domingo, 12 de julio de 2009

LOS ÁNGELES AYUDAN A LOS HIJOS DE DIOS

Haces de los vientos tus mensajeros, y de las llamas de fuego tus servidores (Salmo 104: 4).

Recuerdo una experiencia en Guasave, Sinaloa, en la Iglesia Internacional, donde salíamos los sábados por la tarde a realizar obra misionera. Llegué a una casa de una mujer muy sonriente de unos cuarenta años, apenas le di el saludo me invitó a pasar y me dijo que estaba esperándonos. Nos pasó al patio trasero de su casa donde se encontraban cinco sillas, la cantidad exacta para los que ahí estábamos: mis tres hijos, la señora y yo. Nos sentamos y empecé a dar el mensaje de amor, ella movía la cabeza afirmativa y sonrientemente. Al terminar me dijo: «Ya sabía que me traían un mensaje de amor y los estaba esperando; tuve un sueño donde un ángel me dijo que vendrían y que los recibiera, que aceptara su mensaje y que iban a ser cuatro». Ella aceptó los estudios bíblicos, y la empezamos a visitar cada sábado. ¡Qué privilegio trabajar en compañía de los ángeles! Elena G. de White escribe: «Aquellos que trabajan por el bien de otros, están trabajando en unión con los ángeles del cielo. Gozan de su constante compañía y ministerio. Ángeles de luz y poder están siempre cerca para proteger, confortar, sa­nar, instruir e inspirar» (La verdad acerca de los ángeles, p. 22). Esta experiencia sucedió hace catorce años. Recientemente he impartido estudios bíblicos al hermano Óscar, a su esposa y a su hija. Las damas aceptaron al Señor y fueron bautizadas. El hermano sufre de una grave enfermedad, le practicaron una operación muy delicada donde le pusieron células madre en el cerebro. Unas horas antes de la operación empezó a sentir mucho temor, se acordó del versículo: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece». Empezó a repetirlo sintiéndose mucho mejor, con paz en su corazón. Cuando abrió sus ojos, vio algo maravilloso: dos ángeles, uno a cada lado mirándolo. Cuando el caballero me contaba rodaron lágrimas de gratitud. Don Óscar ya entregó su corazón a Jesús, pronto lo hará públicamente.

Martha de Alpírez
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor

UN ELIAS DE NUESTRO TIEMPO

Él envía la lluvia a la tierra, y con ella riega los campos. Job 5: 10

El viernes por la noche, antes de la ceremonia bautismal, en la aldea de Jai Ram se celebraron unas vísperas especiales. Todos los candidatos al bautismo se reunieron con el pastor Simpson. Repasó los votos que iban a pronunciar y se aseguró de que todos comprendían qué significaba dar sus corazones a Jesús. Al final de la reunión, Jai Ram habló a los demás del deseo del joven por ser bautizado. —Pero el terrateniente no quiere excusarlo del trabajo en sábado. Dice que necesita que lleve el agua a los campos. Le pregunté: «¿Qué pasaría si Dios trajese mucha lluvia? ¿Estaría de acuerdo en permitir que el chico guarde el sábado?» Dijo que sí. Así que tenemos que orar. Y eso hicieron. Cuando era la hora de irse, Jai Ram, el maestro Singh y el pastor Simpson acompañaron al joven a su casa. Al llegar a su destino, los cuatro se volvieron a arrodillar y Jai Ram pidió a Dios que enviara un gran chaparrón para que el terrateniente supiera que el Dios del Cielo es el verdadero Dios. Terminó su oración diciendo: «Gracias, Jesús, Gracias, Jesús. Gracias, Jesús. Amén». Los hombres regresaron a su aldea y se retiraron para descansar. A las cinco de la madrugada siguiente el cielo se volvió negro. Rugieron los truenos, los rayos traspasaron la oscuridad y empezó a caer una lluvia torrencial. Una vez más Dios había respondido las humildes y sencillas oraciones de su siervo Jai Ram. Lo que hizo que la lluvia fuese aún más espectacular es que la tormenta quedó reducida a un área de tan solo seis kilómetros cuadrados y medio. La lluvia solo cayó sobre los campos del terrateniente, la aldea de Jai Ram y las propiedades vecinas. La tormenta fue tan localizada que una persona podía poner un pie en el barro y otro en polvo seco. Después de cuatro horas, la lluvia cesó y salió el sol. El joven sirviente se bautizó e mismo día y jamás tuvo que volver a preocuparse por trabajar en sábado. Mañana seguiremos hablando de Jai Ram y su testimonio en la India.

Tomado de la Matutina El Viaje Increible.

HUIR DE LA TENTACIÓN

Y ella lo asió por su ropa, diciendo: «Duerme conmigo». Entonces él dejó su ropa en las manos de ella, y huyó y salió.génesis 39: 12

Es fácil percibir que en esta época ya no hay temor de Dios ni respeto por su santa ley. Muchísima gente considera que todo es relativo, que todo depende de las circunstancias, que no existe nada que sea pecado. Es posible que los jóvenes del mundo consideren tonto a José por haber "desperdiciado" una buena “ocasión. Algunos consideran a José un cobarde, o algo peor, por haber huido de la esposa de Potifar. Pero José fue muy inteligente y sabio al tomar la decisión de huir de la tentación. La mejor respuesta a la tentación es huir de ella. Alejarse de cualquier situación comprometedora es crucial para mantener un sólido carácter cristiano. Sin embargo, huir de la tentación no es fácil. Solo es posible con la ayuda de Dios. Además, no es huir una vez. De una manera u otra, hoy o mañana, la vieja tentación volverá. El tentador nunca se dara por vencido, y nos buscará mientras tenga la esperanza de vencernos. Recuerda que a Jesús lo persiguió, y lo tentó, desde el pesebre hasta el Calvario, con la esperanza de vencerlo haciéndolo pecar. Huye de la tentación, pero no pienses que ahí termina todo. La Biblia aconseja huir de la tentación: «Huye también de las pasiones juveniles» (2 Tim. 2: 22). «Huye de estas cosas» (1 Tim. 6: 11). «Habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo» ( 2 Pedro. 1: 4). Pero, más que huir, el consejo divino es estar firmes. «Vestios de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo» (Efe. 6:11). A través del poder del Espíritu Santo, los creyentes pueden vencer a Satanás y hacerlo huir. ¿Qué haces cuando eres tentado a pecar? Hay muchas cosas que puedes hacer, pero lo más importante es recordar que no puedes resolver tú solo el problema de la tentación. En el corazón humano está el deseo de hacer el mal; es engañoso, centrado en si mismo. La tentación es un problema que solo Dios puede resolver. Para solucionar ese problema, necesitamos a un Salvador experto que ya fue tentado en todo, «pero sin pecado» (Heb. 4: 15). Por nosotros mismos no podemos ganar la guerra contra la tentación. Pero Jesús nos ofrece su victoria, y «es poderoso para socorrer a los que son tentados» (Heb. 2: 18). Sigue hoy el método y el ejemplo de José. Huye de la tentación, y aférrate a Cristo para poder vencer al tentador.

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos