martes, 30 de junio de 2009

ENTENDER LA MIRADA MÁS ALLÁ DE LAS SOMBRAS

El Señor es mi roca, mi amparo, mi libertador; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite! (Salmo 18:2).

Jesús vive. Él ha resucitado, ha resucitado; y vive para siempre. No sienta que usted lleva la carga. Es cierto que lleva el yugo, pero ¿juntamente con quién lleva usted el yugo? Nada menos que un personaje que es su Redentor. Satanás arrojará su sombra infernal a través de su sendero; usted no puede esperar otra cosa; pero él lanzó la misma sombra tenebrosa sobre el sendero de Cristo. Todo lo que usted tiene que hacer ahora es mirar más allá de la sombra, al resplandor de Cristo... No mire los desánimos; piense en cuan precioso es Jesús. Su memoria será renovada por el Espíritu Santo. ¿Puede olvidar lo que Jesús ha hecho por usted?... usted fue desviado de sí mismo; sus pensamientos más profundos y más dulces estaban centrados en su precioso Salvador, en su cuidado, su seguridad, su amor. ¡Cómo se concentran en él sus deseos! ¡Todas sus esperanzas descansaron en él! ¡Todas sus expectativas estaban asociadas con él! Y bien, él todavía lo ama. Tiene el bálsamo que puede sanar todas las heridas, y usted puede reposar en él... El Consolador será para us­ted todo lo que anhela. Usted será pesado con el Espíritu de Dios y con la importancia del mensaje, y con la obra. Yo sé que el Señor está deseoso de revelarle cosas maravillosas en su ley. Ojalá que todos puedan comprender que usted ha estado con Jesús (Carta 30a, 1892). No permitiré que mi mente se detenga en el lado oscuro. Jesús tiene luz, y consuelo, y esperanza, y gozo para mí. Quiero mirar hacia la luz, para que el brillo del Sol de justicia resplandezca en mi corazón y sea reflejado hacia los demás. Es el deber de todo cristiano brillar, reflejar hacia otros la luz de la gracia que Cristo imparte. Dios quiere que yo, aun en mi dolor, lo alabe, mostrando que me doy cuenta de que su presencia está conmigo (se citan: Rom. 5: 1; 1 Juan 5: 11) (Manuscrito 19, 1892).
Elena G. de White
Tomado de la matutina manifestaciones de su amo

UN DÍA DE REFLEXIÓN

El Señor les respondía cuando ellos pedían su ayuda. Salmo 99: 6

Hoy te invito a regresar al 31 de enero, al 28 de febrero, al 31 de marzo, al 30 de abril y al 31 de mayo. Lee las listas de tus peticiones especiales y piensa cómo ha respondido Dios esas oraciones. Cuando hayas acabado, escribe en esta página las respuestas más significativas que hayas recibido en este año.

Cómo ha respondido Dios a las oraciones:

EN TIEMPOS DE PRUEBA

A ti, oh Jehová, levantaré mi alma. Salmo 25:1

El cristiano encuentra algunas cosas muy difíciles de entender. Una de ellas es el dolor y el sufrimiento de los hijos de Dios. Cuando pasan por el dolor y la prueba, muchos se preguntan: «Si soy hijo de Dios, ¿por qué me suceden estas cosas? Si el ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, ¿por qué sufrí este accidente?» Los interrogantes se multiplican y se agravan cuando nos comparamos con otros que, según nos parece, sufren menos a pesar de que no son fieles a Dios.
El dolor y el sufrimiento son una realidad de la vida que afecta a todos los seres humanos, sean cristianos o no. El sufrimiento es un hecho de la vida. La vida es injusta. Vivimos en un mundo caído donde reinan el pecado y la muerte. Dios quiere rescatarnos de aquí, pero el rescate es doloroso para él y para nosotros. Quizá te preguntes: «¿Cuál es, la diferencia entre el que sirve a Dios y el que no lo sirve?»
Sí hay una diferencia. Los cristianos tienen una ventaja. Como hijo amado de Dios, el creyente cuenta con la dirección y la presencia de su amoroso Padre celestial. El Señor dice en su Palabra: «Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti» (Isa. 43: 2).
Dios no te ha prometido librarte del sufrimiento. Lo que sí te asegura es que estará contigo en el horno de la aflicción hasta el final. Busca al Señor en tiempo de paz, para que cuando llegue la hora de crisis puedas tener confianza en él. Entonces tu primera reacción será confiar en Dios, buscar y clamar en oración a tu Padre celestial. Buscar a Dios en los buenos y en los malos tiempos te ayudará a recordar tu posición como hijo de Dios.
No tomes ninguna decisión cuando seas golpeado por el dolor. Haz como Job, que «se postró en tierra y adoró». Entonces sabrás lo que debes hacer. Evitarás mucho dolor y muchos errores si acudes primero al Señor. No te muevas. Escucha primero la voz de Dios. Él te indicara qué tienes que hacer. Tiene muchas formas de acercarse a ti para hablarte: a través de un sermón, al escuchar un himno, o a través del consejo de otro cristiano. Sin embargo, el método normal es a través de su Palabra.
¿Has caído en el horno de la aflicción? Busca al Señor, y él te responderá.

Tomado de la matutina Siempre Gozosos