jueves, 29 de septiembre de 2011

UN EJE VERTICAL

Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús (Filipenses 3:1 4).

En eje es una línea recta vertical u horizontal en la que se señala un punto de referencia llamado origen y sobre el cual se representan los números enteros. Si el eje es vertical se representarán los números enteros positivos hacia arriba y los enteros negativos hacia abajo. Si el eje es horizontal, quedarán los números enteros positivos hacia la derecha y los enteros negativos hacia la izquierda. Aunque nunca ha sido mi asignatura preferida, creo que la ciencia de las matemáticas puede proporcionarnos una buena ilustración espiritual.
La vida es como un eje que nosotros mismos dibujamos en función de un origen. Algunos prefieren colocarlo en el plano horizontal, porque para ellos la vida solo tiene una dimensión horizontal, es decir, únicamente son capaces de ver el presente y su horizonte queda reducido a su cortedad de miras. Viven el momento sin recapacitar en el futuro, en el que ni tan siquiera piensan. El momento es el que determina sus acciones. Aunque la Biblia nos aconseja que vivamos un día a la vez y que depositemos nuestra confianza en Jesús cada día, nos exhorta a proseguir en el camino al que somos llamados por el mismo Cristo, cuyo horizonte no es fácil de divisar pero que es garantizado por el que ya lo transitó y actualmente se sienta en las mansiones eternas.
Otros prefieren colocar el eje de su vida sobre el plano vertical, el que tiene como origen al Creador y apunta hacia Dios. Este eje hace de la vida una escalera que se va ascendiendo peldaño a peldaño a medida que añadimos números enteros positivos y nos sobreponemos a los enteros negativos dejándolos atrás. Esta escalera nos acerca cada vez más a nuestro Salvador y está coronada con la vida eterna. Allí donde otros terminan su vida tú la comienzas si has colocado tu eje en dirección al cielo.
¿Comprendes la importancia de situar correctamente tu eje? Un canto infantil lo expresa con las siguientes palabras: «Cristo manda que subamos más, mirando al mundo bajaremos más, porque subiendo y bajando nunca llegaremos, subamos, subamos, mirando a Cristo, cada día más».

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

RECIBIRÁS PODER

Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo. Hechos 1:8.

Jesús estaba a punto de despedirse de sus apóstoles. Había dado su vida en rescate por la humanidad y había vencido a la muerte, dando la esperanza de la vida eterna a sus seguidores. Sus amigos, aún confundidos, creían en el reinado terrenal de su Maestro. Jesús les aclaró que todavía faltaba un tiempo para la instauración de ese reino, pero les aseguró que recibirían poder "cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo".
El Espíritu Santo es la persona de la Trinidad que acompaña a los cristianos desde que Jesús ascendió al cielo. Persuade "al mundo de pecado, de justicia y de juicio" (Juan 16:8); obra en la conciencia de cada creyente, a fin de convencerlo de sus faltas y de la necesidad de una entrega completa a Dios. También es el que nos ayuda a crecer espiritualmente, y el que entrega los dones a la iglesia para su crecimiento espiritual.
Pero más allá de las tareas que designa la Biblia, es importante que ores diariamente por el Espíritu Santo en tu vida. En primer lugar, si quieres cambiar tu carácter y ser semejante a Jesús, solo el Espíritu de Dios puede hacer realidad ese cambio. Los defectos de carácter, heredados y cultivados, son imposibles de eliminar sin el poder divino. No hay ser sobre la tierra que pueda lograr una reforma interior y exterior si prescinde de la ayuda poderosa del Espíritu. Por eso, si deseas que tu vida, tus palabras, pensamientos y acciones se asemejen a los de Jesús, debes rogar que el Espíritu Santo moldee tu corazón y realice la obra de la santificación.
Por otro lado, ese poder prometido por Jesús es el que capacita a cada creyente a realizar la obra de evangelista. Si el Espíritu Santo no nos acompaña, no hay resultados duraderos y genuinos. Tú puedes enseñarle la Biblia a una persona durante años, orar con ella, presentarle argumentos poderosos a favor de la verdad, pero si el Espíritu Santo no obra, esa persona solo estará informada de la vida cristiana, jamás convertida. Por eso, Jesús les ordenó a los apóstoles que no salieran de Jerusalén hasta que el Espíritu Santo se manifestara en la iglesia. Una vez que los apóstoles lo recibieron, su predicación fue poderosa y los frutos abundantes.
Orar cada día por el Espíritu Santo es una necesidad para cada cristiano que desea vivir con Jesús por la eternidad.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

ES VERDAD, ES REAL, ES BUENO

Oye, pues, la oración de tu siervo, y de tu pueblo Israel; cuando oren en este lugar, también tú lo oirás en el lugar de tu morada, en los cielos; escucha y perdona. 1 Reyes 8:30.

Ella abre la puerta de su departamento, cuando el reloj marca las 4:45 de la madrugada. En otros tiempos, estaría durmiendo a esa hora, pero ahora todo ha cambiado. Se mira al espejo y contiene las lágrimas, mientras quita el maquillaje del cansado y bello rostro. La fuerza que ella pone, en el pedazo de algodón contra el rostro, es sintomática. Le gustaría que limpiase más que el maquillaje: quisiera verse libre del gusto amargo del fracaso, del olor del pecado, de la ilusión perdida. El agua que sale de la ducha limpia su cuerpo; pero sus lágrimas intentan limpiar el alma.
¿Dónde está la chica que cantaba en el coro de la iglesia? ¿Dónde, aquella muchacha de ojos inocentes y sueños lindos, que un día salió del interior y fue a la capital, buscando realizar sus sueños?
Acostada en la cama, recuerda que, cuando era niña, oraba todas las noches la oración que su madre le enseñara: "Muchas gracias, Señor, por el día, por mi padre, por mi madre y por mi hermano. Si pequé, por favor, perdóname. En nombre de Jesús, amén". ¿Si pequé? Ella vive 24 horas por día con la luz de neón de la conciencia encendida en la misma palabra: ¡Pecadora! Es su sentencia. Es su destino. ¿Habría salida para ella?
El texto de hoy trae un pedido del rey Salomón, en el día de la inauguración del Templo que él había construido para honra de Dios. En esa ocasión, se acuerda de pedir por las necesidades del pueblo; el perdón parece ser la mayor de ellas. El ser humano es atacado, a diario, por su conciencia; carga el lastre de la culpa.
Para recibir el perdón de Dios, solo necesitas pedir, buscar, querer. Si hoy, al iniciar un nuevo día, levantas la voz y clamas a Dios por perdón, el perdón será derramado sobre ti. ¡Es verdad, es real, es bueno!
Por eso, si hoy sientes el peso de la culpa sobre ti, haz como Salomón, y levanta tu voz a Dios, en ruego: "Oye, pues, la oración de tu siervo, y de tu pueblo Israel; cuando oren en este lugar, también tú lo oirás en el lugar de tu morada, en los cielos; escucha y perdona".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón