lunes, 20 de julio de 2009

¿ÁNGELES BUENOS, ÁNGELES MALOS?

Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, con todos sus ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones se reunirán delante de él, y él separará a unos de otros, como separa el pastor las ovejas de las cabras (S. Mateo 25: 31, 32).

En la actualidad se ha vuelto muy común hablar de los ángeles. En diversos comercios se ve cada vez más la figura de los ángeles; por ejemplo, hoy se exhiben muchos libros que versan sobre los ángeles y su influencia en nuestras vidas, por supuesto, desde una perspectiva espiritista. Los que han crecido en el ambiente cristiano seguramente han oído en la voz de su abuela, madre o tías expresiones como: «No tengas miedo, tu ángel te cuida»; «los ángeles están contigo»; «que los ángeles te acompañen»; «duerme tranquilo, tu angelito está a tu lado». Tenemos que tener muy claro que existen dos tipos de ángeles: los ángeles del bien y los ángeles del mal. Esto es real. La protección de los ángeles de Dios ha sido prometida para sus hijos que le aman y siguen sus caminos. Pero también Satanás tiene sus ángeles que rodean al ser humano que se revela contra Dios: «El mundo visible y el invisible están en estrecho contacto. Si pudiese alzarse el velo, veríamos a los malos ángeles ciñendo sus tinieblas en derredor nuestro, y trabajando con todas sus fuerzas para engañar y destruir. Los hombres perversos están rodeados, incitados y ayudados por los malos espíritus. El hombre de fe y oración confió su alma a la dirección divina, y los ángeles de Dios le traen luz y fuerza del cielo» (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 185). Existe un peligro real de apartarnos de Dios. Los ángeles malos están al acecho. Nuestra única seguridad depende en todo momento de Dios. Permite que tu fe se fortalezca. Ora y pídele a Dios que sean sus santos ángeles quienes guarden y vigilen hoy tu vida y la de los tuyos. De lo contrario, abrirás la puerta a extrañas influencias que destruirán tu vida.

Leticia Aguirre de De los Santos
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor.

COSAS DEL SUEÑO

Cuando descanses, no tendrás que temer; cuando te acuestes, dormirás tranquilo.proverbios 3:24

Oigan, mañana no hay escuela. Esta noche nos quedaremos levantados hasta tarde. Quedarse levantado después de la hora de ir a la cama es excitante. Hace que te sientas mayor. Pero perder horas de sueño es un mal hábito. Según la Fundación Nacional del Sueño, «el sueño es el alimento del cerebro». Si no duermes lo suficiente, puedes tener graves problemas. Cuando eras pequeño, quizá tus papas se aseguraban de que fueras a dormir a la hora. Pero a medida que crezcas tomarás más decisiones por ti mismo. Aunque cada noche necesitas unas nueve horas de descanso, es fácil acostumbrarse a dormir menos. Dormir demasiado poco hace que estemos de mal humor y perdamos la concentración. Pasar una noche en blanco puede causar una confusión mental parecida a la de mu persona borracha. Quienes quieran estar alerta a las tentaciones de Satanás deben asegurarse de que su cerebro funciona a la perfección durmiendo lo suficiente. Podrás decir si has dormido bastante por la manera como te despiertes por la mañana. Si para levantarte necesitas un despertador, no duermes lo suficiente. Prueba yendo a la cama más temprano. Aquí tienes algunos trucos para dormir mejor:
  • No cenes demasiado tarde. Mientras el estómago digiere los alimentos indica una acción refleja que hace que te remuevas y des vueltas en la cama mientras duermes. Si comes demasiado, a la mañana siguiente seguirás cansado.
  • Baja el ritmo antes de la hora de ir a dormir. Escucha una música tranquila o lee un libro que no te excite.
  • Intenta acostarte cada día a la misma hora, incluso los fines de semana. Cuando sigas un horario regular te resultará más fácil dormirte.
Dormir lo suficiente es una más de las cosas que puedes hacer para obtener una ventaja extra.

Tomado de la Matutina El viaje increíble.

SÍ ERES HIJO DE DIOS

Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan». Mateo 4:3

Miriam, una jovencita de dieciocho años, muy comprometida en su servicio al Señor, fue atropellada por un autobús mientras caminaba hacia la iglesia, con la Biblia y el himnario bajo el brazo. Su cuerpo sin vida quedó tendido en la carretera, junto al libro sagrado.
Rosita, una niña de siete años, comunicó a su madre que, mientras caminaba de la escuela a la casa con otras compañeritas, un enorme perro detrás de una cerca hacía esfuerzos por salir para atacarlas. Su madre le aconsejó: «Si un día el perro sale, no corras; quédate quietecita orando y Jesús te cuidará». Un día el perro saltó la cerca. Todas corrieron, menos Rosita. Se quedó quietecita orando. Sin embargo, el perro la mordió.
¿Puede el cristiano seguir confiando en Dios cuando suceden estas cosas, cuando el dolor y la pena embargan su corazón, cuando suceden cosas que no tienen explicación? El diablo lucha con todas sus fuerzas para que no confiemos en Dios. El diablo sabe muy bien que la confianza en Dios es una de las características de la verdadera adoración. Adoramos a Dios cuando confiamos en él, sin importar las circunstancias. Podríamos decir que, en cierto sentido, adoramos al diablo cuando desconfiamos de nuestro Señor.
Constantemente el diablo susurra al oído del creyente: «Si eres hijo de Dios, ¿por qué se rompió tu matrimonio?» «Si eres hija de Dios, ¿por qué perdiste a tu esposo en ese accidente?» «Si eres hijo de Dios, ¿por qué estás sin trabajo?» «Si eres hijo de Dios, ¿por qué te suceden todas esas cosas?» Los cristianos han atravesado en todos los tiempos momentos muy difíciles. Muchos de los problemas que los afligen no tienen explicación. Job es el ejemplo típico. La Biblia dice que era perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal. Sin embargo, sabemos de todas las calamidades que le vinieron. Jesús dijo en cierta ocasión: «Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora, mas lo entenderás después» (Juan 13: 7).
A pesar de las dificultades y de tantas cosas que nos suceden y que no se pueden explicar, tomemos la determinación de Habacuc, y digamos con él: «Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación» (Hab. 3:17,18).

Tomada de la Matutina Siempre Gozosos