viernes, 4 de diciembre de 2009

UN PACTO CON DIOS

Quien me ofrece su gratitud, me honra; al que enmiende su conducta le mostraré mi salvación (Salmo 50:23).

En el mes de julio del año 2005 se presentó una serie de temas bíblicos sobre mayordomía en la iglesia a la que asistíamos mi esposo y yo. El pastor nos habló de la importancia de la fidelidad no solamente en los diezmos sino en las ofrendas hacia nuestro Dios. Aunque siempre habíamos sido fieles en los diezmos no había en nosotros un compromiso igual con las ofrendas.
En su último sermón el pastor lanzó un reto: devolver al Señor una cantidad igual a la del diezmo como ofrenda. Mi esposo y yo aceptamos. ¿Cómo no confía en Dios después de que habíamos recibido tantas bendiciones? Este pacto con él tenía un solo lado ganador: nosotros. Finalmente Dios no necesita nuestro dinero y nosotros sí necesitamos de él.
Empezamos el mismo mes de julio. Sin embargo, al siguiente mes a mi esposo lo liquidaron después de diez años de trabajar. De un día para otro lo único seguro que teníamos era la liquidación de mi esposo; aunque no teníamos deudas si había muchos gastos.
Yo me preguntaba si debíamos cumplir con el pacto que habíamos hecho. Un día, mientras estudiaba con mi esposo la lección de Escuela Sabática, le pregunté qué decisión tomar. Él también lo había pensado y llegamos al a misma conclusión: habíamos hecho un pacto con Dios y debíamos cumplir.
Terminamos de estudiar y de orar, ya más tranquilos por la decisión que habíamos tomado. Pasaron cinco minutos cuando sonó el teléfono. Era una empleada de la empresa para avisarle que se había tomado la decisión de pagarle a mi esposo los tres meses de renta que le quedaban al contrato. Esta cantidad de dinero equivalía a más de la mitad de la ofrenda que habíamos decidió dar. ¡Dios nos había regresado la ofrenda aun antes de habérsela dado! Pero eso no es todo.
En los once meses que mi esposo no tuvo trabajo recibió dinero de parte de la empresa que lo liquidó. Nunca nos falto nada. Incluso nuestros ahorramos que teníamos para comprar una casa no se vieron afectados. Dios confirmó nuestro pacto y derramó bendiciones. Amiga, te invito a que inviertas y pruebes a nuestro Señor. Ten la seguridad de que en tu casa se abrirán las ventanas de los cielos.

Silvia Castillo de Hinojosa
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.

SIN SALIDA

Nunca te dejaré ni te abandonaré. Hebreos 13:5

Tom y yo habíamos salido de la ciudad durante el día para asistir a unas reuniones. Yo no tenía nada que hacer, así que di un paseo hasta que encontré una tienda K-mart.
Entré y tomé algunos papeles de envolver con motivos navideños y una botella de champú. Después de pagar la compra, salí de la tienda.
Cuando llegué al automóvil, metí la mano en el bolsillo para sacar las llaves del vehículo. No estaban en el monedero. Mire por la ventanilla y vi que estaban colgando de la cerradura del contacto.
«Fantástico, pensé», «He dejado las llaves encerradas dentro del auto y, casi seguro, me costará al menos 75 dólares hacer que un cerrajero venga a abrirme la puerta en domingo». Miré en el monedero. Todo cuanto tenia era un billete de 20 dólares y algunas monedas.
-¿Por qué no oras? –inquirió una vocecita en mi cabeza.
«Orar… Ya me dirás tu que puede sacar en limpio de todo esto». No, yo solita me había metido en ese lío y yo sola iba a resolver la situación.
«Quizá una de las puertas no tenga el seguro puesto», pensé.
Pues no, no fui tan afortunada.
La situación parecía desesperada. No sabía cómo ponerme en contacto con Tom y tampoco tenía el dinero para llamar a un cerrajero. En lo que a mi concernía, no había salida para ese problema.
¿Es posible meterse en un lío tal que ni Dios pueda solucionarlo?
Sigue a la escucha hasta mañana…

Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.

EL PUNTO DE PARTIDA PARA UNA VIDA VICTORIOSA

Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia. Romanos 5: 20.

Hace algunos años tuve el placer de encontrarme con un hermano pertenecíente a una iglesia en la que, tiempo atrás, yo había realizado una campanil de evangelización. Después de saludarlo, le pregunté cómo le iban las cosas y cómo marchaba la iglesia. Con un rostro lleno de satisfacción, me dijo: «Estamos bien. Tenemos un nuevo pastor, y este sí cambiará la iglesia. Denuncia el pecado por su nombre. Claramente nos dice que andamos mal, que de seguir así Dios nos abandonará. Nos ha explicado que si queremos que Dios nos ame, debemos ser perfectos como lo fue Jesús».
¿Qué es realmente lo que puede llevar a una persona a vivir una vida de obediencia? ¿Decirle que Dios es un amo duro y exigente que solo está esperando que fallemos para condenarnos? ¿O decirle que, aunque fallemos, él nos ama de tal modo que su mensaje salvador para el pecador es: «Ni yo te condeno, vete y no peques más»?
El mensaje de la Biblia es meridiano cuando declara que el método de Dios para guiarnos a abandonar el pecado es su misericordia. La suya es una misericordia incansable que da una y otra oportunidad, y después otra y otra más. Su misericordia es tal que si siete veces al día pecase yo contra él, siempre me da su perdón y me llama hijo suyo.
No es fácil aceptar el amor increíblemente expansivo de Dios. Él nos ama de forma "agresiva". El poeta Francis Thompson, ex adicto al opio, escribió acerca de su encuentro salvador con el Señor. Describió a Dios como el «Sabueso del cielo», que lo perseguía por cada vericueto y callejón de su vida y de su mente hasta que se rindió a Cristo y finalmente encontró la paz. Si huyes de Dios, él emprenderá tu persecución. Si procuras evitarlo, él perseverará tras de ti, y aunque te escondas, te encontrará.
Entender cuánto me ama Dios y que no está dispuesto a perderme porque le costé la sangre de su Hijo es el veneno más poderoso contra el deseo de pecar. Ese pensamiento despierta el deseo de obedecer, la sumisión, el amor, la lealtad y la devoción a Dios. Su gracia es lo único que habilita para no rendirse al pecado.
Te invito a reflexionar hoy en la maravillosa gracia divina. La gracia de Jesús te hará vencedor.

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.