sábado, 14 de mayo de 2011

EN EL PRINCIPIO

En el principio creo Dios los cielos la tierra (Génesis 1:1).

La Biblia comienza diciendo: «La tierra estaba desordenada y vacía (Gen. 1:2). En otras palabras, no había nada, solo un montón de materia defectuosa, sin forma ni vida, un punto olvidado en el inmenso universo. Sin embargo, Dios siempre transforma todo en algo realmente bueno. La historia de la creación no es meramente una narración más, sino que nos asegura que tenemos un Dios que se preocupa por nosotros. Un Dios que no dejo todo como estaba, aunque eso implicara tiempo, trabajo y hasta la confección de un plan de salvación. Dios ama por naturaleza. Su constante amor no cesa de dar porque es la esencia misma de su ser.
Siempre que viajo en avión me gusta mirar el horizonte lleno de nubes que asumen toda clase de formas. Pienso entonces que en esa inmensidad se encuentra mi mundo. Un mundo perdido, oscuro, lleno de manchas de pecado, un mundo caído. Mi corazón no deja de admirar el amor tan misterioso que emana de un Dios que, a pesar de mi triste condición, permanece al tanto de mí.
Recuerdo las palabras de un canto cristiano que dice: «Mira hacia el cielo y lo veras, / que pequeñito el mundo es. / Mira hacia el cielo y lo veras. / Como un juguete de cristal, / que con cariño hay que cuidar. / Mira hacia el cielo, y lo veras».
Debemos mirar a menudo al cielo y preguntarnos por qué Dios se interesa por nosotros. Así como tomo en sus manos aquel mundo desordenado y vacío, puede tomar tu vida y hacerla realmente hermosa. Puede ser que mientras lees esta meditación tu pasado tormentoso se presente ante ti, recordándote un presente no menos desastroso. Quizá tus lágrimas le obliguen a detener la lectura para clamar por ayuda divina. Si es así, no dudes en hacerlo. No hay pasado ni presente que Dios no pueda transformar. El que tuvo poder para crear algo realmente bueno cuando todo estaba desordenado y vacío, puede hacer de tu presente un comienzo, un punto de partida para una vida realmente hermosa, nueva y limpia. Solo ve a él. Su amor por ti no ha disminuido.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

SEXO EN LA DISCOTECA

Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor. 2 Timoteo 2:22.

German y su amigo trabajaban como meseros de un restaurante en una ciudad turística, y como su trabajo era durante el día, por la noche se dispusieron salir a bailar. Juntaron la propina de ese día, que había sido muy abundante, se pusieron la ropa apropiada para los jóvenes de su edad, y a las dos de la madrugada entraron al salón de bailes.
German tenía más "suerte" con las damas, y rápidamente entro en confianza con una de ellas. Después de haber bailado algunos temas, se mostró romántico, y la chica respondió a sus halagos positivamente. Como el momento se prestaba, German comenzó a besarla apasionadamente, y sus manos recorrieron gran parte del cuerpo de la joven.
Su amigo, que bailaba con otra señorita, estaba asombrado que en tan pocos minutos estuvieran mostrándose como si fueran novios de años. Luego escucho el susurro de German: "Ahora le voy a proponer que nos vayamos al hotel, y si no acepta, la largo y me busco a otra".
Es verdad que no todos los jóvenes y las señoritas que asisten a lugares de baile lo hacen para tener alguna experiencia sexual, pero el ambiente se presta enormemente para que el encuentro se haga realidad. La música sensual, tanto por su melodía como su letra, el efecto estimulante de las bebidas alcohólicas, las luces intermitentes y la penumbra reinante, las faldas y los pantalones de las damas que exhiben notablemente su cuerpo, son algunos de los factores que contribuyen para que dos desconocidos tengan relaciones sexuales.
El Señor conoce las luchas que enfrentan los jóvenes cristianos cuando sus amigos y compañeros de estudio los invitan a salir a bailar. También sabe que a veces no comprenden bien las razones por las que un cristiano jamás aceptaría la propuesta de asistir a un lugar al que Dios no lo pudiera acompañar. Por eso el consejo de Pablo al joven Timoteo es muy oportuno hoy día: "Huye también de las pasiones juveniles". ¿Por qué esa necesidad de huir? Porque esas pasiones son envolventes, hechizantes. No atentan solo contra la voluntad, sino que se mezclan con las hormonas y el placer.
A quienes creen compatible el cristianismo con la práctica del baile, yo les preguntaría: ¿Sentirias que es razonable hacer una oración antes de comenzar la velada? ¿Podrían los ángeles celestiales cuidar a los cristianos en un ambiente tal? La respuesta negativa a estas preguntas es el argumento mas fuerte para negar dicha compatibilidad.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

ACABA LA CARRERA

Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios. Hechos 20:24.

Aquel 31 de diciembre parecía una feria dominical de los pueblos de interior; no obstante, el escenario era el centro de una de las ciudades más grandes del mundo.
Gente, mucha gente. Un grupo interminable de atletas, que partían como si fuese el éxodo judío. Miles, vestidos de todos los colores: rojo, azul, amarillo, violeta, en fin. En los ojos, un denominador común: el deseo de llegar a la meta. Se estaba dando inicio a la maratón de San Silvestre, en la Republica del Brasil.
Entre los miles de atletas, profesionales y aficionados que partían, había un hombre de sesenta años. Cabellos emblanquecidos por el tiempo, arrugas prominentes y mirada de león hambriento. Parecía una fiera vieja, observando a las gacelas que jamás alcanzaría.
Ricardo Fonseca pasara a la historia no como el campeón de resistencia en la carrera de quince kilómetros por las calles del centro de San Pablo, sino como el campeón de insistencia y de perseverancia. Llego en último lugar, cuatro horas atrás del campeón. Pero llego. Arrastrando los pies, extenuado, sin importarle el tiempo ni la posición de su llegada. Su única preocupación, dijo al final, era llegar, completar la carrera. "Nunca deje nada a medio hacer", dijo sonriendo, "Aprendí, de niño, que no existe peor derrota que la carrera que no se acaba".
Daba la impresión de repetir el versículo de hoy, en otra versión. Cientos de años atrás, Pablo había expresado que lo único que le interesaba, aun arriesgando su vida, era "terminar la carrera".
Hay mucha gente fracasada porque empieza un trabajo y no lo termina. Se desanima. Calcula que no llegará primero, y abandona la carrera. Su sendero esta encarpetado de maravillosas disculpas. De tanto inventarlas, pasa a creer que son verdaderas. Campeones de la explicación. Jamás llegan; ni en último lugar. Simplemente, no llegan.
Haz de este un día de llegada. Termina lo que empezaste. No abandones la carrera; ve hasta el fin. Di, como Pablo: "Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón