sábado, 1 de enero de 2011

UN CORREO ELECTRÓNICO DE JESÚS PARA TI

«Dios es amor», 1Juan 4:8.

¡Hola! Qué gusto me da comunicarme contigo al iniciar este nuevo año. Te he visto crecer cada día, y cómo aprendes cosas nuevas del mundo que te rodea. Mi amor se manifiesta en todo. Está en los animales, las flores, las montañas, tu familia, tu cuerpo; en fin, todo el universo.
A medida que vayas creciendo, te tocará tomar cada vez más decisiones que afectarán tu futuro. Pero como yo te amo tanto, dejé en las Sagradas Escrituras los valores que te ayudarán a tomar decisiones sabias, y actuar correctamente para que un día puedas llegar a vivir en el reino de los cielos. Durante este año que comienza recordarás varios de esos valores.
Con el tiempo te harás mayor y yo estaré pendiente de ti. Recuerda, cada vez que necesites mi ayuda, estaré a tu lado para hacer todo lo necesario. No dejes de seguir en con¬tacto conmigo.
Con mucho cariño,
Jesús, el Hijo de Dios.
¿Qué le dirás a Jesús?

Tomado de meditaciones matinales para menores
Conéctate con Jesús
Por Noemí Gil Gálvez

HE AQUÍ YO ENVÍO

Cuando vino el cumplimiento del tiempo, 'Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido balo la Ley, para redimir a los que estaban bajo la Ley, a fin de que recibiéramos la adopción de hijos.(Gálatas 4:4,5)

Dios no deja de hacernos «envíos». ¡Y qué clase de «envíos»! Todos ellos son mensajes de paz que podemos encontrar en la Biblia. Unas veces nos amonestan, otras nos señalan el camino correcto o predicen el futuro, pero siempre, todos y cada uno de ellos, tienen como único objetivo nuestro bien.
Hoy, cuando acabamos de decir adiós al año recién concluido. Dios nos envía un mensaje claro y distinto: «Pongo ante ti una nueva oportunidad. Aprovecha cada segundo, cada minuto, cada jornada laboral, el tiempo que puedas dedicar a los tuyos, los momentos de meditación y oración. No dejes que pasen desapercibidos, opacados por el afán de la ratina diaria».
Gózate en este regalo que Dios te ofrece y haz de él una experiencia gratificante. El envió de Dios, su Hijo, llena de consuelo al afligido, lleva amor a los tristes, da ánimo a los quebrantados, confianza al inseguro y es la fuente de felicidad para ti y para tu familia.
Dios nunca se retrasa en sus entregas especiales. Solo tenemos que confiar en que sus bendiciones serán derramadas sobre nosotros si de todo corazón anhelamos la presencia de Cristo en nuestras vidas. Si Dios envió a su Hijo a su debido tiempo, confía en que también enviará lo que necesitas a su debido tiempo. No te preocupes por los plazos de Dios, sino asegúrate de que cuando él haga su entrega, tú te encuentres en la situación adecuada para recibirla.
Los líderes israelitas conocían las profecías que indicaban el tiempo de la venida del Mesías, sin embargo, no se hallaban en disposición de recibirlo porque sus corazones se hablan alejado de Dios. Pero esto no im¬pidió que el cielo hiciera su entrega en el momento exacto.
No te inquietes por el futuro, Dios tiene todo en sus manos. Él sabe lo que realmente necesitas. Así que, no dudes, confía en los «envíos» divi¬nos y alaba a Dios, porque está continuamente derramando su amor sobre tu vida. Encara este nuevo año confiando en las entregas divinas. No te sueltes nunca de la mano poderosa de tu Dios. Él es tu único refugio.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

EL DESAFÍO DE SER COMO JESÚS EN ESTE AÑO

Sed imitadores de mí, así como y o de Cristo. 1 Corintios 11:1.

Un joven al que conocí muy bien llegó como alumno interno a un colegio adventista para realizar uno de los últimos años de nivel medio. Conoció amigos, se adaptó a la vida social del internado, pero lo que más le llamó la atención fue la cantidad de deportes que se podían practicar. Ese año se impuso el desafío de llegar a formar parte del equipo de voleibol y de baloncesto de su curso, y comenzó la ardua tarea de entrenarse para lograrlo.
Pasaba tardes enteras en el gimnasio en contacto con otros compañeros que tenían el mismo objetivo. Pasaba cada momento libre en correr, saltar y sur en contacto con la pelota de voleibol o baloncesto. Aunque había llega¬do a ese colegio para estudiar, los deportes ocupaban el primer lugar en su corazón y en sus pensamientos. Finalmente lo logró. Dos años más tarde, en su quinto año, este joven fue el único que jugó en ambos equipos de su curso. Había conquistado el blanco que él mismo se había colocado. Su sueño era realidad.
Hoy comenzamos un nuevo año, un año que por la gracia de Dios tendrá altos y bajos como todos los años, pero que nos brindará nuevamente la oportunidad de alcanzar un gran desafío: ser como Jesús. No será fácil, habrá que luchar y esforzarse, habrá que pasar tiempo con el divino Maestro para obtener su poder y vencer ese "yo" egoísta que intenta ocupar el primer lugar en el corazón.
Pero ese desafío no es imposible. Pablo, un ser humano como nosotros, se propuso imitar a Jesús cada día de su vida. Las Escrituras no dicen explícitamente: "Pablo logró ser como Jesús", pero en algunas de sus cartas, el gran apóstol se pone al frente de sus iglesias y los anima: "Sed imitadores de mi, como yo de Cristo". ¡No cualquiera podría dar semejante afirmación! ¿Te imaginas a tu pastor o a algún anciano de iglesia haciendo propias esas pala¬bras? Pues si Pablo lo dijo fue porque todas sus energías, sus talentos y su atención se centraban en parecerse al Salvador del mundo. Sus lectores no pudieron refutarlo o dudar de él, porque era totalmente cierto lo que decía.
Las Escrituras nos dejaron su ejemplo para que procuremos hacer lo mis-mo. Acepta el desafío que Pablo nos propone para este año: imita a Cristo y serás vencedor.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes

Encuentros con Jesús
Por David Brizuela

¡ESPERARÉ!

Mas yo a Jehová miraré, esperaré al Dios de mi salvación; el Dios mío me oirá. Miqueas 7:7.

Melisa se despierta sobresaltada, con la frente húmeda y los labios secos. Intenta murmurar algo, pero solo consigue llorar. El dolor de la pérdida es abrumador; siente que el mundo cayó encima de ella. Acaba de salir del hospital, después de recuperarse de un terrible accidente, en el que fallecieron sus padres. Ella quedó con marcas horribles en su cuerpo, y se encuentra completamente desorientada.
Hija única, de 22 años. No sabe cómo enfrentar la nueva fase de su vida. Se siente sola, abandonada, y mira al futuro con miedo.
"En mi corazón ya no hay alegría", piensa en silencio. Y una lágrima rebelde resbala por los surcos de sus cicatrices. Melisa, ¡no pierdas la esperanza! La vida sin esperanza no tiene sentido. Es necesario tener esperanza. La noche pasará, y vendrá un día lleno de sol. Aún es posible realizar el sueño que la tragedia despedazó. El dolor pasará, y tu corazón volverá a cantar como cantan las aves celebrando la llegada de un nuevo día. Espera en Jesús, y confía en él aunque los vientos contrarios intenten arrebatar tu fe.
A fin de cuentas, tú no estás sola en este mundo. Tú, como el profeta Miqueas, en medio de la adversidad tienes un Dios a quien mirar y en quien confiar.
El año se fue. Abre las cortinas de tu corazón; deja entrar al sol de un nuevo día. Confía en las promesas maravillosas de Dios. Él jamás te prometió que, en este mundo de dolor, la tristeza pasaría de largo. Las lágrimas son una realidad innegable de este mundo de pecado. Pero nada está perdido para quienes confían en Jesús.
Espera en Dios. La esperanza cristiana no es el simple deseo de que las cosas mejoren, sino la certidumbre de que el sol volverá a brillar, aunque en este momento solo veas nubes que anuncian tormenta. La vida pudo haberte quitado muchas cosas; puedes tener motivos suficientes para creer que el año que pasó fue el más terrible. Pero se fue. Ya es historia. Tú no vives de la historia. Proyéctate hacia el futuro con fe. Comienza un nuevo año, repitiéndote a ti misma la oración de Miqueas: "Mas yo a Jehová miraré, esperaré al Dios de mi salvación; el Dios mío me oirá".

Tomado de meditaciones matinales para adultos

Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón