sábado, 27 de marzo de 2010

UN VERDADERO REFUGIO

El Señor Todopoderoso está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob. Salmos 46:11.

¿Para qué queremos un ejército? Así salió David para la batalla, «en el nombre del Señor Todopoderoso, el Dios de los ejércitos de Israel» (1 Samuel 17: 45).
¿Pero nosotros? ¿Un ejército? ¿Contra quién habríamos de ir con esa consigna? ¿Cuál es la finalidad de un ejército? Vivimos tiempos de inseguridad en nuestros hogares, en nuestras instituciones sociales, en nuestras ciudades y nuestra nación. Los sistemas de seguridad han aumentado en todo sentido, incluso para nuestro equipo de cómputo.
Los ciudadanos reclamamos al gobierno un el ejército que proteja la integridad del país. Y cuando las fuerzas armadas se dirigen a alguna región, nos damos cuenta que los programas de seguridad van en serio. Desde el punto de vista sicológico también oímos hablar de la necesidad del ser humano de buscar refugios. Utiliza el trabajo, la diversión, los deportes extremos, los últimos avances tecnológicos y otros «escondites». Pero al final, nos damos cuenta que ninguno de estos «refugios» llena el vacío en el alma.
El ser humano necesita sentirse amparado y fortalecido debido a que su entorno social está lleno de temor y angustia. El mundo es un lugar inhóspito para el desarrollo de las gracias espirituales. Además, nos hallamos en medio del fragor de un verdadero combate entre Cristo y Satanás. Necesitamos un refugio para protegernos de los ataques del enemigo. Sus armas están dirigidas para minar nuestra fe. Nos ataca con las balas del desaliento, la angustia, el miedo.
El texto de hoy nos lleva a nuestro Padre celestial. Nos invita a acercarnos con fe. Necesitamos dedicar más tiempo a la oración ferviente, abrir nuestro corazón a Dios para que nos dé fortaleza ante las batallas de la vida. Refugiados... Son personas que viven arrinconadas en su propio país o que son protegidas en otro país. ¿No es así con los hijos de Dios en este mundo? Cuando sientas la necesidad de protección para tu alma agobiada, recuerda que tu Padre celestial es el Refugio perfecto. Bajo sus alas estarás seguro.
«Aquel que triunfó sobre el adversario [...] comprende el poder de Satanás [...] y lo ha vencido en nuestro favor». MJ 48.

Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

ENTREGA CONSTANTE

Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante (Filipenses 3: 13).

En el plan de salvación no es suficiente que hayamos entregado tan solo una vez nuestra voluntad a Dios. Debemos hacerlo continuamente, como demostración de que nuestra decisión no ha cambiado. Puesto que somos libres para cambiar de opinión y deseo, Dios quiere que cada día le permitamos intervenir en nuestra vida. Haberlo hecho una vez en el pasado, no es ninguna garantía en seres que son libres para pensar y actuar.
Muchos cristianos que comenzaron bien la carrera cristiana, después de un tiempo se convierten en personas que se enorgullecen de sus obras buenas y piensan que estas les garantizan la salvación. Hay otros que piensan que deben hacer algo para ganar la salvación, y luchan denodadamente para demostrar a Dios el deseo que tienen de ser salvos. Aun hay otros que luchan por ser buenos, y cuando no lo logran plenamente, se frustran y piensan que la salvación es muy difícil de conseguir, y albergan dudas de si alguna vez podrán estar en el reino de Dios.
Cuando recordamos lo maravilloso que es Dios, que ha provisto todo para nuestra salvación, cuando nos esforzamos por entregarle cada día nuestra voluntad, cuando confiamos en que somos sus hijos y nunca nos abandonará, desaparecen las preocupaciones con respecto a la salvación personal.
Si la salvación personal descansara en el esfuerzo humano, entonces sí deberíamos preocuparnos. Porque el esfuerzo humano es frágil, somos débiles, nuestra tendencia es mala, nuestra comprensión es limitada. Somos incapaces de hacer el bien consistentemente; y cuando lo hemos hecho, lo saturamos de orgullo y motivos egoístas. Pero gracias a Dios que él ha hecho una provisión amplia, que solo debemos aceptar y ser humildes. No podemos agregarle nada. Se nos recuerda: «Este manto, tejido en el telar del cielo, no tiene un solo hilo de invención humana» (Palabras de vida del gran maestro, p. 253).

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C