domingo, 29 de noviembre de 2009

MI ABUELITA ADOPTADA

Dichoso el que piensa en el débil; el Señor lo librará en el día de la desgracia (Salmo 41: 1).

Era sábado por la tarde y nos dirigíamos a un asilo al que meses antes habíamos ido para cumplir un requisito de servicio a la comunidad de la escuela. Allí había conocido a una ancianita muy bella y de baja estatura. Me había encariñado mucho con ella, pero cuando terminamos con las visitas requeridas para cumplir el requisito dejé de ir, pues las diversas ocupaciones y actividades no me lo permitieron.
Posteriormente regresamos al asilo. Al llegar empezamos a cantar. Mi vista recorrió la sala en busca de mi «abuelita adoptada», pero ya no estaba. Sentí un nudo en la garganta. ¿Me había tardado mucho en regresar? No quería preguntar por ella por miedo a recibir una respuesta que me dolería mucho. En eso mi profesor me dijo: «Ve a ver si no hay más ancianitos en las habitaciones y tráelos para que nos acompañen». En el pasillo me encontré a una de las encargadas y me dijo: «Creo que son todos, ya no hay más ancianitos».
Mi corazón sintió pesar y mis ojos se llenaron de lágrimas cuando, de repente, a paso lento, vi que venía en el pasillo una pequeña silueta. Casi corrí a su encuentro: ¡Era mi abuelita postiza! Creo que hasta la asusté de tan fuerte que la abracé. Platicamos largo rato y me contó que su familia no iba a verla desde hacía varios años; un velo de tristeza se dibujó en su rostro. Además me platicó que se le había perdido de su cajoncito uno de sus dos suéteres que tenía y ahora estaba preocupada pues ya venía el invierno y no sabía cómo lo iba a pasar. Yo la escuchaba mientras ella tomaba mi mano.
En mi mente no cabía cómo después de vivir para los suyos había terminado olvidada, sin que nadie la visitara, preocupada por la falta de un suéter para protegerse del frió invierno. En este mundo hay muchas personas que sufren, otras que se sienten solas, otras más que pasan frío y hambre. ¿Estás dispuesta a dedicar un poco de tu tiempo y a dar de tus recursos para aliviar las cargas de otros? «Dichoso el que piensa en el débil; el Señor lo librará en el día de la desgracia».

Edith Várela Sosa
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.

MALOS DÍAS

Deja tus preocupaciones al Señor, y él te mantendrá firme. Salmo 55:22.

Todos pasamos por épocas en que nos sentimos solos y tristes. No siempre hablamos de ellas, pero sí las sufrimos. La Madre Teresa de Calcuta, una de los cristianos más respetados del siglo XX, no era inmune a la depresión. Quería conocer más a Dios y deseaba que él la usara por completo. Aun así, a veces se sentía lejos de él.
Una vez escribió: «Me han dicho que Dios vive en mí, pero la realidad de la oscuridad, la frialdad y la soledad es tan grande que nada me llega al alma».
La Madre Teresa se pasó la vida cuidando de la gente más pobre de la India. Vivió una vida dedicada por completo a Dios pero no estaba libre de sentirse triste.
La vida tiene momentos altos y bajos. Todos pasamos por ellos. Lo que importa es cómo manejamos nuestros momentos de oscuridad.
Acampar delante de la televisión, escuchar música destructiva o comer comida basura, fumar cigarrillos o beber alcohol son maneras de distraerse momentáneamente de los problemas, pero solo empeoran las cosas. Es mejor recurrir a soluciones positivas.
Debemos orar, aunque nos sintamos lejos de Dios. También es de ayuda escuchar música tranquila, salir a dar un paseo por la naturaleza, escribir nuestros pensamientos, hacer ejercicio o hablar con un amigo.
Si te sientes abatido, eso no se irá después de unos días. Sería buena idea compartir lo que sientes con tu papá, tu mamá o con un maestro. Quizá puedan ayudarte a solucionar el problema o a encontrar a alguien que pueda hacerlo.
Los momentos tristes van y vienen. Lo que determina el resultado es la manera en que los afrontas.

Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.

APRENDER A VIVIR JUNTOS

Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. 1Corintios 12:27.

Quita un eslabón y la cadena se romperá. Saca del juego a un jugador y el partido probablemente se perderá. Elimina el microchip de la computadora de a bordo de tu automóvil, y este dejará de funcionar. ¿Cuál es la lección que se debe aprender de todo esto? Que todos esos componentes son imprescindibles. Trasplantando eso a la esfera humana, la lección es que nos necesitamos unos a otros.
El poeta inglés John Donne de finales del siglo XVI y comienzos del XVII escribió que «nadie es una isla». Como creación única que eres, también tú desempeñas un papel importante en la obra de Dios. Nunca te consideres innecesario en la iglesia. Hay una función exclusiva que te ha sido asignada. No obstante, no olvides que esa función no debe ser realizada de manera separada del resto de los miembros del cuerpo de Cristo. No actúes como si estuvieses solo, de forma estanca con respecto a los demás.
Para que tu vida sea útil, sé tú mismo una aportación, un beneficio y no un desperdicio. Hay mucha sabiduría en que reconozcas la conveniencia de apoyarte en otras personas, y más aún en que tengas la disposición de ser un apoyo para los demás. Sé lo suficientemente generoso para dar. Sé también lo suficientemente humilde para recibir. Sé honesto para confesar tus faltas y estate siempre dispuesto a perdonar los yerros de tus semejantes.
El amor y la aceptación, la tolerancia y la comprensión, el entendimiento y la paciencia no son elementos opcionales en la vida del cristiano. Tú mejor que nadie sabes que necesitas todo eso de los demás cuando las cosas no marchan bien en tu vida. Por eso mismo, es la voluntad de Dios que tú y yo manifestemos esas virtudes en nuestro trato con todos.
Deleítate en servir y ayudar a otros. Mira con admiración las cosas buenas que tiene cada cual y gózate hablando bien de los demás. Sé paciente cuando te encuentres en situaciones difíciles. Ora constantemente. Cuando los hijos de Dios tengan necesidades, sé tú la mano de Dios para fortalecerlos y ayudarlos.
Recuerda hoy que nadie ha sido creado para vivir de manera independiente. Nos necesitamos unos a otros. Deja de vivir separado de los demás. Aprende a vivir junto a tus hermanos.

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.