lunes, 17 de enero de 2011

¡ACTÍVATE!

Descubre el texto del día de hoy leyendo de derecha a izquierda cada palabra. Escribe el versículo más abajo.

«¿ON NEBAS EUQ AL DATSIMA NOC LE ODNUM SE DATSIMENE NOC SOID? 15 NEIUGLA EREIUQ RES OGIMA LED ODNUM ES EVLEUV OGIMENE ED SOID», Santiago 4: 4.

En cierta ocasión la señora Reyes caminaba a su casa después del trabajo. De repente la detuvo una dama y le preguntó:
—Disculpe, ¿de qué religión es usted?
La señora Reyes se sorprendió ante la pregunta, pero contestó. Siguió caminando hasta su casa y después de un rato llegó su esposo, para que comieran juntos. Mientras comían, ella preguntó:
—Querido, ¿tengo cara de religiosa?
—¿Por qué? —respondió él. La señora Reyes explicó lo que había sucedido con la otra señora en la calle.
Una persona cristiana es amiga de Jesús, con quien se conecta para dar un buen testimonio. Cómo tratas a la gente, tu ropa y las palabras que pronuncias, dice con quién tienes amistad realmente.

Tomado de meditaciones matinales para menores
Conéctate con Jesús
Por Noemí Gil Gálvez

EN SUS MANOS

Espera siete días, hasta que yo vaya a tu encuentro y te enseñe lo que has de hacer (1 Samuel 10:8)

Esperar. Todo un reto. ¿Cómo quedarse sin hacer nada cuando nuestro ser está generando altas dosis de adrenalina que nos impulsan a actuar? La espera de siete días que exigía el profeta Samuel constituía una verdadera prueba no solo para el rey, sino para todo el pueblo. ¿Por qué el profeta requería tal demanda? Porque había tres lecciones que tanto el pueblo como el rey debían aprender.
A ejercitar la paciencia, pues «os es necesaria la paciencia, para que, habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa» (Heb. 10: 36). A tener confianza, pues la confianza «tiene una gran recompensa» (Heb. 10: 35). Y a vivir por fe, ya que «el justo vivirá por fe» (Heb. 10: 38).
¿Te encuentras tú en un escenario similar al de esta historia? ¿Tal vez el fragor de la guerra te pisa los talones? ¿Quizás tus hijos se alejan, tu matrimonio se derrumba, tus amistades se desvanecen y tu mundo sucumbe de dolor? Saúl estaba atemorizado por lo que podía pasar si no hacía nada más que esperar, pero en su caso, al igual que en el tuyo, era necesaria la paciencia, esa virtud que Dios recompensa tan extraordinariamente. Confiar en él tiene grande galardón.
Para esperar sin desesperarse es indispensable la confianza. Jesús ha demostrado que es digno de tu confianza, así que espera con paciencia en él. No trates de ayudarlo a realizar su parte. Dios te pide hoy que hagas su voluntad y lo demás, lo que no puedes hacer por tus propios esfuerzos, déjalo en sus manos, y con paciencia y confianza, espera en él.
Tener la certeza de que Dios está trabajando aunque tú no lo percibas, es la demostración más fidedigna de que tu vida está en sus manos. La misión de Saúl era esperar pacientemente a la manifestación divina, confiando en que su fe no sería defraudada. Tú también has de esperar pacientemente, confiando en que tus problemas, que aparentemente no tienen solución, están en manos del Señor. No hay mayor felicidad, que esta certeza.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

EL HIJO QUE SE FUE

Juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. Lucas 15:13.

En muchos de los casos que atendí de hijos con problemas en el hogar, estos amenazan con irse de la casa. La gran mayoría no pasa de amenazas, sin embargo, un número pequeño cumple su amenaza y se va.
Este fue el caso de Claudia, una adolescente de 16 años que por sentirse incomprendida por sus padres y estar muy enamorada de su novio, se marchó sin dejar rastros. La preocupación se hizo sentir no solo en su hogar, sino también en el colegio, pero a pesar de las búsquedas y la denuncia policial, todos los esfuerzos para encontrar a Claudia resultaron infructuosos. Fue al cabo de veinte días, con la ayuda de algunos testigos, que agentes de la policía dieron con el paradero de esta hija extraviada y se la animó para que volviera con su familia.
Al conversar luego con ella, me mencionó la vida disipada que había llevado mientras estuvo fugada con su novio, de cómo en esa situación pensó muchas veces en sus padres. Al fin de cuentas, ella se había mostrado a propósito para que la encontraran. Su aventura causó indecible dolor y sufrimiento a sus padres, y la preocupación de toda la comunidad.
Nuestro Salvador dejó una parábola que relata el caso de un joven que abandonó su hogar. No le importó la comodidad que tenía allí, tampoco le dio importancia al dolor que pudiera causar a su padre, ni la opinión de este.
Simplemente, con la idea romántica de que la vida era sencilla y fácil de manejar, pidió los bienes que le correspondían en su herencia y se marchó del hogar. Cuando quedó arruinado económicamente, recordó a su padre y todos los beneficios que disfrutaba bajo su cuidado, "y volviendo en sí dijo: ...
Mi levantaré e iré a mi padre" (Luc. 15:17, 18).
Uno de los aspectos de la parábola que más me impresionan, es el amor del padre. Lejos de criticar o censurar al hijo por la vida llevada y por la pérdida los bienes económicos, "fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó" (vers. 20). No importaba lo sucio que se pudiera encontrar el hijo o el olor que pudiera despedir, el amor era superior a todo lo feo, y el padre amante se alegró por el regreso de su hijo.
Yo no sé cómo te encuentras tú hoy, no sé cuan cerca o cuán lejos estás de Dios, pero por si por alguna razón te apartaste de su lado, recuerda que te está esperando; te está esperando con los brazos abiertos para abrazarte y para decirte: “Bienvenido, hijo, te extrañé mucho".

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuela

LA SENDA DE LA VIDA

Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre. Salmo 16:11.

Dora quería ser feliz. Anhelaba desesperadamente ser feliz: caminó por los senderos engañosos de la ilusión; voló en las alucinantes alas de la drogadicción; nadó por las aguas turbulentas de la promiscuidad. Amó, lloró, sufrió, y murió consumida por las enfermedades oportunistas que conlleva el Sida. Vivió, quiso ser feliz, y murió sintiéndose la mujer más infeliz del mundo. ¿Qué le sucedió a esta joven apasionada por la vida?
El texto de hoy presenta tres ideas que muestran dónde erró Dora. Los dos primeros pensamientos son la plenitud de gozo y las delicias para siempre. Gozo y delicia son sinónimos de felicidad. ¿Quién no desea ser feliz? El ser humano es movido a deseo por la felicidad: todo lo que realiza tiene, como objetivo final, la "plenitud de gozo" y las "delicias para siempre". Esto significa prosperidad y realización.
Pero, el salmista presenta las condiciones para recibir la "plenitud de gozo" y "las delicias para siempre". Menciona: "Me mostrarás la senda de la vida".
El ser humano, en su sincero deseo de ser feliz, escoge sus propios cami¬nos, sigue sus propias ideas, y acaba hiriéndose y provocándose sufrimiento.
Existe un camino mejor. El salmista lo denomina: "la senda de la vida". Es triste cuando el ser humano desea la "plenitud de gozo" y las "delicias para siempre", pero rechaza la "senda de la vida".
Desde la óptica divina, estos tres elementos forman parte de un mismo paquete; no pueden separarse.
Hay más. Cuando el autor bíblico menciona las palabras "presencia" y "diestra", está refiriéndose a una relación de permanencia en la senda. La senda es Jesús. Cuando él estuvo en esta tierra, declaró: "Yo soy el camino, la verdad y la vida". El Maestro habló de un camino que en verdad te conduce a la vida.
La razón por la que Jesús se identificó con el camino es que existen muchos caminos mentirosos. Son caminos de muerte: fascinantes y seductores, pero caminos de muerte.
¿Deseas ser feliz? ¡Busca a Jesús! No empieces las actividades de hoy sin arrodillarte y decirle: "Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón