jueves, 14 de abril de 2011

NO HABRÉ VIVIDO EN VANO

¿No es acaso el ayuno compartir tu pan con el hambriento y dar refugio a los pobres sin techo, vestir al desnudo y no dejar de lado a tus semejantes? Isaías 58:7.

Ante la marejada de indiferencia que parece sacudir al mundo, la humanidad se sumerge en la complacencia propia y olvida el mandate divino de ayudar y servir. Conozco personas que tienen por lema: «Cuando yo esté bien, si puedo, pensare en los demás». Aparentemente esas personas viven bien, están en el lugar que quieren estar. Sin embargo, el egoísmo no les ha dado la felicidad. Cristo mismo enserio a sus seguidores que si el Maestro y Señor era capaz de lavar los pies de sus discípulos, ellos debían asumir un sentido de servidumbre, amor y sacrificio hacia sus semejantes, sin el cual nunca podrían ser felices.
Hace años llego a mis manos la melodía y la letra de este inspirador himno que me ha ayudado a concebir la vida desde el punto de vista del servicio. Espero que tú también puedas encontrar en el la fórmula de la felicidad: «Si puedo ser de ayuda, lista estoy, Señor. / Y si con mi palabra, gozo puedo dar. / Si puedo hacer que alguno vuelva a ti, Señor, / no habré vivido en vano, mi Dios. / Si cumplo mis deberes con fidelidad, / si puedo hacer más bello el sitio en que este, / si desparramo amores con sinceridad, / no habré vivido en vano, mi Dios. / No habré vivido en vano, mi Dios. /No habré vivido en vano, mi Dios. / Si puedo ser de ayuda, lista estoy, Señor».
La vida de servicio conlleva muchos sinsabores e ingratitudes. ¿Te encuentras tú entre los que sufren por causa del servicio? No te desanimes si la respuesta es afirmativa. Cristo también sufrió el desprecio de un pueblo que pidió injustamente su crucifixión. Puede ser que encuentres más llamativa y placentera la vida si te pones a ti misma en primer lugar pero, aunque ganes momentáneamente, sentirás un vacío enorme en tu corazón.
Decide hoy, con la ayuda de Dios, ser de beneficio para todos los que te rodean. Solo sabe servir quien lleva el servicio del Maestro en su corazón.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

DOMINIO PROPIO

El que fácilmente se enoja hará locuras. Proverbios 14:17.

Ese mediodía me tocaba acompañar a un grupo numeroso de alumnos que tenían entre 14 y 15 años de edad. Desde hacía tiempo querían jugar al futbol curso contra curso, y si bien era el profesor de Educación Física quien dirigía y organizaba los partidos, yo tenía la "responsabilidad" de relatar el partido con un megáfono, imitando a los locutores radiales. El partido comenzó y había gran tensión en los dos equipos; todos estaban poniendo su máximo esfuerzo, se preocupaban tanto del ataque como en cuidar su propio arco. A su vez, los delanteros trabajaban arduamente para abrir el marcador, no solo para que el gol fuera escuchado en todo el colegio a través del megáfono, sino también porque los aficionados ("hinchas") de cada equipo anhelaban el triunfo de sus favoritos.
Hubo una falta por parte de uno de los jugadores, el árbitro la sanciono inmediatamente, pero el jugador agredido, vociferando un sinnúmero de malas palabras, se levantó rápidamente y ataco con sus puños al jugador contrario. Muchos intentaron detener al agresor, pero fue tarde, toda la ira incontenible se desbordo en un memento y el partido se suspendió para detener la pelea. El que había cometido la falta estaba en el suelo, había recibido tres golpes de puño, uno de ellos en su nariz, y esta no dejaba de sangrar. Muchos de los alumnos increparon al agresor, quien al verse perseguido, monto en su bicicleta y huyo del colegio.
Al día siguiente, ya más tranquilo, llego al colegio con la cabeza gacha y me dijo: "Capellán, me descontrole. No sé qué me paso. Perdóneme".
¿Te ha pasado algo así? No todos tienen el problema de perder el dominio propio, pero la gran mayoría de las personas se "desborda" por ciertos motivos particulares. Muchos pierden el control como jugadores o aficionados de algún deporte. Algunos demuestran su enojo al discutir con sus padres, otros cuando están a solas con la persona que aman.
El Rey del cielo sabe que cuando a una persona la superan las circunstancias termina siendo dominada por el enemigo. En esos momentos se pueden cometer "locuras" por un arranque de enojo. Claro, no es fácil desarrollar el dominio propio, pero está a nuestro alcance si recurrimos al Espíritu divino para que nos lo otorgue, ya que es uno de los frutos del Espíritu. Hoy, antes de comenzar las actividades de este día, no dejes de acercarte al Salvador en oración para que su influencia de tolerancia y dominio propio transforme tu carácter.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

¡CUIDADO!

Porque: el que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño. 1 Pedro 3:10.

Me acuerdo de la segunda vez que nos vimos. De la primera, también. Nos hablamos en el parque del colegio. Contamos nuestras historias, y pensé que llegaríamos a ser grandes amigos.
Pero, la segunda vez quedo marcada en mi memoria para siempre. Me conto una historia triste, me conmovió, y le di lo que tenía en el bolsillo: el dinero que yo necesitaba para comprar un libro. Sin libro y sin dinero, fui a la biblioteca y estudiar allí. Me sentía bien, habiéndole hecho un favor a mi amigo. Cualquier sacrificio valía. Lo había sacado de una situación difícil; por lo menos, eso creía yo.
Al volver a casa, lo vi en la cantina, pagándole la cuenta a un grupo de amigos, con mi dinero. A partir de aquel día, él se distancio de mí. Nunca me dio una explicación. Simplemente, se alejó, y jamás me devolvió el dinero.
¿Quién perdió y quien gano? No fui ingenuo al creer en su historia; confié en él. Gane. Perdí el dinero, pero gane en experiencia. Aprendí a conocer mejor al ser humano.
La vida paso. Un día de esos, conversando con colegas de antaño, alguien lo menciono. Continúa con la misma actitud: tratando de engañar a todos los que encuentra en su camino. Nada logro. Envejeció, sin pena ni gloria. La vida se le fue, y jamás vio "días buenos".
El apóstol Pedro habla, en el versículo de hoy, de la importancia de usar la lengua para construir, y no para destruir. Se menciona de manera específica la palabra "engaño", como uno de los peores instrumentos del lenguaje. Engaño, en el original griego, es dolos. Significa decir cosas bonitas con la intención de alcanzar propósitos malos.
Es el joven que se acerca a una chica para decirle que la ama cuando, en realidad, solo desea pasar un buen momento con ella; es decir que estas enfermo para no trabajar, o hacer creer a los otros que pasas por un momento difícil, con el fin de lograr la conmiseración de las personas y alcanzar objetivos cuestionables.
Pide hoy a Jesús que te ayude a utilizar bien el don de la palabra, "porque: el que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón