domingo, 27 de febrero de 2011

LA CREATIVIDAD ES DIVINA

«En el principio creó Dios los cielos y la tierra», Génesis 1: 7.

Dios creó de la nada este mundo, perfecto y hermoso. Todo lo que hacemos tiene un origen. Para crear algo nuevo, partimos de algo que ya hemos visto; la idea se desarrolla y nace algo diferente. A eso le llamamos creatividad, una capacidad que Dios mismo nos concede.

Cada año se inventan muchísimas cosas nuevas. Claro, una buena cantidad de esos inventos jamás los conoceremos; algunos resultarán ser poco útiles, y otros serán tan populares que todo mundo los querrá tener. También puede ser que algunas ¡deas sean deshe-chadas por sus creadores, tal vez por falta de apoyo o desánimo, y aunque abandonan esos proyectos, alguien más aparece, los aprovecha y perfecciona.

Por otro lado tenemos el caso de las personas que tienen una idea; cuando la comentan, reciben por respuesta burlas y desprecio. Pero persisten y logran su objetivo. Puedo mencionarte un par de ejemplos:

A Godfrey Hounsfield le pareció que sería útil observar el interior del cuerpo humano sin tener que recurrir a una cirugía. A mucha gente la idea le pareció extraña, pero Hounsfield terminó desarrollando el escáner de tomografías axiales computarizadas y recibió un premio Nobel.

A Masaru Ibuka, presidente honorario de Sony, le parecían muy estorbosos los reproductores de cinta portátiles que su compañía fabricaba; pidió a los ingenieros que fabricaran uno más pequeño. Así nació el Walkman original, que revolucionó la industria de la música.

Si te conectas con Jesús podrías llegar a hacer grandes cosas a favor de la humanidad y para honrarlo a él.

Tomado de meditaciones matinales para menores
Conéctate con Jesús
Por Noemí Gil Gálvez

DETRÁS DEL ARCO IRIS

Jehová te bendiga y te guarde. Jehová haga resplandecer su sobre ti y tenga de ti misericordia; Jehová alce sadré tí su rostro y ponga en ti paz. (Números 6:24-26).

Dios desea ser nuestro eterno refugio, nuestro sol resplandeciente. Desea concedernos su bondad. Anhela mirarnos con amor y otorgarnos su paz. Pero, ¿puede lograr siempre su propósito en nosoíros? Desgraciadamente nuestra libertad puede constituir un impedimento al propósito divino. La libertad que él nos dio para ser felices se interpone a veces como una nube ante los cálidos rayos del sol divino.

Analiza por un momento tu vida. Ahí donde estás. Sentada, acostada, en el trabajo o en cualquier lugar. Contéstate a estas preguntas: ¿Estoy recibiendo las bendiciones de Dios? ¿Me siento protegida en sus manos, cobijada por su bondad, objeto de su amor y colmada de su paz? Quizás pienses que estoy escribiendo palabras irreales, muy bonitas para ser plasmadas en un papel, pero muy distantes de la realidad. ¿Cómo puede, un ser humano vivir en un mundo tan alejado de la felicidad y al mismo tiempo disfrutar de las bendiciones descritas en este versículo? Para ello no hay otra explicación que la que dio el mismo Jesús: «Les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo» (Juan 16: 33). ¿Podemos, entonces, ver cumplidas en nuestras vidas estas palabras de bendición? ¿Existe alguna condición para recibir la misericordia y la paz divinas?

Aunque el amor divino es incondicional, las bendiciones de este amor están sujetas a condiciones, pero no por parte de Dios, sino por la nuestra. ¿Por qué? Porque el amor está, la bendición está, pero hemos de. estar nosotros para recibirlos. Nuestras decisiones juegan un papel importante.

¿Estás dispuesta a dejarte abrazar por el amor divino? No importa por qué circunstancias estés pasando, la bendición de Dios se hace más patente después de una tormenta. Para ver los colores del arco iris, es necesaria la lluvia. Ante la tempestad o la calma, asegúrale de estar lista para recibir las bendiciones de tu Dios. Tras el arco iris brilla el sol de las bendiciones de Dios.


Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

LA AMISTAD DE LOS PRIMEROS CRISTIANOS

Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón. Hechos 2:46.

El clima que reinó en la iglesia cristiana naciente fue el de una genuina amistad. En esos años ser seguidor de Cristo era sinónimo de perder la familia, el trabajo, la libertad y hasta la vida, así que quienes aceptaban a Jesús como Salvador debían sostenerse y ayudarse mutuamente como verdaderos amigos.

Lucas, al describir este cálido ambiente cristiano, nos dice que "partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón". En otras palabras, no había rivalidad, no había censuras, ni críticas, ni peleas. Todos se consideraban iguales y amigos.

En uno de los cursos que me tocó enseñar viví una experiencia similar a esta. Ahorramos dinero durante algún tiempo, luego planificamos una salida a un parque y decidimos comprar pizzas y gaseosas para almorzar. Cada alumno indicó por anticipado cuánto comería, y después de calcular decidimos comprar 16 pizzas. El día sería para jugar, conocernos en un ambiente distinto y terminar el "gran recreo" comiendo todos juntos.

Luego de definidos los planes, esperamos el evento con mucha ansiedad, hasta que finalmente llegó. Comenzamos a jugar al fútbol mixto (varones y señoritas juntos) mientras otros grupos conversaban o jugaban al voleibol. Pasado el mediodía llegaron los repartidores con todas las pizzas y nos dispusimos a disfrutar el festín. ¡Qué buen día pasamos! Luego de la oración, todo el almuerzo estuvo salpicado de charlas y risas. Los chistes y las bromas de buen gusto hacían aún más deliciosas las pizzas que consumimos.

Los buenos amigos comparten todo con "alegría y sencillez de corazón", porque dentro de una buena amistad no hay lugar para el egoísmo o el orgullo. Así ocurrió con los primeros cristianos y así debe ocurrir ahora, porque siempre que se acepta a Jesús como amigo, él se convierte en el nexo de otras amistades que duran para siempre.

La vida de esa iglesia naciente no fue fácil. Era peligroso admitirse seguidor de Jesús, pero el buen espíritu y la confianza poderosa de los primeros creyentes en su Salvador, hizo que en pocos años todo el Imperio Romano estuviera colmado de cristianos. De igual manera tenemos que hacer hoy, porque solo la fe y la amistad sincera con Jesús podrán convencer al mundo de que él es la única opción.

Procura a lo largo de este día compartir con alguien la amistad que sientes por Jesús.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuela

¡SALVARÁ!

Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, por que el salvará a su pueblo de sus pecados. Mateo 1:21.

Jacinta no lo pensó dos veces para aceptar la propuesta de atravesar la frontera y partir en busca del sueño americano. Sabía de los peligros que la aguardaban, pero su indómita naturaleza de mujer sufrida le decía que no hay recompensa sin dolor. Y partió. Fueron días terribles de hambre, sed, cansancio, miedo, terror... y abuso. Los primeros días, acompañó el ritmo de los hombres, en las largas caminatas nocturnas a través del desierto. Después, fue perdiendo las fuerzas, y en una oportunidad quedó retrasada. Un "coyote" aprovechó la oportunidad y abusó de ella.

Con la autoestima por los suelos y la dignidad como papel estrujado, Jacinta llegó a pensar que no había valido la pena aventurarse. Fue violada cuatro veces, y después abandonada en el desierto. Los "coyotes" pensaban que la joven no sobreviviría al calor infernal del desierto. Pero se engañaron. Un día, cuando ella misma pensaba que la muerte se aproximaba inexorablemente, un extraño la encontró y la salvó. Las autoridades los encontraron, y ambos fueron presos y deportados. Aquel hombre que la salvó podría haber seguido su camino solo, y habría alcanzado su objetivo, pero decidió ayudar a Jacinta. El precio de su nobleza fue la prisión. Jacinta vivió para contar la historia. El versículo de hoy afirma que la misión de Jesús era salvar. Nos encontró un día, muriendo en el desierto de esta vida, sin ideales y sin sueños; a veces, sin dignidad ni respeto propio. Podría haber seguido su camino, pasado de largo; pero se detuvo. Lo dejó todo allá, en el cielo, y aceptó pagar el precio de nuestra redención. Éramos esclavos; todos estábamos condenados a morir, puesto que la paga que da el pecado es la muerte. Pero, el Señor Jesús te amó tanto que aceptó morir en tu lugar.

Jamás podremos entender un amor como ese. Que alguien muera por un justo, dice Pablo, es razonable; pero, Jesús mostró su amor por nosotros en el hecho de que, siendo pecadores, él aceptó morir en nuestro lugar.

Jacinta y el desconocido que la salvó hoy son esposos, y tienen tres hijos. Un año después del triste incidente, volvieron juntos a los Estados Unidos, y hoy se alegran en la belleza del evangelio.
Jesús también desposó a su iglesia después de haberla encontrado abandonada y haberla salvado. Por eso, hoy, vale recordar que "dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón