lunes, 15 de agosto de 2011

¿AUSTALOPITHECUS?

Me regocijaba con la parte habitada de su tierra, pues mis delicias están con los hijos de los hombres. (Proverbios 8:31).

Aunque nací en un hogar cristiano y desde niña me enseñaron que el ser humano había salido de las manos de Dios, asistí a una escuela donde se enseñaba la evolución como única teoría posible sobre el origen de la especie humana. Cuando el maestro hablaba de la evolución de las especies, los niños me miraban y se burlaban de mí. Yo era la única cristiana en el aula, por lo que las charlas evolucionistas eran más bien un método de persuasión dirigido directamente contra mi persona. Pero por más que se esforzaron en hacerme cambiar de parecer, nunca pude aceptar la idea de que venimos de un ser inferior, porque eso significaría que en cualquier momento yo podría volver a convertirme en un australopithecus, que en muy poco se diferenciaba del mono.
A mi mente infantil no le gustaba la idea de que yo fuese meramente un producto de la casualidad, porque eso me privaba de sentir el amor con el que Dios me había creado y me alejaba de la esperanza de gozar una vida mejor, una vida eterna en un mundo perfecto.
En una ocasión, el profesor, en forma burlona, me dijo que si yo creía en Dios seguramente le podía decir de dónde había salido. Yo me quedé pensativa por un momento, pero después le contesté: «Usted tiene un eslabón perdido. Yo no puedo decirle de dónde vino Dios, pero sí puedo decirle que prefiero tener como Padre y Creador a Dios que a un mono. ¿No está de acuerdo conmigo?». El profesor prefirió no decir nada más y dio la clase por concluida.
Cuando te recreas en la obra de Dios, te das cuenta de que eres una persona privilegiada al saber que el Señor, el poderoso Rey del universo, tomó todo el tiempo necesario para hacerte no como un animal, sino a su imagen y semejanza. Eres hija de Dios y eso es algo en lo que puedes gozarle.
Tener a Dios como Creador y Padre le coloca en la posición de hija.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

"A DIOS LO QUE ES DE DIOS”

Y les dijo: Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Mateo 22:21.

Según las Escrituras, el tiempo que le corresponde a Dios es el sábado. El séptimo día del calendario semanal es un recordativo permanente del poder creador y sustentador de Dios, y en él se deben detener las actividades cotidianas para realizar tareas de índole espiritual.
Pero además de los sábados, durante el resto de los días de la semana debemos dedicar tiempo para conversar con él y leer su Santa Palabra. El culto personal diario te permite consagrarte, poner tus planes y proyectos en sus manos y recibir fuerzas. Ese tiempo que le pertenece a Dios es tremendamente beneficioso cuando se lo practica con fe.
Libertad era una joven que cursaba su primer año de universidad y estaba a punto de abandonar su carrera por sus bajas calificaciones. Aunque había invertido horas de concentración y esfuerzo, las exigencias académicas parecían abrumarla, y decidió contarle a su madre para que le permitiera regresar a su hogar. Cuando su madre leyó la carta, viajó hasta donde se encontraba su hija, y después de un breve diálogo, le preguntó:
—¿Cuánto tiempo pasas diariamente con Dios?—
—Nada mamá —respondió algo molesta su hija—, te estoy diciendo que no puedo con mis estudios, ¿y quieres que saque tiempo para orar y leer la Biblia?
La madre hizo una pausa, y luego le dijo: "Te hago una propuesta: como todavía te queda medio año de estudio, continúa estudiando hasta finalizar, pero dedica una hora diaria a tu culto personal".
Aunque Libertad se opuso al principio, su madre le hizo ver que no tenía nada que perder, así que de manera obediente continuó con sus estudios y este nuevo plan. Cada día dedicó una hora bien temprano en la mañana para orar y leer la Biblia, y aunque no siempre fue fácil por las actividades y el rigor de los exámenes, recordó las palabras de su madre y continuó fiel a su propuesta. Al final del año, Libertad descubrió que su relación con Dios había mejorado significativamente, y las excelentes calificaciones obtenidas fueron solo un bono adicional.
Jesús enseñó a sus seguidores a darle "a Dios lo que es de Dios", y este principio se debe aplicar sobre todos los bienes que se poseen. Libertad lo vivió en el uso de tiempo, y Jesús te invita a que tú también lo experimentes dándole cada día un tiempo al Señor. Pruébalo y tú también tendrás bendiciones que te asombrarán.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

PREPARAR EL CAMINO

Porque éste es de quien está escrito: He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz, el cual preparará tu camino delante de ti. Mateo 11:10.

El versículo de hoy se refiere a Juan el Bautista. Jesús afirmó, en cierta ocasión, que no se ha levantado, en todos los tiempos, un profeta más grande que este siervo humilde, morador del desierto.
Pero, si te pones a investigar la vida de Juan, verás que él nunca predijo ningún acontecimiento extraordinario. Desde el punto de vista humano, no brilló, no desfiló con una corona de oro ni recibió laureles: todo lo que hizo fue preparar el camino para la llegada del Mesías.
Un día, vio aparecer al Prometido en una colina y, señalándolo, anunció a sus discípulos: "He ahí, el cordero de Dios que quita el pecado del mundo". Y después del bautismo de Jesús, desapareció; fue tomado preso. Y, en la prisión, dijo, con referencia al Maestro: "Conviene que él crezca y que yo disminuya". Finalmente, fue decapitado, sin aparente pena ni gloria.
A los ojos del mundo, podría parecer un fracaso; no obstante, Jesús afirmó que fue el más grande. La página gloriosa que escribió fue, simplemente, preparar. ¡Extraño! Porque, al ser humano natural, le gusta aparecer, ser la estrella de la fiesta. ¿Preparar? ¡Deja eso para los peones! Las estrellas solo aparecen a la hora del espectáculo.
Pero, en el Reino de Dios, las cosas no son como en el reino de los hombres; el mismo Señor Jesús nos enseñó eso. Su escenario fue una cruz; su gloria, la humillación máxima; sus aplausos, los gritos ensordecedores de una multitud histérica: ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo! ¿Por qué con Juan podría haber sido diferente? ¿Por qué tendría que serlo conmigo o contigo?
Sal hoy, para andar por los extraños senderos de esta vida. Pero, sal a "preparar"; atrévete a servir. Deja que los otros busquen el fulgor de las luces y el calor de las pantallas; tú, simplemente, prepara. Pero, prepárate para una sorpresa: quienes buscaron el brillo a cualquier costo podrán brillar por un instante, pero se apagarán; y el tiempo se encargará de hacerlos desaparecer en el polvo del olvido.
Tú, sin embargo, brillarás por toda la eternidad, al lado de Juan y del Señor Jesús. Entonces ¡prepara! Porque: "Éste es de quien está escrito: He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz, el cual preparará tu camino delante de ti".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón