lunes, 11 de enero de 2010

¡SUEÑA TRANQUILA!

Temor del Señor conduce a la vida; da un sueño tranquilo y evita los problemas (Proverbios 19:23, NVI).

Posiblemente fue el mejor trabajo que tuve en mi vida...y el de menor paga. Mi uniforme consistía en una versión moderna de un esmoquin formal y un sombrero negro con las palabras "Conductor de limusina" haciendo juego.
Mi trabajo oficial consistía en llevar ancianos a concurrir a citas personales y realizar sus compras. Pero, yo tenía otra razón para estar allí. ¡Necesitaba levantar mi ánimo! Aunque profesionalmente mi esposo estaba en su mejor momento yo me encontraba luchando con pensamientos que parecían alejarme emocionalmente de las personas que amaba. Mis pensamientos eran: ¡Pobre de mí! Este discurso propio llegó libremente... y se volvió altamente adictivo. Por fuera era todo sonrisas, especialmente en el centro de jubilados. Pero, antes de que pasara mucho tiempo, mi sonrisa de plástico se volvió real, cuando encontré a otras personas en las cuales centrar mis pensamientos.
En el centro de jubilados, una persona en especial cautivó mi atención. Incluso su nombre lo hacía especial: King Gentry [Rey de alta burguesía]. Era bastante independiente: conducía su propio auto, acompañaba a las damas a almorzar y disfrutaba de la vida como una fiesta. King Gentry era inteligente. También tenía una computadora que usaba con regularidad para escribir a sus amigos y a su familia, o para editar otro de los muchos poemas para su libro.
Hace poco, encontré uno de los poemas del Sr. Gentry, y finalmente me tomé el tiempo de leerlo con detenimiento. Era justo lo que necesitaba antes de jubilarme:
"Si enfrentas la eternidad con gracia, sueña tranquilo/Envejecer con gracia es difícil de lograr/Es porque piensas principalmente en ti mismo/ Cuando deberías pensar un poco más en los demás/Si amas a tu hermanos, sueña tranquilo/Cree que la vida fue hecha para todos.../Si vives con gracia la vida que te toca, sueña tranquilo/Comparte el don de la vida con otros/ Sólo por la gracia de Dios vives cada día/Si vives por su gracia, ¡sueña tranquilo!" King Gentry, 21 de julio de 1999, Killeen, Texas.
Recordaré las palabras de King. Puedo sobrevivir, incluso prosperar, si Ofrezco a otros mi amistad y mi amor. ¡Tú también sueña tranquila!

Nancy Ann Neuharth Troyer
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer
Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken

PODEROSOS EN CRISTO

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Filipenses 4:13.

Este es uno de los textos más amados entre la comunidad estudiantil de la Universidad de Montemorelos. ¡Trece estudiantes lo anotaron como su texto favorito! Supongo que no solamente entre estos estudiantes, sino que figura entre los textos más queridos entre toda la cristiandad. Consta únicamente de ocho palabras. Es uno de los versículos más breves de la Biblia, pero sin duda uno de los más poderosos.

¿Puedes encontrar las palabras clave de esta promesa? ¡En Cristo! En la carta a los Filipenses el apóstol Pablo escribió desde el recogimiento con su Señor en la cámara íntima. Había llegado a tener una comunión tan sólida con él, que toda la experiencia cristiana la resume en estas dos palabras, «en Cristo». ¿Cómo lo decimos? En la «onda de Cristo», «enfocados Cristo», «en el equipo de Cristo», «fundido en la vida de Cristo». El apóstol Pablo lo expresó así: «Cristo vive en mí» (Calatas 2: 20). Es una experiencia de relación constante, permanente, íntima, en la que dos llegan a ser uno.
Fíjate que el apóstol no dice: «Cada vez que acudo a Cristo, salgo de la entrevista con poder para hacerlo todo». No se trata de esfuerzos personales que se consiguen en entrevistas casuales con Cristo. Tampoco de una entrevista para «recargar baterías». En Cristo: En su círculo, en su casa, en su esfera, en su permanente compañía.
Yadira Gómez Estrada, que precisamente cumple años hoy, dice: «Las cosas que para mí parecían imposibles, Dios las hizo posibles». Reconoce en este día el hecho de que no se trata de una sociedad en la que la parte mayoritaria es Cristo. Él es el dueño de todo.

«Recuerda siempre que Jesús es tu ayudador. Nadie entiende tan bien como él las peculiaridades de tu carácter. Él vela sobre ti y si estás dispuesto a dejarte guiar por él, te rodeará de influencias para el bien que te capacitarán para cumplir la totalidad de su voluntad respecto de ti». MJ 16, 17.

Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

DIOS MISERICORDIOSO

Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad (Juan 1: 14).

Para que la revelación de su carácter fuera completa, Dios hizo una revelación personal. La naturaleza y la comunicación oral y escrita son imperfectas en si mismas, por causa del pecado y el mal que nos rodea. Por eso Dios escogió revelarse personalmente. Lo hizo mediante alguien que era la esencia de lo que él es. Lo hizo a través del Verbo, que no era otra cosa que la encarnación de su Palabra. De este modo podía hablar directamente a la humanidad.
Se nos dice: «Pero la naturaleza no puede enseñar la lección del grande y maravilloso amor de Dios. Por lo tanto, después de la caída, la naturaleza no fue el único maestro del hombre. A fin de que el mundo no permaneciera en tinieblas, en eterna noche espiritual, el Dios de la naturaleza se nos unió en Jesucristo» (Mensajes selectos, t. 1, p. 343). Él venía a revelar al Padre. Por eso era «esa luz verdadera, la que alumbra a todo ser humano» que viene «a este mundo» (Juan 1:9).
Cristo vino para representar en la humanidad el carácter de Dios. Dijo a sus discípulos: «¡Pero, Felipe! ¿Tanto tiempo llevo ya entre ustedes, y todavía no me conoces? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre» (Juan 14: 9). En su oración por sus discípulos, dijo: «Yo les he dado a conocer quién eres, y seguiré haciéndolo, para que el amor con que me has amado esté en ellos, y yo mismo esté en ellos» (Juan 17: 26). Su propia venida era ya una demostración de ese amor. Por eso dijo: «Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna» (Juan 3: 16). El apóstol Pablo escribió: «El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosa¬mente, junto con él, todas las cosas?» (Rom. 8: 32).
Cristo mismo nos habló de ese amor: «Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas?» (Mat. 6: 26). «Al venir a morar con nosotros, Jesús iba a revelar a Dios tanto a los hombres como a los ángeles. Él era la Palabra de Dios: el pensamiento de Dios hecho audible» (El Deseado de todas las gentes, p. 11). Meditemos en ese amor.

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C.