Para que algo te satisfaga, tienes que hacerlo con tu ser entero; de otro modo, corres el riesgo de hacerte infeliz, incompleto y vacío.
Pero, la voluntad de Dios es más grande, todavía: él espera que un amor así lleve al ser humano a amar, también, a su prójimo, es decir, a las otras personas, del mismo modo que ama a Dios.
¿Solo porque es una orden? No: los consejos divinos tienen, como propósito, hacerte feliz. Es de lamentar que, para entender algo tan simple, muchas veces sea necesario sufrir y llegar a la desesperación. Pero, finalmente, es por medio del dolor que llegamos a nacer del Espíritu; y solo entonces el amor auténtico, verdadero y genuino se manifiesta, en la vida, como un fruto.
Con esto en mente, comienza el día recordando: "Amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón