lunes, 2 de noviembre de 2009

TAL EL PADRE, TAL LA HIJA - 1

Que el favor del Señor nuestro Dios esté sobre nosotros. Confirma en nosotros la obra de nuestras manos; sí, confirma la obra de nuestras manos (Salmos 90:17).

Cuando contemplamos la hermosura del carácter bondadoso de Dios somos «transformados por su gracia». Asimismo, la bondad del Señor desciende sobre nosotras. La repetición de esta plegaria destaca el deseo del salmista de que Dos lo ayude a realizar su obra de tal modo que pueda recibir la bendición divina. Esto me recuerda a mi madre compartiendo con sus vecinas un plato de comida caliente, lavando los platos de una amiga enferma o trayendo mercancía de la tiendita a alguna anciana. El padre de mi esposo también era bondadoso: compartía su mesa y un lugar en su casa para el necesitado que llegaba de su natal Oaxaca, México. Aunque en la mayoría de los casos recibió ingratitud, nunca escuche palabras de desaliento, sino todo lo contrario: continuó hasta su muerte.
Al formar nuestro hogar, mi esposo y yo nos propusimos enseñar a nuestros hijos el ejemplo de sus abuelos. Un día llego de visita una tía de mi esposo. Mientras platicábamos, mi hijo mayor, entonces de tres años de edad, fue al refrigerador y tomó lo que había: tomates, chiles y cebollas, los puso en un plato, los llevó a su tita y le dijo: «Toma tía». Agradecí a Dios por la actitud de mi pequeño y pensé para mis adentros: «Estoy trasmitiendo lo que vi en mi madre».
El año pasado conocí a una bondadosa mujer en Durango, México. Estaba a cargo de la alimentación de su club de Guías Mayores. Llevaba puesto un delantal confeccionado por sus manos; tenia varia bolsas donde guardaba enseres listos para ser usados en el momento que fueran necesarios para sus hijos, como ella los lama. El tiempo que pasé con ella fui objeto de su bondad expresada con palabras y confirmada con sus acciones; dos hijas iban con ella como dirigentes del club y, por lo que pude ver, son mujeres muy parecidas a su madre, bondadosas. La bondad es un rasgo de nuestro Padre celestial. Por eso, como sus hijas, nosotras también debemos mostrar esa virtud hacia nuestros semejantes.

Elizabeth Aguirre de Ramírez
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.

UNA RESPUESTA RÁPIDA

Pero cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes, recibirán poder y saldrán a dar testimonio de mi, en Jerusalén, en toda la región de Judea y de Samaria, y hasta en las partes más lejanas de la tierra. Hechos 1:8.

El libro Extreme Devotion (Devoción Extrema) relata historias reales de cristianos de la antigüedad y de la actualidad que estuvieron dispuestas a abandonarlo todo para seguir a Jesús. La historia de hoy y las de los dos próximos días proceden de ese libro.
En el año 800, los musulmanes radicales de cierto país islámico habían encarcelado a siete cristianos. Querían que se convirtiesen al islam. Pero los cristianos no abandonaron su fe en Jesús.
-Mahoma es el mayor profeta –declararon los musulmanes-. Profetizó hace menos tiempo que Jesús y fue el ultimo profeta de Alá.
Los cristianos respondieron:
-En vuestro sistema legal, la legitimidad de un asunto se determina por el número de testigos. Jesús tuvo muchos testigos, desde Moisés hasta Juan el Bautista. Mahoma solo dio testimonio de sí mismo.
Sus carceleros se dieron cuenta de que el razonamiento de los cristianos tenía sentido. Así que intentaron con otro argumento.
-El islam tiene que ser la religión verdadera. Nuestro imperio es mayor que el de los cristianos.
-Si la medida del imperio fuese el factor determinante –dijeron los cristianos-, entonces, los cultos paganos de Egipto, Grecia y Roma tendrían que haber sido la fe verdadera en un momento determinado sus gobiernos tenían los mayores imperios. La medida y el poder no indican la aprobación de Dios.
Mientras sigas tu viaje increíble, tú también tendrás oportunidad de explicar por qué eres seguidor de Jesús. Cuando ese momento llegue, el Espíritu Santo estará contigo para darte, además de las palabras adecuadas, el valor para decirlas.

Tomado de la Matutina el Viaje Increible.

COMPARTIR NUESTRA FE

Trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también. 2 Timoteo 1: 5.

El mundo que nos rodea observa meticulosamente, "con lupa" y hasta con un microscopio diría yo, a los que llevamos el nombre de cristianos. Legítimamente buscan encontrar en nosotros alguna cosa genuina y verdadera. Se fijan en nosotros para comprobar que nuestras palabras están en consonancia con nuestro estilo de vida, es decir, para verificar si nuestro estilo de vida está de verdad a la altura de aquello en lo que decimos creer. Desgraciadamente, demasiadas veces descubren que en nuestros motivos y acciones existen demasiadas incongruencias, o, peor aún, que no existe nada genuino y verdadero.
La calidad de la conducta cristiana da poder al testimonio del creyente. El éxito al compartir la fe descansa en una vida en la que Jesús se refleja libre de toda sombra. Podemos conocer las veintiocho creencias fundamentales de la doctrina adventista y exponerlas con toda claridad, pero si la teoría que decimos respetar no es congruente con la práctica, nuestra fe no supondrá ningún impacto para las personas que se relacionen con nosotros.
Jesús procuró que cada una de sus enseñanzas fuera entendida a la luz de sus .acciones, y eso lo apreciaban hasta aquellos que no querían aceptarlas. Nuestro Señor enseñó que era menester orar y no desmayar, y frecuentemente se le encontraba de rodillas en oración en lugares apartados. Enseñó a sus discípulos a amar a los enemigos. Incluso mientras lo crucificaban pidió perdón a Dios por los soldados que traspasaban sus pies y sus manos. El Rey del universo habló de dar al César lo que es del César y pagó los impuestos cuando le fueron requeridos; enseñó que había que predicar el evangelio del reino y se le vio caminando por todas las aldeas y ciudades de la tierra de Israel alcanzando a los perdidos.
Compartir nuestra fe consiste en encuentros privados con un solo individuo o en reuniones públicas, más o menos concurridas, en las que expresamos verbalmente lo que significa Dios para nuestra vida. No obstante, las personas "escuchan" más lo que hacemos que lo que decimos. Mil palabras nunca tendrán más impacto que el ejemplo. Con razón se ha dicho «Lo que haces habla tan fuerte que no me deja escuchar lo que dices».
Vive hoy una vida que refleje la verdadera naturaleza de tu amor por Jesucristo, lis la única manera en que podrás traspasar tu fe a tus hijos, tus vecinos y tus amigos.

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.