lunes, 21 de marzo de 2011

UN CLAMOR DESESPERADO

Entonces ella vino y postro ante el, diciendo: “¡Señor, socórreme!”. (Mateo 15:25).

La fe de la mujer cananea ha sido durante tiempo motivo de polémica entre los lectores de la Biblia. Aparentemente existe una contradicción en cuanto al trato poco humano que Jesús parece dar a esta mujer y el concepto cristiano de un Dios amoroso, todo compasión y misericordia. Pero no es mi propósito entrar aquí en un debate teológico sobre este incidente, sino que más bien quiero detenerme en el pedido especial que hizo esa mujer, y en los resultados que obtuvo.
En primer lugar, esa mujer marginada y rechazada por la sociedad judía sintió la imperiosa necesidad de acercarse a Jesús. En días anteriores hemos estado hablando acerca de la mujer enferma de flujo de sangre. ¿Qué similitudes hay entre ambas? Las dos estaban pasando por una situación desesperante, eran consideradas culpables y merecedoras de la desgracia que había llegado a sus vidas, y habían sido juzgadas y condenadas injustamente. Pero a pesar de todo eso, las dos estaban convencidas de que Jesús las atendería y resolvería su problema.
Estoy segura de que esta mujer también tuvo que superar una gran cantidad de obstáculos para llegar junto al Maestro. ¿Te sientes de alguna (orina identificada con ella? ¿Estás pasando por momentos críticos y no encuentras a nadie que te de una mano para 'ayudarte a salir, en lugar de a. hundirte más? ¿Recibes críticas despiadadas incluso de tus amigos y familiares? Entonces, al igual que estas mujeres, tu único remedio es ir hoy mismo a Jesús. No esperes más.
La mujer cananea no solo vio corno su hija enferma recuperaba de nuevo la salud, sino que también encontró la paz que tamo anhelaba su alma. Si tú te acercas hasta Jesús cada mañana no solo veras que puede sanar a tus hijos de los azotes de la enfermedad física, sino que. también recibirás el bálsamo que cura todas las heridas, incluidas las del alma.
No dejes que pase la oportunidad de clamar al Señor; él siempre estará dispuesto para ti. Sea tu oración: «Señor, escucha mi ruego y socórreme, porque solo en ti hay salvación».

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

UNA MEZCLA FATAL

Viendo los hijos de Dios que las hijas de Los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas. Génesis 6:2.

Después de que el pecado entró al mundo, los descendientes de Adán se dividieron en dos grupos: los hijos de los hombres (los que rechazaron a Dios, descendientes de Caín) y los hijos de Dios (hombres que siguieron a Dios, descendientes de Set).
La diferencia en la adoración y en el estilo de vida se mantuvo durante muchas generaciones hasta que "los hijos de Dios" vieron "que las hijas de los hombres eran hermosas". Aparentemente, la genética favoreció a los descendientes de Caín y sus mujeres eran más hermosas que las hijas de Set. Así fue que quienes habían decidido seguir y honrar a Dios con su vida, comenzaron a mezclarse con quienes lo habían rechazado.
Tristemente, el atractivo del mal tuvo más efecto que el bien, y de esa unión nacieron hombres que se obstinaron en vivir sin Dios. Gigantes con un intelecto poderosísimo utilizaron sus talentos para enorgullecerse y exaltar al hombre en lugar del Creador. Se introdujo la idolatría y la violencia se propagó rápidamente por el mundo. El relato continúa diciendo que "la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal" (Gen. 6:5). En otras palabras, todo lo que decían y hacían diariamente era contrario a la voluntad de Dios. Esa generación de hombres obligó a Dios a tomar la determinación de destruir el mundo con un diluvio. "Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón" (vers. 6).
El mismo enemigo que obró en los hijos de Dios antes del diluvio para que se apartaran de él, continúa obrando hoy para que los cristianos apostaten de su fe. También hoy existen dos bandos espirituales: los hijos de Dios y los hijos de los hombres. La mezcla entre los seguidores de Dios y los incrédulos, que fue fatal para la generación contemporánea a Noé, continúa teniendo el mismo poder nocivo que tuvo hace seis mil años. No existe unión entre el bien y el mal, y cuando la hay, el mal tiene todas las de ganar. La belleza corporal puede ser una trampa si quien la posee no le entregó su corazón a Jesús, por eso, mira más allá de las apariencias externas. No te dejes encandilar por el atractivo físico, valora el compromiso y el amor a Dios que posee esa persona, y asegúrate que también sea parte del grupo de "los hijos de Dios".

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuela

USA TU DON

Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. 1 Pedro 4:10.

Erik vivía como si no necesitase de nadie. En cierta ocasión, mientras un incendio destruía la casa de un vecino y todos corrían de un lado para otro tratando de ayudar, él miraba de brazos cruzados. Entonces, alguien le preguntó:
-¿No vas a hacer nada? ¿Te vas a quedar mirando, solamente?
-Cada uno cuida de su vida -respondió, levantando los hombros.
Y se alejó como si nada estuviese sucediendo.
La indiferencia parece ser el mal de nuestro siglo. Las personas están tan ocupadas en resolver sus propios problemas que llegan al punto de pensar que son las únicas que existen y que necesitan de ayuda.
Pero, el consejo de Pedro es que, si queremos ser gente realizada y feliz, debemos vivir al servicio de los demás. Es interesante el modo en que Pablo empieza el versículo de hoy: "Cada uno", dice. La responsabilidad de ministrar los dones del Espíritu no es colectiva; empieza con el individuo. Nadie puede esconderse detrás de los otros, bajo pena de caer en la arena movediza de la indiferencia.
Cada uno, "según el don que ha recibido". Nadie vino al mundo sin algún don, y todos somos responsables por administrar ese don en favor del ser humano. El ejercicio del don para ayudar al semejante hace de una persona un ser altruista y victorioso.
La palabra "ministrar", en griego, es diakoneo, que significa "servir". El secreto de una vida realizada es el servicio. Vivir solo en función de las propias necesidades, sin prestar importancia a las necesidades ajenas, convierte al corazón en un pozo de egoísmo.
La diferencia entre un manantial y un pozo es que el manantial deja correr sus aguas, y por eso permanece limpio y transparente. El pozo no; el pozo guarda, retiene y esconde. Con el tiempo, sus aguas se corrompen y solo sirven para provocar la muerte.
Toma este nuevo día como un día de servicio. Aprovecha cada minuto para usar el don que Dios te dio en favor de otros. Edifica vidas; haz felices a las personas que están a tu lado. Y recuerda el consejo de Pablo: "Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón