miércoles, 4 de noviembre de 2009

PARA DIOS NO HAY PETICIONES PEQUEÑAS

Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes (1 Pedro 5:7).
odas hemos pasado alguna vez por situaciones de incertidumbre, donde las fuerzas se acaban, donde desearíamos abandonar la lucha y darnos por vencidas. Sin embargo, no debemos claudicar. Todo sucede por una razón, tal vez incomprensible en el momento, pero evidente pasado el tiempo. Cuando la carga desaparece o se aligera, entendemos cuánto crecimos por la experiencia y admitimos la enseñanza implícita en ese pedazo de nuestra historia.
Brenda fue invitada a escalar rocas. Pronto llegó a un borde, donde pudo tomar un respiro. Mientras estaba ahí, la cuerda de seguridad golpeo contra su ojo y le saco su lente de contacto. Buscó y buscó, esperaba que hubiera caído en el borde, pero simplemente no la encontró. Ahí estaba ella, lejos de casa, con su vista borrosa. Desesperada, oró por ayuda al Señor. Miro las montañas, pensó en el verso de la Biblia acerca de que los ojos del Señor observan alrededor de toda la tierra y pensó: «Señor tu, puedes ver estas montañas. Tú conoces cada piedra y cada hoja, y tu sabes exactamente donde esta mi lente de contacto. Por favor, ayúdame». Finalmente, bajaron. Al pie de la montaña había un nuevo grupo de alpinistas que comenzaba a enfrentar el risco. Uno de ellos gritó: « ¡Oigan, jóvenes! ¿Alguien perdió un lente de contacto?»
¿Sabes cómo el alpinista vio el lente de contacto? Resulta que una hormiga se movía lentamente sobre una roca, ¡cargando el lente! El padre de Brenda es caricaturista. Cuando ella le platicó esta increíble historia, el dibujó una caricatura de una hormiga cargando una lente de contacto, diciendo: «Señor, no sé por qué quieres que yo cargue esta cosa. No puedo comérmela, y está extremadamente pesada. Pero si eso es lo que quieres que yo haga, la cargaré para ti». Nuestro Dios es bondadoso. No importa lo pequeña o insignificante que sea nuestra necesidad. Él está dispuesto a escucharnos y a mostrar su bondad de la manera más inesperada. Este día te invito a recibir la bondad divina y transmitirla a tus semejantes.

Elizabeth Domínguez Hernández
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.

LA SEÑAL SECRETA

No tengas miedo de lo que vas a sufrir […]. Mantente fiel hasta la muerte, y yo te daré la vida como premio. Apocalipsis 2:10.

adie busca ser perseguido. Thomas Hauker no era una excepción.
Cuando el joven ingles fue sentenciado a morir en la hoguera, sus amigos fueron a hacerle compañía durante sus últimas horas. Mientras oraban y hacían todo cuanto podían por animar a Thomas par que resistiese, uno de sus amigos hizo una petición.
-He escuchado que cuando una persona tiene que morir entre las llamas, Dios la ayuda a resistir el dolor. ¿Podrías darnos una señal de que sucede así?
Thomas asintió.
-Si el dolor que siento se puede soportar, antes de morir levantaré las manos para hacerles saber que los que escucharon es cierto.
El día de la ejecución, los amigos de Thomas lo vieron andar con paso firme hacia la hoguera. Después de que los verdugos lo encadenaran a la estaca, pusieron la leña en su sitio. Thomas no dijo nada. Permanecía de pie y con los ojos cerrados.
Cuando el fuego prendió, empezó a hablar. Dirigió sus palabras a los que lo rodeaban y hablo de Jesús. Continuo hablando hasta que las llamas lo rodearon. Entonces callo.
Seguros de que al fin había muerto, sus amigos se sorprendieron al ver que, de repente, levantaba los brazos por encima de la cabeza. ¿Sería la señal que habían acordado? Pero hubo más. Thomas, no solo levantó los brazos, sino que dio tres palmadas. Sus amigos dieron un poderoso grito de victoria.
A veces, Dios libra a sus santos, como hizo cuando Daniel fue arrojado al foso de los leones. Pero otras permite que mueran como mártires.

Tomado de la Matutina el Viaje Increíble.

DIOS ES EL ARTÍFICE DE TU ÉXITO

Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día. Deuteronomio 8:18.

Muhammad Ali (Cassius Marcelus Clay) es considerado por muchos entendidos el mejor boxeador de todos los tiempos. Ganó 56 de sus 61 pelean profesionales y dejó fuera de combate a 37 de sus oponentes. Su frase unís famosa fue «Yo soy el más grande».
Un día, Ali estaba sentado en un avión. Cuando uno de los asistentes de vuelo vino por el pasillo comprobando que todos los pasajeros tuviesen puesto el cinturón de seguridad, al llegar al asiento de Ali le pidió abrocharse. «Supermán no necesita cinturón», sonrió con desprecio el púgil. El asistente de vuelo sonrió dulcemente y replicó, «Supermán tampoco necesita un avión». Ali se colocó su cinturón.
Cuanto mayor sea nuestro éxito, mayor será el riesgo de que nos vanagloriemos y de que consideremos que nuestra inteligencia y nuestra capacidad como son los únicos factores de nuestra prosperidad. Dios queda relegado de nuestras vidas y el yo recibe toda la alabanza.
El historiador escocés Thomas Carlyle observó: «Parecería que la adversidad es muy difícil para los hombres. Sin embargo, por cada cien personas que se mantienen en pie frente a la adversidad, solo hay una que se mantiene en pie frente a la prosperidad. El éxito repentino frecuentemente lleva al orgullo y a la caída. Para sobrevivir, la prueba más exigente de todas es la prosperidad».
¿Cómo ves lo que has llegado a poseer? Quizá después de ser pobre o de ocupar posiciones sin importancia, ahora goces de muchas comodidades. Quizá seas dueño de varias casas, o el pequeño negocio se ha convertido en una gran empresa. Puede que hayas alcanzado una posición de prestigio y fama. ¿Qué piensas al considerar el éxito alcanzado?
Debes considerar tus logros no como resultado de tu fuerza, sino como una bendición de Dios. Él es quien da la fuerza y los talentos para triunfar. Todo lo que tienes, lo has recibido de la mano de Dios.
Si eres inteligente, si tienes buena salud o buena formación académica, debes darle las gracias al Señor y dejar a un lado toda arrogancia. Tú no lograste el éxito; lo recibiste como un regalo de Dios.
Camina en humildad delante de Dios. Para no ser humillado bajo su mano poderosa, dile hoy al Señor: «Todo te pertenece a ti; yo soy solamente tu mayordomo».

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.