sábado, 20 de junio de 2009

ALGO MEJOR

Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad (Hebreos 11:16).

Qué debe toda familia cristiana enseñar a los hijos acerca del Rey de reyes y de su reino? El profeta Daniel, dio la respuesta: «Mientras yo observaba esto, se colocaron unos tronos, y tomó asiente un venerable Anciano...» (Dan. 7: 9). Aquí se observa muy claramente que el reino y el trono del Dios Creador superarán todos los tronos terrenales. Toda madre tiene un deber sagrado: contar a los hijos del Rey de reyes del lugar que se está preparando para los santos de Dios. Jocabed se empeñó en la instrucción de su hijo y alumno, Moisés, de manera que al ser un adulto y al estar fuera del control de su madre, su pasión fue la que le fue enseñada por esta mujer: que el reino de Dios era algo mejor a los deleites terrenales. Por eso, Moisés «renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón [...] Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa» (Heb. 11: 24, 26). Dios nos recuerda que hay un reino mejor para nuestros hijos. El desafío de cada madre es pintar con palabras y con todo tipo de formas el cuadro de la venida de Jesús para establecer su reino. «Por el contrario, ustedes se han acercado al monte Sión, a la Jerusalén celestial, la ciudad del Dios viviente. Se han acercado a millares y millares de ángeles, a una asamblea gozosa, a la iglesia de los primogénitos inscritos en el cielo. Se han acercado a Dios, el juez de todos; a los espíritus de los justos que han llegado a la perfección; a Jesús, el mediador de un nuevo pacto; y a la sangre rociada, que habla con más fuerza que la de Abel» (Heb. 12: 22-24). Madres, mujeres del Israel espiritual, ¡qué privilegio, qué responsabilidad y qué desafió tenemos! Oremos esta mañana: «Padre amado, en el nombre de Jesús, utiliza mi voz, mis manos, todo mi ser para que pueda seguir las pisadas de madres como Jocabed en preparar a mis hijos, a los jóvenes y otros muchos para que puedan decidir por las cosas celestiales en sus vidas».

Myrtle Penniecook
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor

LOS FABULOSOS VEINTE

Cada uno recoge el fruto de lo que dice y recibe el pago de lo que hace. Proverbios 12:14

¿Aceptaste el desafío de los Terribles Veinte? ¿Qué tal anda? ¿Las tarjetas te ayudan a hacer un cambio positivo en las palabras que dices? Hoy vamos a pensar sobre lo que te gusta escuchar decir a los demás. Escríbelo en las líneas de abajo. Los llamaremos los "Fabulosos Veinte". Escribe frases reales que te gusta escuchar, así como categorías de palabras positivas. Te doy algunos ejemplos para empezar.
• «Te quiero»
• Alabar a Dios
• Los elogios sinceros

¿Necesitas ayuda? Cuando usas palabras positivas, además de ayudar a las personas que te escuchan, también te ayudas a ti mismo. Aprovecha cualquier oportunidad para usar los Fabulosos Veinte. Sé generoso con las palabras amables y descubrirás que te las devolverán muchas veces.

Tomado de la Matutina El viaje increíble.

EL AMOR AL DINERO

Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría. Colosenses 3:5

El consejo pastoral del apóstol Pablo en este texto es amplio y profundo. Aconseja hacer morir el pecado, matarlo, suprimirlo. Vamos a comentar únicamente esta parte: «Haced morir, pues, en vosotros [... la] avaricia, que es idolatría». Según el diccionario, la avaricia es el «afán o deseo desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas». Es un deseo desordenado de las cosas presentes, de los goces y deleites materiales. Procede del alto valor que se le concede a la búsqueda de esas cosas y al angustioso temor de perderlas. EI apóstol dice que la avaricia es idolatría espiritual. Idolatría, porque se da todo y el amor y la consideración a las riquezas, y no a Dios, de quien proceden. La palabra griega pleonexía, "avaricia", es elocuente. Es el "deseo de tener más". La avaricia es más dañina de lo que se piensa normalmente, y ataca a más personas de las que nos imaginamos. No es el pecado de los ricos. Es digno de mención que, entre todos los pecados que señala la Escritura que, por desgracia, cometieron muchos de los grandes hombres de Dios, no haya un solo ejemplo de avaricia. Es motivo de reflexión. Por algo dice el apóstol que es idolatría espiritual. Un poco de reflexión nos dirá que el símbolo de todo lo deseado y adquirido es el dinero. El pobre que nunca tiene suficiente y el rico que desea tener más pueden tener al en común: ambos dedican a su afán mucho del tiempo que deberían dedicar a Dios. Y recordemos que "ídolo" es todo aquello que ocupa en el corazón el lugar que le corresponde a Dios. Se considera que la invención del dinero fue una buena idea de la humanidad. El dinero facilita el intercambio de bienes entre los seres humanos. Es muy útil para compartir, para distribuir, para dar a cada uno lo que le corresponde. Puede ser un instrumento del amor. El dinero, como medio de pago e instrumento para el intercambio de bienes, ayuda a todos los seres humanos a introducirse en la corriente de bienes de la sociedad. Pero el dinero no es más que un medio de pago. No tiene valor en sí mismo. El billete, la moneda, son instrumentos para obtener bienes; no son bienes, en el estricto sentido del término. Por eso, guardar el dinero mismo, como si fuera un bien, es hacer un gran daño a la sociedad: impide a muchos el acceso a la corriente de bienes de la sociedad. ¿Cómo estás tú? ¿Se te aplica el consejo de hoy?

Tomado de la Matutina Felices Para Siempre