sábado, 30 de julio de 2011

UN DIOS DE JUSTICIA

Entonces el rey respondió: «Entregad a aquella el niño vivo, y no lo matéis; ella es su madre» (1 Reyes 3:27).

La sentencia emitida por el sabio Salomón es una muestra de la justicia celestial. «Dios traerá toda obra a juicio» (Ecl. 12: 14), así que no tenemos por qué desesperarnos ante la injusticia humana ni tratar de buscar la venganza para poner las cosas en su lugar.
Hay algunas lecciones que podemos aprender de la historia bíblica de hoy.
  1. Todas somos iguales ante Dios. La forma en que el rey trató a aquellas mujeres nos asegura que no hay diferencias raciales, intelectuales ni económicas que hagan que Dios varíe su juicio ( ver Gal. 3: 28).
  2. Todas somos pecadoras. Salomón no sabía lo que había llevado a aquellas mujeres a vivir una vida libertina, pero no lo tomó en cuenta a la hora de hacer justicia (ver Rom. 3:10).
  3. Dios siempre nos atiende. Esas mujeres fueron atendidas a pesar de su condición de pecadoras (ver Heb. 4: J6).
  4. Todas tenemos otra oportunidad. Las dos mujeres tuvieron la oportunidad de contar su versión de la historia, así como la ocasión de decir la verdad (ver Ecl. 12: 14).
  5. Seremos probadas. La fe en la justicia real fue puesta a prueba por Salomón quien, tomando una decisión drástica, descubrió la verdad. Dios también prueba nuestra fe. ¿Confías en que los juicios de Dios son justos y fieles? (ver Apoc. 19: 2).
  6. Recibiremos justicia. El bebé fue devuelto a su verdadera madre, quien unió su alabanza al rey que había obrado justa y sabiamente (ver Mat. 16: 27). Un día no muy lejano, nuestras voces también se elevarán junto a las de las huestes celestiales para proclamar: «Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos. Rey de los santos» (Apoc. 15: 3).
No te aflijas por la injusticia humana. El pecado trae como consecuencia la falta de igualdad entre las naciones, el hambre y la enfermedad. Mientras vivas en el mundo, tendrás que lidiar con todo esto, pero mira hacia adelante, allí está tu Rey y con él, la justicia. Si te aflige la injusticia, confía en el Dios de justicia.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

EL DON DE LA ALABANZA

Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra. Salmo 100:1.

En reiteradas oportunidades me habían invitado a esa iglesia a predicar, y siempre sus miembros me habían hecho sentir muy a gusto, como si hubiera sido el pastor local. Pero un sábado percibí un ambiente distinto. Después de hacer la primera oración, el que presidía la plataforma anunció una parte especial a cargo de un cuarteto, que hasta ese momento yo no conocía. Cuatro jóvenes de entre 18 y 23 años pasaron al frente con modestia y sencillez, y después de algunas palabras de introducción comenzaron a elevar su alabanza. Sus voces fueron tan bien combinadas, la música tan dulce y la letra tan bíblica, que al terminar, niños, jóvenes y adultos quedaron como extasiados, dispuestos y preparados para escuchar la Palabra de Dios. En todos los años que llevo como predicador, muy pocas veces sentí un clima tan apropiado para exponer las Escrituras como el vivido ese sábado.
¿Qué marcó la diferencia? Estoy seguro de que el Espíritu Santo guiaba todo, pero este cuarteto fue la herramienta apropiada para que Dios fuera exaltado y su Palabra fuera escuchada.
La adolescencia y la juventud son etapas de la vida en que la música tiene una importancia vital. Todo ambiente, incluso el académico, es apropiado para escuchar alguna música preferida y deleitarse con ella. Lo maravilloso de todo esto es que el que escucha puede estar trabajando con las manos, jugando, haciendo algún deporte o conversando con los amigos, pero la música sigue tranquila su curso, creando un clima especial.
El problema está en que el enemigo de Dios puede usar la música para sus propios propósitos. Los mensajes directos y/o subliminales de la letra, el ritmo electrizante y las melodías disonantes son algunos de los recursos para convertir la música y el canto en un medio que aparte a los hombres de su Creador.
En toda la Biblia, cada vez que se habla de alabanza, está referida al Dios del cielo, y por eso encontramos en ella todo un libro (Salmos) que procura enaltecerlo. "Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra" es un versículo que resume el propósito del don de la alabanza en las Escrituras; y nos invita, como habitantes de este mundo, adorar con alegría a nuestro Creador.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

VIDAS QUE INSPIRAN

No temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande en oscuridad, ni mortandad que en medio del día destruya. Salmo 91:5,6.

Por los pasadizos secretos del alma o por los pantanos traicioneros del espíritu, a través de generaciones, transitan en tropel los temores. Vienen atraídos por las historias que la mente arranca de lugares lejanos e ignotos.

Comienzan a arribar cuando cae el sol, silenciosamente... Se sientan formando círculos y perturbando la paz.

Existe gente que no logra dormir; los somníferos resultan insuficientes para ahuyentar los temores que tomaron de asalto la ciudadela del corazón.

El salmista David sabía bien lo que era eso: huía de un enemigo real; el rey Saúl deseaba destruir al joven que Dios había escogido para ser su sucesor. El monarca no aceptaba que había pasado su oportunidad. El poder tiene la capacidad de enviciar a la persona: quien lo tiene, no quiere perderlo y hace cualquier cosa con tal de conservarlo.

David huía, andando por el desierto y durmiendo en cuevas. Aquellas noches, solitario y perseguido, supo lo que era el miedo. Pero descubrió, también, lo que significa tener un Protector como el Dios Todopoderoso, a quien había decidido servir.

El salmo 91, de donde extraje el texto para el devocional de hoy, es un salmo de confianza, y sirve de inspiración para todos aquellos que, de una forma o de otra, enfrentan enemigos reales o imaginarios. El miedo paraliza, te incapacita para avanzar, te hace retroceder; te quita, poco a poco, hasta las ganas de soñar y de vivir.

Lo llaman depresión: son miedos que la mayoría de las veces no tienen razón de ser; pero el espíritu tiene sus pantanos, oscuros e incomprensibles. Si es de día, sufres porque es de día y, cuando la noche llega, los temores continúan.

El consejo del salmista es que, si vas a esconderte bajo las alas de tu Protector, no tienes razón para vivir angustiado. Nada de lo que te hagan tocará tu vida, ni siquiera las fuerzas de las tinieblas.

Por eso, hoy, sal a correr detrás de tus deberes diarios seguro de que tu vida está escondida en Jesús. Si es así: "No temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande en oscuridad, ni mortandad que en medio del día destruya".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón