jueves, 25 de junio de 2009

LA ESPERANZA ES JESÚS

El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rechaza al Hijo no sabrá lo que es esa vida, sino que permanecerá bajo el castigo de Dios (S. Juan 3: 36).

Dios creó el universo para gozarse con toda su creación. Todo fue planeado perfectamente. Sin embargo, una de sus criaturas se reveló. Lucifer, el ángel de luz, mostró evidencias de ser el primero en quebrantar toda una esperanza que Dios tenía para sus hijos. Como el amor de Dios es tan grande, no lo destruyó, más bien, lo dejó revelar su carácter. El Señor respeta el libre albedrío que nos da, el cual nos permite tomar nuestras propias decisiones. Fue así como Lucifer, el Lucero de la mañana, se convirtió en Satanás, el Adversario, quien engañaría a un gran número de ángeles para rebelarse en contra del Padre celestial. Todos ellos serían expulsados del reino de los cielos y arrojados en este mundo. Satanás logró engañar a Adán y Eva en el huerto del Edén. ¡Qué dolor para el Creador! No era así como lo había planeado. Ahora tenemos un Padre triste porque sus hijos le fallaron. Después la primera pareja sintió un dolor equivalente cuando uno de sus hijos mató a su hermano. Estos padres también tenían la esperanza de que algún día todo se solucionara. Pero conforme pasó el tiempo el pecado se consolidó en el corazón humano. El pecado adquirió formas espirituales, emocionales, rituales, entre otras. Pronto se convirtió en el centro de la vida de la sociedad. Gracias a Dios que ideó un plan extraordinario para que hubiera solución a esto. Tanto amó el Señor al mundo que no escatimó el precio por la humanidad: estuvo dispuesto a aceptar que su Hijo único en su especie se diera en sacrificio en pago por el pecado; fue así como renacía la esperanza de redención en todo aquel que acepta al Salvador (Juan 3: 16). Si ya estamos cansadas de este mundo, si el pecado que nos asedia está latente en nuestra vida hagamos todo porque esto se acabe, no repitamos la historia. No importa que hayamos cometido «pequeños» o «grandes» pecados, Dios nos ama, espera que creamos en él y seremos salvas. Gracias a la muerte de Jesús hay espe­ranza para el pecador. No lo olvides: la esperanza es Jesús.

Elizabeth Suárez de Aragón
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor

EL VALOR DE HACER LO CORRECTO

Quien se conduce con integridad, anda seguro. Proverbios 10:9 WVI

Era la cuarta ronda de un concurso nacional de ortografía celebrado en Washington, D.C. Rosalie Elliot, una concursante de once años de Carolina del Sur, escuchó la siguiente palabra: 'declaración'. Rosalie deletreó la palabra, pero a causa de su acento, los jueces no pudieron determinar si la deletreó d-e-c-l-a-r-a-c-i-ó-n o d-e-c-l-a-r-a-s-i-ó-n. El concurso se detuvo mientras los jueces deliberaban. Pidieron la grabación magnetofónica del concurso para escuchar de nuevo cómo Rosalie había deletreado la palabra. Pero no pudieron determinar si había deletreado la última sílaba como -sión o como -ción. Como último recurso, el presidente del jurado, John Lloyd le preguntó a la única persona que sabía la verdad. —Rosalie, ¿la letra que va delante de la i es una c o una s? Para entonces, Rosalie ya había escuchado a los susurros de los otros concursantes respecto de la palabra y sabía cómo se tenía que deletrear. Pero habló con claridad y dijo al juez que se había equivocado al deletrear la palabra. Había dicho -sión y no -ción. Cuando Rosalie abandonó el escenario, todo el público, impresionado por su honradez, le brindó una cerrada ovación. Pocos se acuerdan del nombre del ganador de ese concurso de ortografía. Pero muchos recordarán durante años a la joven que tuvo el valor de hacer lo correcto aun cuando ello supusiese que perdería la competición. Por desgracia, no siempre se respeta a los que viven de manera íntegra. Hace unos. años, un hombre encontró un sobre que contenía cinco mil dólares. Lo llevó a la policía, la cual localizó al propietario. Cuando, al cabo de un tiempo, lo entrevistaron, el héroe dijo a los periodistas que había recibido toda clase de llamadas telefónicas de personas que le decían que era tonto por haber devuelto el dinero. No podemos basar nuestros actos en la opinión de los demás. Tenemos que andar de manera íntegra y hacer lo correcto porque es lo correcto.

Tomado de la Matutina El viaje increíble.

RECORDATORIO DEL BIEN

Jonatán respondió y dijo a Adonías: «Ciertamente nuestro señor el rey David ha hecho rey a Salomón». 1 Reyes 1:43

¿Estás en sintonía con la voz de Dios? ¿Quiénes son las personas que Dios está usando para preservarte del mal? ¿Tu esposa? ¿Un amigo de confianza? ¿Un pastor? ¿Cómo respondes a sus consejos? Aprovechándose de la vejez del rey David, su hijo Adonías decidió proclamarse rey de la nación. Sin duda, Adonías se sentía el hombre más capacitado para el puesto. Después de todo, él era el siguiente en el derecho de sucesión al trono tras la muerte de su hermano mayor, Amnón. Así que elaboró una lista de invitados especiales para hacer el anuncio de que se proclamaba rey. Invitó a todos sus hombres de confianza y a su hermanos, excepto a Salomón, que era al que David había elegido para sucederlo. Otro de los nombres que faltaba en la lista era el del profeta Natán, el hombre que había sido un oráculo de Dios para el rey David. Fue el profeta que había confrontado a David para concienciarlo del pecado que había cometido con Betsabé y Urías. Cuando se necesitaba un mensaje divino, el hombre que sin falta debía estar presente era el profeta Natán. Pero Natán no estaba en la lista de los invitados de Adonías. Adonías había llegado a un punto en que no quería que nada ni nadie le recordara la voluntad de Dios. Con esa actitud es fácil imaginarnos cómo se desenvolvió la reunión convocada por él. La actitud de Adonías se parece a la de muchos hoy. Cuando deseamos hacer algo que va en contra de la voluntad de Dios, lo último que queremos que se cruce en nuestro camino es algo o alguien que nos recuerde la voluntad divina. Siempre, antes de recorrer el oscuro callejón del pecado, tendremos que desembarazarnos de personas y cosas que puedan despertarnos la conciencia para incitarnos al bien. Lo malo es que a menudo "ordenamos" guardar silencio al Espíritu Santo Si anhelas hacer la voluntad de Dios, pon como número uno en tu lista de invitados al Espíritu Santo; luego, a todas las fuerzas que te llevarán por la senda del bien. Dios quiere que tengas a tu alrededor recordatorios que te alienten a hacer su voluntad. Los principales son el Espíritu Santo, la Biblia y los siervos de Dios. Pero también pueden serlo un cuadro de Jesús en nuestra habitación, o una calcomanía con el lema «Jesús es mi guía» en nuestro automóvil. Cuantos más recordatorios tengas, más difícil se te hará espaciarte en el pecado. Que tu oración hoy sea: «Padre ayúdame a hacer tu voluntad. Ayúdame a rodearme de cosas y personas que sean un apoyo para hacer lo que es bueno y justo ante tus ojos».

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos