martes, 5 de julio de 2011

CUATRO MUJERES – 1ª PARTE

Y por causa de las, aguas del diluvio entró Noé en el arca, y con él sus hijos, su mujer las mujeres de sus hijos (Génesis 7:7).

Pocos comentarios he leído o escuchado con respecto a estas cuatro mujeres que entraron en el arca y a través de las cuales Dios preservó la raza humana. Ya que no tenemos datos sobre ellas, intentaré adaptar el suceso bíblico a nuestra era moderna.
Llamaremos a estas mujeres: Sara, Miriam, Lea y Susana. Todas vivían cómodamente en un mundo que no difiere mucho del actual, pues la Biblia asegura que «como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del hombre» (Mat. 24: 38, 39). En los tiempos en que les tocó vivir a estas mujeres «vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos de su corazón solo era de continuo el mal» (Gen. 6: 5).
En medio cíe aquella corrupción habitaba la familia de «Noé, hombre justo, perfecto entre los hombres de su tiempo; camine» Noé con Dios» (Gen. 6: 9). Sara, su esposa, cuidaba de la vida espiritual de su familia. Noé caminaba con Dios, y aunque los registros bíblicos no hacen referencia a su esposa, ella sin duda era un apoyo espiritual para su esposo e hijos.
¡Qué privilegio entrar en el arca espiritual con nuestra familia! Para ello hemos de dedicar tiempo a velar en medio de tanta corrupción. ¡Qué difícil misión! A veces nos preguntamos: «¿Por qué. Señor, no obtengo los resultados esperados?». Confía en la gracia divina, que te dirá: «Has sido fiel en tu tarea de maestra, consejera y esposa, entra en el gozo de tu Señor».
Pon a tu familia diariamente en las manos del que puede salvar tu embarcación del fiero vendaval y descansarás tranquila, porque Dios hará el resto. El bendecirá tus esfuerzos y te coronará junto a tu familia.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

"POR CAUSA DEL ALCOHOL PERDÍ DIEZ AÑOS DE MI VIDA"

El vino es escarnecedor, la sidra alborotadora, y cualquiera que por ellos yerra no es sabio. Proverbios 20:1.

En mi primer verano de colportaje conocí a un hombre que nunca olvidé con el paso de los años. Vivía en una propiedad bien ubicada dentro de esa ciudad, y toda la familia daba la impresión de estar en una buena posición económica. A primera vista se veían felices y satisfechos con la vida que estaban llevando.
Abrí el prospecto para presentar los libros; y cuando llegué a la parte que hablaba de los problemas con el alcohol, la expresión del rostro de todos cambió. Entonces pregunté, por curiosidad, qué estaba ocurriendo. El padre de familia tomó la palabra: "Lo que me cuentas, yo lo viví en mi hogar. Por causa del alcohol perdí diez años de mi vida". Con arrepentimiento, este hombre me describió los años de dolor, sufrimiento y vergüenza que toda su familia había soportado mientras él permanecía esclavo de los efectos del vino. Durante diez años, su esposa y sus hijos habían padecido el tormento de tener a su lado a un hombre que "a veces era un santo y otras veces un demonio". Gracias a Dios y al programa de Alcohólicos Anónimos, el que había sido un despojo humano volvió a la vida.
Las Escrituras procuran frenar a quienes están iniciándose en el alcoholismo, porque nadie nace enfermo. Todos empiezan tomando en las fiestas, en los cumpleaños, o simplemente en una salida con los amigos, pero con la fatiga de los años, o simplemente por una desdicha familiar, muchos intentan "ahogar sus penas" con un vaso de licor. Esto se vuelve un hábito y un vicio; y así, quien tomaba en libertad, se vuelve un esclavo de la bebida.
Con cuánta razón escribió Salomón al final de su vida: "El vino es escarnecedor, la sidra alborotadora; y cualquiera que por ellos yerra no es sabio". Quienes se permiten tener este tipo de vicios, demuestran falta de sabiduría. Todos corremos el riesgo de tener una desgracia familiar, sentirnos fracasados en algo o simplemente estar viviendo una situación que nos supera, pero ninguna bebida alcohólica podrá jamás ayudarnos a superar esa pena y seguir adelante.
Jesús, nuestro gran amigo y ejemplo espiritual, es el único que puede consolarnos, cambiar el fracaso por un rotundo éxito, y ayudarnos a crecer en la vida. Si quieres en algún momento "ahogar tus penas", recurre a Jesús. Él te dará lo que necesitas.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

REFLEXIONA

En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera. Dios hizo tanto lo uno como lo otro, a fin de que el hombre nada halle después de él. Eclesiastés 7:14.

Lo vi sin querer. Sentado en la escalinata de la estación del tren. Alto, cabello castaño hasta los hombros, ojos pardos. Estaba desecho. Jamás habría podido reconocerlo, si él no hubiese gritado mi nombre.
Me contó la triste historia de su vida. Había fracasado, en los negocios y en la vida. Dos matrimonios deshechos; tres hijos que se avergonzaban del padre, esclavo del alcohol, en fin... El típico ser humano destruido por las circunstancias. Todo empezó, me confió, con la muerte de su hijo en un accidente: "No estaba preparado para el dolor", balbuceó mientras bajaba la mirada, como si el dolor volviese sin querer.
¿Sabes? Nadie está preparado para la adversidad. Pero, el consejo del sabio es: "En el día de la adversidad, considera". Otras versiones traducen "reflexiona". Reflexionar es el acto de detenerse y pensar. Pensar ¿en qué? En que Dios hizo tanto el bien como la adversidad. ¿Cómo?
En el texto de hoy, el escritor atribuye a Dios el bien y el mal. Eso es típico de la literatura hebrea; en realidad, es típico del ser humano. Finalmente, todo lo que sucede en este mundo se atribuye a Dios porque, al fin de cuentas, él es Dios. Nada sucede debajo del sol sin su consentimiento. Él podría evitar que el dolor tocase la vida de sus hijos; pero, muchas veces, no lo impide porque es la única manera de hacernos crecer.
Recuerdo cuando era joven y me gustaba el deporte. Las horas de entrenamiento eran terribles y dolorosas, pero era la única manera de adquirir fortaleza física para el momento del partido.
Esta vida es una lucha permanente entre el bien y el mal. El campo de batalla es el corazón del ser humano. El enemigo hará todo lo que pueda para apoderarse de tu corazón; y, para eso, echará mano del dolor. Le gusta ver sufrir a los hombres. Sabe que cada vez que sufres él está tocando el corazón de Dios. Pero, el Señor permite que, a pesar de eso, tú atravieses por el valle del sufrimiento.
Por otro lado, saldrás más maduro; como la piedra bruta que fue pulida y se transformó en un bello diamante.
Por eso, hoy, no te desanimes si hay nubes en tu cielo o si el sol pareciera haberse ocultado. Tómate de la mano de Jesús, y enfrenta las dificultades. "En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera. Dios hizo tanto lo uno como lo otro, a fin de que el hombre nada halle después de él".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón