viernes, 23 de octubre de 2009

¿DÓNDE ENCONTRAR PAZ?

La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden (S. Juan 14:27).

Vivimos en una época donde la ciencia juega un papel importante y aparentemente se vislumbra un gran futuro. Es una época de urgente búsqueda del sentido y significado de la existencia. Sin embargo, el temor, el miedo y hasta el pánico se han convertido en algo muy propio de nuestro tiempo. Millones de personas se sienten invadidas por la ansiedad, la curiosidad y el miedo. Solo en Estados Unidos existen más de quince mil adivinos y gente dedicada a la cartomancia. Lo que es una realidad es que el hombre no puede fabricar la paz. Detrás de estas conductas se oculta un profundo anhelo de paz y seguridad. Thomas Kempis (1379-1471), monje alemán, dijo que «la serenidad no es estar a salvo de la tormenta, sino encontrar la paz en medio de ella». Por su parte, Amado Nervo (1870-1919) consideró que «el signo más evidente de que se ha encontrado la verdad es la paz interior». Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944) dijo que «si queremos un mundo de paz y de justicia hay que poner decididamente la inteligencia al servicio del amor». Me parece que estos personajes no están tan fuera del contexto de lo que es la verdadera paz, sin embargo, tenemos el gran ejemplo de la paz verdadera en nuestro Señor Jesucristo. «El único poder que puede crear o perpetuar la paz verdadera es la gracia de Cristo. Cuando está implantada en el corazón, desalojará las malas pasiones que causan luchas y disensiones» (El Deseado de todas las gentes, p. 270). Cuando Jesús fue despertado para detener una tempestad, se hallaba en perfecta paz. No había en sus palabras ni en su mirada el menor vestigio de temor. ¿Por qué tanta paz en Jesús? Simplemente porque confiaba en el poder de Dios. El poder de aquellas palabras que calmó la tempestad era el poder de Dios. Queridas amigas, así como Jesús confiaba en su Padre, así también debemos de confiar nosotras en el cuidado de nuestro Salvador. La paz es uno de los grandes legados que Jesucristo nos ha dejado: «La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden» (Juan 14: 27). ¡Recibámosla!

Martha de Alpírez
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor.

INVERSIONES INTELIGENTES

Mándales que hagan el bien [...]. Así tendrán riquezas que les proporcionarán una base firme para el futuro, y alcanzarán la vida verdadera. 1 Timoteo 6: 18, 19.

Corría el año 1903. Los automóviles empezaban a sustituir a los coches de caballos. Nelson Jackson, un médico de Nueva Inglaterra, estaba de vacaciones en California cuando apostó que podía cruzar toda Norteamérica al volante de uno de esos nuevos inventos. Algunos le tomaron la palabra. Así que compró un automóvil de dos cilindros, de veinte caballos de potencia y con transmisión por cadena y emprendió viaje hacia la costa este. Las malas carreteras, las numerosas averías y una velocidad límite de solo treinta kilómetros por hora hacían que el viaje fuese un verdadero desafío. A pesar de todos los inconvenientes, el doctor acabó el viaje de casi diez mil kilómetros y ganó la apuesta de cincuenta dólares. Pero le costó dos meses de su vida y ocho mil dólares. Cuando inviertas tu tiempo y tu dinero, asegúrate de que la contrapartida sea buena, Jugar con videojuegos, ver la televisión, leer mucha ficción y hablar horas y horas por teléfono puede ser divertido, ¿pero qué te queda cuando has acabado? Por otra parte, el tiempo que inviertes en los estudios es un tiempo bien gastado. El conocimiento que obtienes será tuyo para el resto de tu vida. Aprender a tocar un instrumento musical, en especial el piano, también es una buena inversión. Potencia la mente y da la oportunidad de contribuir a la Escuela Sabática y los programas de la iglesia. Pero lo más importante de todo es la inversión que hagas en tu relación con Dios. Dedica un tiempo cada día para aprender más de Él, para orar y para compartir con los demás lo que hayas aprendido. Nada es más importante para esta vida y la que ha de venir que conocerlo mejor. La vida es corta. Invierte con inteligencia.

Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.

CUÍDATE DE TENER UN CORAZÓN LIMPIO Y VACÍO

Entonces dice: «Volveré a mi casa de donde salí», y cuando llega, la halla desocupada, barrida y adornada. Mateo 12:44.

Es algo muy peligroso tener un corazón completamente limpio y vacío. Probablemente en más de una ocasión le habrás dicho en oración al Señor algo como lo siguiente: «Señor, limpia mi corazón de todo pecado. Vacíalo de todo deseo pecaminoso y de cualquier rebelión en contra de tu voluntad». Es una petición excelente; sin embargo ten mucho cuidado con esa clase de expresiones, porque un corazón limpio y vacío es el mejor sitio para que en él habiten espíritus inmundos. Según el versículo de esta mañana, tales espíritus están sumamente deseosos de morar en un sitio así.
La expulsión de las legiones demoniacas de cualquier corazón trae bonanza, naturalmente. Antes, el corazón estaba lleno de angustia, confusión y desesperación, pero cuando los demonios son echados fuera, el corazón queda limpio y vacío. No obstante, sería un serio error quedarse satisfechos solo con eso, congratulándonos emocionados por estar limpios y vacíos. El objetivo de Dios no se contenta con llegar solo hasta la limpieza. El Señor nos vacía del mal con el único propósito de llenarnos de él misino. Es muy frecuente que nos encontremos en la Biblia la orden de ser llenos de algo: «Sed llenos del Espíritu»; «Sed llenos de la palabra»; «Sed llenos de su amor». Por lo tamo, es un error estar satisfechos por haber sido vaciados en el momento en que el corazón se entregó al Señor Jesús.
Dios nos limpia y nos vacía para que lleguemos a ser su propiedad exclusiva, para que solamente él pueda usarnos. Él desea llenarnos del agua de vida, para refrescar el mundo por medio de nosotros. Está bien el celebrar la limpieza del corazón y estar libres de pecado, pero, más que eso, se debe celebrar la presencia de Jesús en el corazón, Si la limpieza no viene con el anhelo de ser llenos, jamás estarás disponible para servir al Señor.
La Biblia hace mucho hincapié cuando advierte que si el vacío dejado por el demonio no se llena, el diablo regresará con siete demonios más. Si visitantes tan indeseables encuentran la casa vacía y limpia y entrar a morar en su interior, el resultado no solo es perder la fe, sino excluirse de la gloria del testimonio. En Apocalipsis 3: 20 Jesús dice: «He aquí yo estoy a la puerta». Está llamando porque quiere entrar. Él sabe que tu corazón está limpio y vacío, y anhela entrar para bendecirte con su presencia. La decisión es tuya este día: los demonios o Jesús.

Tomando de la Matutina Siempre Gozosos.