jueves, 1 de octubre de 2009

PAZ EN LA TORMENTA

Luego subió a la barca y sus discípulos lo siguieron. De repente, se levantó en el lago una tormenta tan fuerte que las olas inundaban la barca. Pero Jesús estaba dormido (S. Mateo 8:23, 24).

Cuentan de una mujer que abordó un avión para viajar a Nueva York. Un niño entró y se sentó justo al lado de ella. El pequeño era muy educado: coloreaba su libro de pintar, así pasó todo el tiempo, mientras duraba el vuelo. Durante el vuelo el niño no representaba rasgos de ansiedad ni nerviosismo. El vuelo no fue muy bueno, hubo tormenta y mucha turbulencia. De momento hubo una sacudida fuerte y todos estaban nerviosos, pero el niño mantuvo la calma y serenidad en todo momento. ¿Por qué su calma? ¿Cómo hacía para estar tranquilo? Hasta que la mujer frenética le preguntó: «Niño, ¿no tienes miedo?» «No señor— contestó el niño mirando su libro—. Mi padre es el piloto». ¿Sorprendida? Hay tiempos en nuestras vidas que los sucesos y problemas nos sacuden un poco y nos encontramos turbadas. No vemos terreno sólido y sentimos que nuestros pies no pisan lugar seguro. No tenemos dónde sujetarnos y no nos sentimos seguras. Pero recordemos que nuestro amado Padre celestial es nuestro Piloto. A pesar de las circunstancias, nuestras vidas están puestas en el Creador del cielo y la tierra. La próxima vez que una tormenta llegue a tu vida, o si en este momento estás pasando por una, alza tu mirada al cielo, siéntete confiada y di para ti misma: «Mi Padre es el Piloto».

Evelyn Omaña
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor.

DE TRES EN TRES



Tres cosas se deben cultivar: la sabiduría, la bondad y la virtud.
Tres cosas se deben enseñar: la verdad, la industria y la confianza.
Tres se deben amar: el valor, la cortesía y el desinterés.
Tres se deben gobernar: el carácter, la lengua y la conducta.
Tres se deben defender: la cordialidad, la bondad y el buen humor.
Tres se deben admirar: el talento, la dignidad y la gracia.
Tres se deben aborrecer: la crueldad, la insolencia y la ingratitud.
Tres se deben imitar: el trabajo, la constancia y la lealtad.
Tres se deben combatir: la mentira, la ofensa y la calumnia.
Tres cruces se deben escoger: belleza, amor y verdad.
Anónimo

PEQUEÑO, PERO NO POR MUCHO TIEMPO

El que anda tras el bien, busca ser aprobado; al que anda tras el mal, mal le irá. proverbios 11: 27

Cuando el pastor Alvaro Sauza era joven, él y su familia vivían Florida. Una mañana, mientras tomaban el desayuno, por un agujero del suelo salió una criatura pequeña y curiosa. Los niños se arremolinaron alrededor e intentaron descubrir qué era. —Es un bebé cangrejo —explicó la mamá—. ¿Por qué no probáis a darle un pedazo de pan? A lo mejor le gusta. Por eso, Alvaro, que era el mayor y más valiente, tomó un pedazo de su tostada y se lo acercó al cangrejo. El cangrejo alargó una de sus pequeñas pinzas y tomó el pedazo de pan. Después desapareció por un agujero de la pared. Al cangrejo debió gustarle el pan, porque al día siguiente volvió a aparecer. Esta vez, Martha, la hermana de Alvaro, dio de comer al animalito antes de que desapareciera de nuevo en la oscuridad. Los niños esperaban ansiosos la visita de su amigo. Pero al cabo de poco tiempo, el cangrejo creció y ya no pudo pasar por el agujero. Tan solo metía la pinza por la abertura. Los niños, al verla agitándose, le daban más pan. Pero el tiempo pasó y la pinza ya no pudo atravesar el agujero. El cangrejo lo resolvió dando unos golpecitos en la pared hasta que los niños lo escuchaban y dejaban caer el pan por el agujero. Unas semanas después, el propietario de la casa se detuvo para cobrar el alquiler —Por cierto, Sra. Sauza —dijo—, sería conveniente que vigilara a los niños cuando salgan. Ayer vi un cangrejo gigantesco que se arrastraba debajo de la casa. Aunque cuando era pequeño el cangrejo no representaba peligro alguno, con paso del tiempo se convirtió en un peligro. Lo mismo sucede con los astutos engaños de Satanás. Parece que al principio no son nada peligrosos, pero si se les da tiempo, acaban escapando a nuestro control. Vigila las pequeñas tentaciones. No les permitas crecer.

Tomado El Viaje Increíble.

VIVE A LA EXPECTATIVA

Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará. Salmo 37: 5

La vida muchas veces no es justa. Esta lección la hemos aprendido todos en algún momento de nuestra vida. ¿Qué justicia puede haber cuando un bebé sufre una enfermedad dolorosa y luego muere por causa de una dolencia contagiosa y generativa que su padre le transmitió? Por supuesto, hay injusticias menos dramáticas. Recibimos lo que no debemos recibir: mal por bien. Los amigos nos fallan. Aquellos en quienes confiábamos nos traicionan. Somos juzgados equivocadamente, o se nos critica con el deseo de destruirnos, usando la mentira como único argumento. Dios nos dice: «No te impacientes a causa de los malignos» (Sal. 37:1). Él pagará, a su tiempo, conforme a derecho, a los que te hicieron daño, y reparará el daño que recibiste. El Señor equilibrará las finanzas destrozadas. Mejorará la salud afectada por la enfermedad. Reparará la reputación que ha quedado en entredicho y la imagen que se ha visto deformada. Recuerda que los hijos de Dios se ejercitan en la paciencia. Dios no actúa como nosotros quisiéramos, ni en el momento ni en la forma que quisiéramos. Dios actúa de manera redentora. No quiere tanto curar enfermedades, vengar agravios o resolver problemas de sus hijos como educar, edificar, purificar y santificar. Por eso, no siempre tenemos lo capacidad de comprender la forma en que actúa y cómo contesta nuestras peticiones. Por ello, en lugar de sentirte desengañado, debes decir: «Soy un hijo de Dios. El me ama, es mi Padre. Él desea cambiar las cosas a mi favor». Por eso, es muy apropiado el consejo de hoy: «Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará» (Sal. 37: 5), Confía y espera en Jehová. No te apresures. Si parece que se demora, espéralo. Los cristianos dan testimonio de la dirección de Dios en su vida por la perspectiva de los años, no por el número y la claridad de las respuestas que reciben. Dios promete restaurarlo todo: la paz que se ha perdido, el hogar a punto de desintegrarse, el buen nombre que ha sido manchado, el empleo que se perdió, el dinero que se entregó confiadamente y que nunca le devolvieron, lo que se perdió por el engaño de los que hicieron promesas y nunca las cumplieron. No todos reciben la misma respuesta porque no todos están bajo el mismo proceso educativo divino. La clave de la seguridad en Dios está en la confianza en su amor y su justicia. Dios quiere venir a cambiar las cosas en tu favor. Cambia tu manera de pensar y espera en el Señor. ¡Vive a la expectativa!

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.