lunes, 7 de febrero de 2011

OLVIDAR Y RECORDAR

Yo soy quien borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordare de tus pecados (Isaías 43:25).

Los psiquiátricos están repletos de personas que cargan con una conciencia culpable, abrumada por la tortura de un pasado que les hace insoportable la existencia, hasta tal punto que muchos deciden terminar con su vida.
Quizás tú no te veas reflejada en esta condición tan desesperante que acabo de describir, sin embargo todos, según la Biblia, cargamos con un pasado y un presente pecaminosos. Esta carga no la podemos eludir, ya que forma parte de nuestra naturaleza. En mayor o menor medida, nuestro pasado incide en nuestra paz mental en forma de recuerdos, que nos arrancan más de una lágrima escondida.
Todas somos vulnerables ante infinidad de situaciones que despiertan ansiedades latentes en nuestro interior. Quizás en tu caso sea la crianza de tus hijos, o recibir una respuesta dura de tu esposo, o tal vez sea un comentario inapropiado de algún miembro de iglesia o una mirada fría y carente de bondad. Todas somos vulnerables ante una serie de circunstancias negativas, por eso nos es imperioso recordar que tenemos un Dios que no solo está ahí para los marginados, o para aquellos que hemos etiquetado como «malos», porque para Dios, el pecado tiene solo una cara. Él está ahí también para los que luchamos diariamente por ser mejores.
Nuestro pasado puede causarnos un dolor profundo, pero no podemos hacer nada para cambiarlo. Lo que sí podemos hacer es aprender de él a fin de no cometer los mismos errores en el futuro. Cuando caemos en la trampa de dejarnos atormentar en el presente por reproches del pasado, la única salida es descansar en los brazos de un Dios de amor que borra nuestras rebeliones y no se acuerda de nuestros pecados. Encontrar la paz mental no puede borrar un pasado tormentoso, pero sí nos regala un presente seguro y un futuro prometedor.
Asumamos que somos pecadores, pero recordemos que también contamos con un Dios que nos da sabiduría para conducirnos prudentemente en esta vida y que no nos reprocha nuestro pasado, porque su amor no está sujeto a nuestra manera de actuar.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

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