martes, 9 de marzo de 2010

SÍ, CRISTO ME AMA

Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre [...] para que [...] seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura; y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios. (Efesios 3:14,16-18).

Trabajo en una escuela con alumnos que tienen necesidades especiales, Apenas llegas, esos niños deben ser el único foco de tu atención. Sin embargo, un jueves me fue imposible hacerlo. El miércoles de noche me había enterado de una opinión muy negativa con respecto a mí en la iglesia, y esto me estaba afectando. ¿Cómo podía ser? Había tratado por todos los medie de ser la mujer cristiana y amorosa que Dios quiere que sea. A lo largo de todo el día utilicé mis fuerzas para retener las lágrimas. Las palabras dolorosas volvían a mi mente una y otra vez. Me inundaba la desesperación.
Finalmente, llegó la hora del recreo. Necesitaba del aire fresco y la soledad. Cuidaba de un niño con autismo de nivel alto. El único momento en el que hablaba era cuando le hablaban a él, y yo no estaba de ánimo para hablar, cantar o realizar cualquier otra actividad. Así que los dos nos sentamos en silencio; silencio que para mí era necesario. Pero Dios no estaba de acuerdo. El niño rompió el silencio con una canción. A causa de sus habilidades altamente limitadas para hablar, su mensaje era: "Baaaaa, ba, ba, ba, ba". Luego continuó el silencio otra vez. Me llevó tan solo segundos darme cuenta de la melodía. Me di vuelta rápidamente, sin poder creer lo que oía. "¿Qué?" pregunté. Un vez más él repitió: "Baaaaa, ba, ba, ba, ba. Baaaaa, ba, ba, ba". Y una vez más continuó el silencio. Ya no pude contener las lágrimas,' me uní a su melodía: "Sí, Cristo me ama. La Biblia dice así".
Trabajo en una escuela pública en la cual nunca habíamos cantado canciones cristianas. El nunca antes había tenido un arranque musical ni lo volvió; tener. En el momento que yo más lo necesitaba, Jesús se acercó para hacerme saber que me ama.
Presta atención en los momentos de desesperación. Dios puede utilizar un niño autista, un burro, un cuervo, una brisa apacible o un diluvio, pero él se acercará a ti para que conozcas la anchura, la longitud, la profundidad y la altura de su amor.
LaToya V.Zava
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer
Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken

FIDELIDAD HASTA LAS ÚLTIMAS CONSECUENCIAS

No tengas miedo de lo que estás por sufrir. Te advierto que a algunos de ustedes el diablo los meterá en la cárcel para ponerlos a prueba, y sufrirán persecución durante diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida Apocalipsis 2:10.

Hoy es el cumpleaños de Sharon Dennise Domínguez, y comparte este pasaje bíblico, su favorito. Ella dice: «Muchas veces, las profecías del final de la historia nos provocan angustia y preocupación. Aun cuando la Biblia no nos indica que la situación vaya a ser fácil, nos da la esperanza de saber que la prueba no resultará insuperable para ninguno de sus hijos. El apóstol Juan afirma que no importa cuán airado y desesperado se halle nuestro enemigo, Dios siempre estará a nuestro lado, nos vigila y ratifica que quienes le sean fieles tendrán la bendita recompensa de ser coronados por él como hijos vencedores». ¿No es un valioso testimonio de una estudiante que hoy cumple veinte años?
Nuestro destino está asegurado. ¡Tendremos la corona de la vida! ¿Y nuestro presente? ¿Cómo llegar hasta las últimas consecuencias si muchas veces fallamos ante las primeras? El texto de hoy presenta la realidad del diablo. Por eso vivimos en medio de un colosal conflicto. En el mismo libro del Apocalipsis, en el capítulo 12, se registra la magnitud cósmica de este conflicto.
Cuando nuestro Señor Jesucristo se hizo verdadero hombre y habitó entre nosotros tuvo que hacer frente a las pruebas satánicas. Se encontró con el enemigo frente a frente en el desierto, después de que había estado en ayuno durante cuarenta días, preparándose para cumplir su misión. El diablo no llevó a Jesús a las fronteras de la muerte con sus tentaciones, pero quena que rompiera su relación con el Padre por satisfacer momentáneamente su apetito, por una exhibición de orgullosa prepotencia, por la elección de otro camino que no era la voluntad del Padre (lee Mateo 4: 1-11). Jesús le hizo frente a las primeras consecuencias con un claro «Escrito está». ¿Por qué el «Escrito está»? Por las promesas de la compañía de Dios y por las promesas de victoria como las del día de hoy.

«Los que son participantes de la naturaleza divina, no cederán a la tentación. [...] Recordarán que Dios es su Padre y Cristo su ayudador». MJ 79

Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

EN PAZ CON DIOS

En consecuencia, ya que hemos sido justificados mediante la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo (Romanos 5: 1).

Cuando Dios, por un acto de misericordia y amor, perdona al pecador, soluciona el pecado en el ser humano, que es un obstáculo para que Dios se reconcilie con él. La justicia y la santidad divinas condenan el pecado. Decíamos que esto es lo que la Biblia llama la ira de Dios. Pero una vez que Dios perdona al hombre, este no está más bajo la condenación divina. Por eso, si somos perdonados, no somos condenados. Si somos justificados, somos absueltos de nuestra culpa. La condenación es contraria a la justificación.
El apóstol Pablo lo pone de una manera interesante: «Por tanto, así como una sola transgresión causó la condenación de todos, también un solo acto de justicia produjo la justificación que da vida a todos. Porque así como por la desobediencia de uno solo muchos fueron constituidos pecadores, también por la obediencia de uno solo muchos serán constituidos justos» (Rom. 5: 18, 19). Este es el contraste entre la condenación y la justificación. Si no hay condenación, entonces hay justificación.
Una vez que hemos sido justificados por Dios, estamos en paz. Esto significa que Dios ya no nos condena. Esta paz de la que Pablo habla no es primariamente una paz interior, sino la paz que tiene que ver con una relación restaurada. A causa de que Dios ya no nos condena, ni es nuestro enemigo, entonces estamos en paz con él. Ya no estamos bajo condenación, porque hemos sido justificados. Así como el perdón nos lleva a la justificación, del mismo modo la justificación nos conduce a la paz con Dios.
Esta paz se obtuvo por lo que Cristo hizo por nosotros. Dice el apóstol que «él es nuestra paz» (Efe. 2: 14). Esta paz que Dios nos da es imposible que no se convierta también en una paz interna, porque tener paz con Dios nos debe traer también paz interior. Del mismo modo, si estamos en paz con él y en paz con nosotros mismos, es muy difícil que no estemos en paz con lo demás.

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C